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Retrato de un Rey

La semblanza de Felipe VI a través de ocho hitos que configuran su mundo

Natalia Junquera
Doña Letizia y don Felipe, en el Salón del Trono del Palacio Real durante la recepción al presidente de México, Enrique Peña Nieto, este junio en Madrid.
Doña Letizia y don Felipe, en el Salón del Trono del Palacio Real durante la recepción al presidente de México, Enrique Peña Nieto, este junio en Madrid.Daniel ochoa (AFP)

Se convertirá en rey de España a las 00.00 horas del 19 de junio, cuando entre en vigor la última ley que sancionará su padre, la de su propia abdicación. Felipe de Borbón y Grecia reinará como Felipe VI. Letizia Ortiz, la periodista con la que se casó por amor hace diez años, será la nueva reina. La proclamación será un acto solemne y austero en el Congreso. Los reyes más jóvenes de Europa han evitado los fastos de la proclamación en Holanda, que costaron más de diez millones de euros. Saben que les miran con lupa y que su mayor reto será vencer el desencanto de una población escéptica con las instituciones que no han sabido dar solución a sus problemas durante la crisis.

elipe de Borbón y Grecia

El nuevo rey de España es incapaz de decirle a nadie: "¿Por qué no te callas?" Y esa será una de las principales diferencias del reinado de Felipe VI y el de Juan Carlos I: el carácter opuesto de ambos monarcas. De aquella frase, dirigida al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y que le valió a su padre uno de sus últimos momentos de popularidad, se hicieron camisetas y hasta politonos, pero don Felipe nunca lo haría, del mismo, modo que, según su entorno, es difícil imaginarle cometiendo un error como la inoportuna cacería en Botsuana por la que el monarca pidió perdón ante las cámaras a todos los españoles. El carácter de Felipe de Borbón, opuesto al de don Juan Carlos y muy parecido, por tanto, al de su madre, tiene pros y contras. Don Felipe carece del carisma o célebre campechanía del monarca. No se permite la improvisación. Cuando llega a un país, de viaje oficial, ha devorado antes toda la información que ha caído en sus manos, de forma que siempre es capaz de mostrarse interesado porque la documentación le ha llenado de preguntas. Cuanto más sabe, más quiere saber. El nuevo rey de España, como la nueva Reina, es un preguntón.

jemplaridad

La Corona es una institución sin poderes cuya razón de ser y primer cometido es, precisamente, el de dar buena imagen. La falta de ejemplaridad ha sido el gran factor de desgaste interno de la institución, motivado, sobre todo, por el caso Nóos, la gota malaya que erosiona el prestigio de la monarquía desde que estalló el escándalo, en 2011. Don Felipe, antes muy unido a su hermana Cristina y su cuñado, Iñaki Urdangarin, cortó por lo sano. La pasada nochebuena ni él ni doña Letizia se sentaron a la mesa en la que los Reyes, los duques de Palma y la infanta Elena cenaron juntos. Siempre que han podido han evitado cualquier encuentro público o privado con el matrimonio que lastra la imagen de la Corona. La Reina, a quien más le ha costado mantener esa distancia, logró juntarles el pasado marzo en Atenas, en el homenaje por el 50 aniversario de la muerte de su abuelo, pero apenas hablaron y al final, cuando hubo que posar para la foto de familia, los Príncipes se colocaron en el extremo derecho, separados por 17 personas de la infanta Cristina. A don Felipe no le entra en la cabeza que alguien con la vida resuelta como su cuñado se haya metido en este lío, que está lejos de acabar. El juez Castro está a punto de cerrar la instrucción del caso Nóos y de decidir, por tanto, si mantiene la imputación de la Infanta, que compartía con Urdangarin, al 50%, Aizoon, una de las sociedades a las que se desvió dinero público supuestamente malversado. Pero a Felipe VI le tocará vivir el juicio y la posibilidad de que su cuñado entre en la cárcel. “El martirio”, como lo describió el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, continúa.

