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Los escándalos de presunta corrupción en la SGAE están propiciando el debate sobre el modelo de esta entidad de gestión. ¿Es dicho modelo la raíz del problema? ¿Propicia la forma de funcionar de la SGAE situaciones como la que ahora se investiga o solo se debe a la presunta actitud delictiva de algunos miembros? ¿Se habría podido evitar con un modelo distinto? ¿Es el momento de cambiar sus estatutos o es mejor deslindar la presunta corrupción del normal desarrollo de la actividad de una entidad que se ha mostrado muy útil para defender los intereses de los autores?