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De las más de cien mociones en Francia a una exitosa derrota en Portugal

Los corresponsales de EL PAÍS explican cómo funciona en otros países el mecanismo que este miércoles se debate en el Congreso

Manuel Valls, uno de los políticos franceses que se enfrentó a una moción de censura.
Manuel Valls, uno de los políticos franceses que se enfrentó a una moción de censura.AP
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La moción de censura a Mariano Rajoy planteada por Podemos y que este miércoles se debate en el Congreso de los Diputados es un mecanismo que se utiliza en otros países, desde Alemania, cuyo modelo ha inspirado el español, a Portugal, donde se han presentado 26 mociones de censura en 42 años. Los corresponsales de EL PAÍS explican cómo funciona el mecanismo en otros Estados:

Alemania: un modelo para España

ANA CARBAJOSA, Berlín

En Alemania, la moción de censura se denomina Konstruktives Misstrauensvotum y está establecida en la Constitución alemana (artículo 67). El funcionamiento ha servido de modelo para el mecanismo constitucional español. La idea es que el Parlamento tenga capacidad para zanjar una crisis de Gobierno nombrando a un nuevo jefe del Ejecutivo. Alemania desarrolló este modelo en respuesta a la Constitución de Weimar, que permitía al Parlamento derribar a un Gobierno sin nombrar a un nuevo líder, lo que condujo a la inestabilidad política.

La moción es desde 1949 constructiva, porque aspira a destituir a un candidato y reemplazarlo por otro alternativo. Tiene que ser aprobada por la mayoría de los miembros del Bundestag y solo así, el presidente federal procederá al nombramiento del nuevo canciller. Para poder ser presentada, la moción debe contar con el apoyo de un cuarto de los miembros del Bundestag o de un grupo parlamentario que represente un cuarto de la Cámara. Entre la moción y la votación deberán transcurrir 48 horas.

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Los gobiernos de minoría son muy excepcionales en Alemania, por lo que resulta difícil que prosperen las mociones. Pero en una ocasión, en 1982, la moción de censura sí salió adelante. En aquella ocasión, los liberales retiraron la confianza a los socialdemócratas encabezados por Helmut Schmidt y Helmut Kohl acabó convirtiéndose en canciller de la República Federal alemana.

Francia: más de 100 ocasiones pero un solo éxito

SILVIA AYUSO, París

En Francia, la moción de censura existe y sigue siendo un instrumento muy utilizado, más de un centenar de veces desde la fundación de la V República, en 1958. Sin embargo, solo una vez tuvo éxito, en 1962, contra el Gobierno del entonces primer ministro Georges Pompidou.

La moción de censura contra un Gobierno está prevista en la Constitución francesa. Para que se pueda poner en marcha, debe estar respaldada por las firmas de al menos una décima parte de los diputados (58) y tiene que ser votada en las 48 horas posteriores a su presentación. Su aprobación requiere la mayoría de la Asamblea Nacional, 289 votos. Si los logra, el primer ministro presenta la dimisión de su Gobierno al presidente de la república.

Buena parte de las mociones de censura presentadas en los últimos años —el ex primer ministro socialista, Manuel Valls, superó tres entre 2015 y 2016— han sido del tipo que se conoce en Francia como “provocada”, prevista como mecanismo para frenar un decreto. El artículo 49.3 de la Constitución le permite al Gobierno aprobar un proyecto de ley sin someterlo a votación en la Asamblea Nacional. Si los diputados no presentan una moción de censura exitosa en las siguientes 24 horas, se da por aprobada dicha normativa. Es lo que sucedió durante la presidencia de François Hollande con la polémica reforma laboral o la ley Macron —en nombre del hoy presidente y entonces ministro de Economía— para liberalizar la economía.

Holanda: Dos avisos antes de la moción de censura

ISABEL FERRER, La Haya

El sistema político holandés gradúa la intensidad de la moción de censura y contempla dos llamadas de atención antes del golpe definitivo. La primera modalidad se denomina moción de queja (motie van treurnis, en neerlandés) y deplora las consecuencias derivadas de las decisiones tomadas por el sujeto criticado. El voto de desaprobación (motie van afkeuring) es la segunda, y muestra su rechazo a los planes o políticas presentados por un ministro, o por el Ejecutivo mismo. Ambas ponen en peligro la confianza depositada en ellos y cuestionan la validez de su trabajo, pero no son vinculantes. De ahí que no suelan comportar el cese. Por el contrario, la moción de censura (motie van wantrouwen), va dirigida contra un gobernante en particular y puede desembocar en la pérdida del cargo. O bien en la caída del Gabinete.