etizia Ortiz

La mujer que eligió hace diez años como esposa y futura Reina representa, probablemente, el único gesto de rebeldía que se conoce del nuevo Rey, que se enamoró de una periodista divorciada y no permitió que nadie vetara su entrada en palacio. Una boda por amor con todas sus consecuencias. La nueva reina es la peor valorada de la familia (reyes y príncipes) en las encuestas. A diferencia que su marido y su predecesora, ella no ha sido preparada durante toda su vida para el oficio, para la obligación de enterrar la personalidad propia, disimular el aburrimiento, ocultar el enfado, aunque sea precisamente todo eso, su espontaneidad, lo que sedujo a un Príncipe entrenado desde niño en el saber estar. Esa personalidad es un arma de doble filo, que puede servir para modernizar la institución o para dar munición a quienes nunca han aprobado la elección de don Felipe. Su boda, en cualquier caso, según cuentan exempleados de La Zarzuela, sirvió para definir al Príncipe, hasta ese momento, “un gran desconocido” para la opinión pública, y el nacimiento de su primera hija, Leonor, que será la nueva Princesa de Asturias, para dar continuidad a la monarquía. Doña Letizia ha ayudado al Príncipe a soltarse y a comunicarse mejor. Una de las actuaciones más aplaudidas de don Felipe fue la que hizo en Buenos Aires, en la presentación de la candidatura madrileña a los juegos olímpicos de 2020 y en la que utilizó, por primera vez, una técnica periodística, televisiva, para comunicar mejor: un prompter que le permitía mirar al frente, en lugar de a un papel, su discurso.

nquietudes y retos

Son muchos. “Felipe no lo va a tener tan difícil como su padre, porque los enemigos de su padre tenían tanques, y los de Felipe son compartidos, con el resto de instituciones, como los partidos políticos”, explica un amigo de don Juan Carlos, que liga la posibilidad de recuperación de la Corona a la del resto del sistema político y la situación económica. Al nuevo rey le preocupa el desencanto general y especialmente, la distancia con una generación de españoles que no oyó el ruido de sables ni tuvo miedo el 23 de febrero de 1981, cuando don Juan Carlos legitimó su reinado. Esa generación post- 23-F fue la única franja de edad que en una encuesta publicada por este periódico contestó mayoritariamente que preferiría una república presidida por una figura relevante a una monarquía con don Felipe como rey. Y a esa generación se ha dirigido el Príncipe en muchos de sus últimos discursos para pedirles reiteradamente que no se dejen arrastrar por la frustración. Para intentar acercarse a los más jóvenes, la Corona ha recurrido a las herramientas que estos utilizan: ha estrenado nueva web, con un área especial para niños; un canal de televisión en el popular YouTube y cuenta en Twitter. El nuevo rey consulta habitualmente la red social así como los comentarios que los lectores hacen en las webs de los principales medios de comunicación.


La otra gran inquietud es el desafío soberanista. El 23-F del Príncipe es Cataluña, una de sus primeras preocupaciones, como muestran las seis visitas que ha hecho este año a la comunidad, cuando ya conocía la decisión de su padre de cederle el trono. Don Felipe será proclamado rey a menos de cinco meses de la fecha fijada para la consulta, que el presidente de la Generalitat asegura que se va a celebrar, y el del Gobierno descarta rotundamente. El reto del nuevo rey es lograr que ambas partes dialoguen y se entiendan, pero sin sobrepasar el escaso margen de maniobra que le otorga la Constitución cuando dice que el Rey “arbitra” o “modera”.

ríncipe de Asturias

La entrega de estos premios, creados en 1981 para dar visibilidad al Príncipe y ponerle en contacto con intelectuales, brindaba cada año la oportunidad de escuchar el pensamiento de don Felipe en el único de sus discursos del año que se escribe en La Zarzuela y no en el Gobierno. En la última edición, el pasado octubre, el Príncipe declaró la guerra al desencanto en un discurso que probablemente se parezca mucho al que pronunciará el día de su proclamación. Pidió a los españoles que intentaran sobreponerse a las dificultades, que hicieran frente al pesimismo, a la frustración y a la desconfianza. “No podemos permanecer indiferentes o inmóviles: debemos reaccionar. Me gustaría animar a que todos ayudemos a superar, y sé que no es fácil, ese estado de ánimo. Lo que de verdad necesitamos es recuperar la ilusión”, dijo. Para el nuevo rey son esos españoles que “cada día batallan para salir adelante con honestidad, con esfuerzo, con valentía y con humildad” los que hacen que España sea “una nación por la que vale la pena luchar”.

