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Una encrucijada entre la nostalgia de las patrias y la integración

Los ponentes defienden la convivencia y el crecimiento común

José Ignacio Torreblanca, Ignacio Faus, Joaquin Almunia, Ana Palacio y Verónica Pascual, este martes en Bruselas.
José Ignacio Torreblanca, Ignacio Faus, Joaquin Almunia, Ana Palacio y Verónica Pascual, este martes en Bruselas. Delmi Alvarez

La primera mesa redonda del foro España en Europa: un futuro en común, del programa España 40-40, organizado por EL PAÍS, comenzó este miércoles con optimismo. Joaquín Almunia, excomisario y exvicepresidente de la Comisión Europea y actual presidente del Centre for European Policy Studies (Centro de Estudios de Políticas Europeas), se mostró claro al expresar su satisfacción por el papel que desempeña (y ha desempeñado) España en la integración de la Unión Europea desde que ingresara en el club de Bruselas en 1986. “No debemos caer, sin embargo, en esa satisfacción permanente porque faltan iniciativas”, admitió, haciendo un ejercicio de autocrítica ante una audiencia formada por más de 200 personas.

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De esta ronda de intervenciones, moderadas por el director de Opinión de EL PAÍS, José Ignacio Torreblanca, se concluye que la UE vive una encrucijada, como lo definió la exministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, y en lo que insistió después el titular de esa cartera, Alfonso Dastis. Una dicotomía entre más integración comunitaria y sentimientos “nostálgicos”, en una clara alusión a los nacionalismos emergentes en Europa. Unas corrientes que, como recordó previamente el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, siempre han existido en el Viejo Continente, pero que hoy suponen un lastre para la convivencia y el crecimiento común.

Para Almunia, España debe ser un ejemplo y, es más, debe liderar la evolución hacia la construcción de Europa en cuestiones clave como la seguridad común, la protección de los ciudadanos —el Pilar Europeo de los Derechos Sociales, proclamado a finales de 2017 en la cumbre social de Gotemburgo (Suecia)— y la legitimidad democrática. “No se puede ser una democracia de baja calidad”, declaró.

Tanto el excomisario europeo como posteriormente el expresidente Felipe González, afirmaron que España ha sufrido por la crisis económica y que las cicatrices resultan aún patentes. Pero una de las mayores preocupaciones para ambos es que España “puso en duda Europa” en aquellos duros momentos en los que se exigía austeridad a los países con dificultades. “España no renunció a Europa, pero sí dudó de ella”, reconoció Almunia.

Una solución a los desafíos

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La idea de que España se halla en la vanguardia y forma parte de la solución a los desafíos actuales, como el Brexit, estuvo muy presente en las intervenciones del foro. “Tenemos que tener un papel protagonista en la Unión Europea”, remarcó Ignacio Faus, consejero delegado de la consultora KPMG España. Lo esencial, dijo, en línea también con Felipe González, es que el crecimiento europeo se alinee con el español.

España apostó mucho por la Unión Europea cuando consiguió entrar en el club comunitario, recordó Almunia. El país impulsó de una manera especial el programa Erasmus gracias al liderazgo del socialista Manuel Marín, fallecido el pasado diciembre. Precisamente, el empeño de Marín en construir más Europa fue elogiado posteriormente por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quien arrancó un gran aplauso a los asistentes.

En cuanto al valor añadido que España puede aportar al proyecto común, Almunia hizo hincapié en la defensa común. España resulta esencial en la seguridad común tanto en el control de fronteras —“sin cerrarlas”, especificó—, como en la lucha antiterrorista.

España es una de las vías de entrada hacia Europa y el único punto en el que las llegadas de inmigrantes aumenta en comparación con Grecia e Italia. “A España le interesa más que a nadie tener una política común de seguridad [la recién inaugurada Pesco, impulsada por la alta representante de la Política Exterior, Federica Mogherini]. No podemos quedarnos atrás”, sostuvo el excomisario.

Caso de éxito

En la misma mesa, Ana Palacio, cuyo discurso fue una defensa entusiasta de la Unión, hizo un llamamiento a la sociedad europea para no caer en la “nostalgia” del nacionalismo. “El mundo ha cambiado, Europa ha cambiado. Hay que progresar en la cabeza de los europeos, porque si no ganarán los nacionalismos”, advirtió la que fue ministra durante el Gobierno de José María Aznar (PP). Y lo hizo en un contexto especialmente delicado para España derivado de la crisis catalana a la que Juan Luis Cebrián, presidente de EL PAÍS, y Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura en 2010, también dedicaron parte de su diálogo de bienvenida en el mismo foro.

España es un caso de éxito en el seno de la UE, sostuvo la exministra. “Se nos ve como a un gran país que se integra y pasa de estar en la lista de países subdesarrollados hasta 1982 a ser un ejemplo de consolidación democrática”, algo que Palacio achacó al “impulso” del país al proyecto común.

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