Desde el año 2005, el líder antimusulmán holandés, Geert Wilders, ha apoyado 15 mociones de censura contra el Gobierno de turno, cuatro de ellas en solitario. En 2016 se sumó a la última, centrada en el referéndum contra el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea. En otras, sobre la lucha contra el terrorismo, la política de asilo o el rescate a Grecia, también participó. Entre 1974 y 2014, se presentaron en Holanda 12 mociones de censura, según el portal Parlament & Politiek, de la universidad de Leiden. Sin embargo, a pesar de su número, la única moción de censura que acabó con un Gobierno holandés fue aprobada en 1939. La razón fue el intento del entonces primer ministro, Hendrik Colijn (Partido Antirrevolucionario) de nombrar un nuevo Gabinete a título personal, sin contar con el Parlamento.

Portugal: una moción que terminó favoreciendo al derrotado

Desde la Revolución portuguesa de los Claveles, en la Asamblea de la República se han presentado 26 mociones de censura en 42 años. La última fue en 2014, contra el conservador Pedro Passos Coelho. Su Gobierno se enfrentó a cuatro mociones de censura, todas rechazadas. En realidad, de las 26 iniciativas solo una triunfó, la presentada en 1987 contra un Gobierno minoritario dirigido por Aníbal Cavaco Silva, del Partido Socialdemócrata. Las consecuencias para el derrotado fueron espectaculares en las subsiguientes elecciones: Cavaco Silva consiguió dos mayorías absolutas.

 Israel, una moción con Gobierno alternativo incluido

J. C. SANZ, Jerusalén

Israel es uno de los países que contempla la figura de la moción de censura, pero al carecer de una Constitución formal escrita su regulación ha ido variando según las sucesivas reformas legales. Por ejemplo, entre 1996 y 2001 el primer ministro era elegido directamente por los ciudadanos en una votación separada. Y hasta 2014, cuando se aprobó la vigente Ley de Gobernanza, que enmendó la Ley Básica del Gobierno (de rango cuasiconstitucional), era habitual que se presentaran varias mociones de censura en un mismo pleno.

La histórica fragmentación de la Knesset —en la legislatura que arrancó tras los comicios de 2015 hay 10 partidos representados en el Parlamento y la coalición en el poder está integrada por seis— ha propiciado que el Estado hebreo haya tenido 34 gobiernos en 69 años de historia.

El sistema actual de moción de censura constructiva está inspirado también en la Constitución alemana. Pero en Israel, además de ofrecer un candidato alternativo a primer ministro y un programa de Gobierno —como en España—, hay que designar a los miembros clave del Ejecutivo al presentar la llamada “cuestión de no-confianza”. Si tras el debate y la votación se logra sumar al menos 61 de los 120 escaños de la Knesset, cae el viejo Gabinete y el nuevo se instala en el poder hasta el final de la legislatura.

Las diferencias del ‘impeachment’

La posibilidad de impeachment (procesamiento) a un presidente, vicepresidente y cualquier cargo público civil está consagrada en la Constitución de Estados Unidos desde sus inicios. El proceso, originado de las leyes coloniales inglesas, puede impulsarse ante lo que se consideren casos de "traición, soborno, altos delitos o faltas". La amplitud de ese concepto propicia desde entonces un intenso debate interpretativo. El castigo de un impeachment es la destitución del cargo sin posibilidad de apelación.

La Cámara de Representantes inicia la votación de cualquier proceso de destitución. Si es aprobada por mayoría, el proceso se traslada al Senado. Para aprobarse la destitución, es necesario el voto a favor de dos tercios del Senado, lo que requiere de un amplísimo consenso.

Solo ha habido dos impeachments un presidente en la historia de Estados Unidos, ambos del Partido Demócrata: en 1868 a Andrew Johnson y en 1998 a Bill Clinton. Ambos procesos fueron aprobados por la Cámara de Representantes pero rechazados por el Senado.

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