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En la Zarzuela no hay Casa del Príncipe, solo una Casa del Rey que dirige las actividades de toda la familia real. En otras casas reales europeas sí existe una oficina específica del heredero, pero la española ha descartado siempre esta opción para evitar duplicidades, descoordinación o incluso competición de equipos. Cuando don Felipe regresó de EEUU tras completar su formación académica, La Zarzuela contrató a Jaime Alfonsín (Lugo, 1956), abogado del Estado, para empezar a perfilar la figura y funciones del heredero, que no estaban escritas en ningún sitio. De eso hace 19 años. Antes de entrar en palacio, Alfonsín, un hombre discreto, casi invisible, y temeroso de los medios de comunicación, había trabajado en Hacienda, el Ministerio de la Presidencia, el Tribunal Supremo, un banco y un despacho de abogados. La Constitución establece que el Rey “nombra y releva libremente a los miembros civiles y militares de su Casa” y lo más probable es que Felipe VI no prescinda de quien ha sido su sombra en los últimos 19 años para formar a su nuevo equipo, en el que pretende incluir alguna mujer –ahora no hay ninguna en los puestos de alta dirección- y responder al deseo del monarca que, al anunciar su decisión de abdicar, explicó que lo hacía convencido de que lo mejor para España era “dejar la primera línea a una nueva generación” .

isto desde fuera

Dos días después del anuncio de la abdicación, Marruecos manifestó en un comunicado su intención de reforzar las “estratégicas relaciones” entre ambos países y el ministro portavoz del Gobierno de Rabat, Al Jalfi, se mostró convencido de que “es voluntad de los dos reyes” continuar con las excelentes relaciones que don Juan Carlos ha tenido tradicionalmente con Mohamed VI. Marruecos será, probablemente, uno de los primeros países que visite el nuevo rey. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, declaró que el Príncipe “está en condiciones de asegurar la continuidad y la estabilidad en España” y el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, aseguró que será “un modelo de cohesión y confianza” y mantendrá “el compromiso de España para una Unión Europea fuerte”.


El pasado enero, tras la angustiosa intervención del Rey en la Pascua Militar, que leyó con muchas dificultades un discurso de apenas tres folios, algunos diarios extranjeros escribieron artículos sobre la situación del monarca y el papel del heredero. Por ejemplo, el alemán Der Spiegel le describía de esta manera: “Más aburrido en comparación que su carismático padre pero puede que precisamente por eso sea el rey adecuado para un país que está cansado de sus extravagancias”. The Financial Times le presentó como “un príncipe diligente que goza de amplia popularidad” y el francés Libération le situó como la esperanza de la monarquía. “Se ha ganado el afecto de los españoles a medida que estos se alejan de su padre”, decía. Tras el anuncio de la abdicación de don Juan Carlos, The New York Times destacó que don Felipe había logrado permanecer ajeno a los escándalos de la familia real; El francés Le Figaro tituló la noticia de la abdicación: “Felipe y Letizia, los salvadores de la Monarquía española. En la misma línea, el británico The Guardian le describió como “la mejor esperanza de la monarquía española”; en Holanda, el diario De Telegraaf subrayó el “perfil humano” del nuevo rey; el portugués Jornal de Noticias tituló: “Un trono moderno para España” con una foto en la que parecía junto a su esposa, la primera reina de clase media. Y el austriaco Der Standard le calificó como “comprometido, humilde y trabajador”.

beroamérica

Los viajes a Latinoamérica para asistir a cada una de las tomas de posesión de los nuevos mandatarios fueron una de las primeras asignaciones del Príncipe para perfilar su imagen de heredero. Desde 1996, ha acudido a 69 ceremonias de transmisión del mando presidencial de los jefes de Estado iberoamericanos. El día que su padre explicó en un mensaje televisivo su decisión de abdicar, el Príncipe acababa de regresar de la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén. Solo este año, don Felipe ha viajado a Honduras, Chile, Brasil, Costa Rica y El Salvador, para asistir a la toma de posesión de Juan Orlando Hernández, Michelle Bachelet, Luis Guillermo Solís y Sánchez Cerén, respectivamente. Don Felipe, como ha recordado su padre, mantendrá “firme” su compromiso con Latinoamérica y con la cita que don Juan Carlos impulsó en 1991, la primera cumbre iberoamericana de jefes de Estado y Gobierno para estrechar vínculos económicos y culturales.

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Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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