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Un ‘jeque del terror’ distinto a los de otros atentados en Europa

Los imanes nunca ejecutan los atentados que planifican. El de Ripoll, no obstante, estuvo en primera línea en los cometidos en Barcelona y Cambrils

ÓSCAR GUTIÉRREZ
El predicador Anjem Choudary (centro), hoy en prisión, camina en Londres junto a un grupo de jóvenes seguidores, en 2009.
El predicador Anjem Choudary (centro), hoy en prisión, camina en Londres junto a un grupo de jóvenes seguidores, en 2009.Barcroft (Barcroft Media via Getty Images)
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La sentencia de condena al predicador británico Anjem Choudary, de 50 años, es buen ejemplo de cómo corre la mecha de la radicalización yihadista. El juez Timothy Holroyde, en su comentario al fallo de septiembre de 2016, explicó que Choudary, popular en las redes y medios de comunicación, había incitado a unirse al Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). Holroyde apostilló, no obstante, que no había evidencia de que alguien inspirado por sus palabras hubiera cometido acto alguno. Por eso, la condena se quedó en cinco años y medio de prisión. Nueve meses después, el paquistaní Khuram Butt, junto a Rachid Redouane y Youssef Zaghba, mataba a ocho personas en Londres, entre ellos, el español Ignacio Echeverría. A Choudary le reventó en prisión un problema nuevo. Butt había sido desde joven fiel seguidor del predicador, al que incluso llegó a proteger en alguna manifestación.

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Las peroratas de Choudary eran tan descaradas como lo fue la adhesión de Butt a grupos radicales en actos públicos. Una rara avis de una esfera oculta, privada, cerrada e inaccesible. Esa en la que precisamente se movió el imán de Ripoll. El marroquí Abdelbaki es Satty es el último de los jeques de la yihad violenta en Europa, clave de bóveda para entender el terror. “Cumplen dos funciones”, apunta el experto de la Universidad de Georgia John Horgan, “pueden ser reclutadores que seleccionan y elogian a jóvenes para su implicación, pero también facilitadores que proveen una dirección espiritual y psicológica”. Es Satty pudo acometer ambas misiones, más otra poco habitual entre los mentores de yihadistas: su implicación directa en el atentado. El imán, de 44 años, murió el 16 agosto en la vivienda de Alcanar (Tarragona) donde la célula preparaba un atentado con explosivos.

Implicación sin parangón

Una implicación que no tiene parangón entre los mentores de terroristas en Europa de la última década. Más aún si, como han declarado los detenidos de Ripoll, Es Satty tenía planes para suicidarse con un cinturón explosivo.

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El predicador también marroquí Tarik Chadlioui, de 44 años, detenido en Birmingham el 28 de junio, es uno de estos jeques de la yihad europea que ha pasado por España. Esto decía de él la Policía Nacional: “Había viajado en esas fechas [inicios de 2015] a Mallorca y comenzaba a dinamizar a un grupo, los ahora arrestados, para ejercer funciones de captación, adoctrinamiento y radicalización en favor de DAESH [acrónimo peyorativo en árabe para referirse al ISIS], convirtiéndose a partir de ese momento en su líder espiritual”. Chadlioui, buen recaudador de dinero, cayó en manos de la policía británica el mismo día que eran detenidos en España otros cuatro integrantes de la célula. Uno de ellos, Abdelkader Mahmoudi, planeaba una matanza en Inca (Islas Baleares).

Chadlioui, escurridizo por sus viajes, era conocido por los servicios de inteligencia. En una de sus estancias en Francia, predicó en la mezquita de Luce, en el municipio de Courcouronnes, al sur de París. Y por eso le vinculan a un habitual de la oración por allí, Omar Mostefai, uno de los autores del ataque terrorista perpetrado en París el 13 de noviembre de 2015. La telaraña yihadista es fina pero a veces se ve. Fue el caso de otro de los imanes que investigaciones de la prensa francesa ha vinculado a Mostefai. Se trata del predicador marroquí Abdelilah Ziyad, de 59 años. Su currículo penitenciario incluye una condena en 1995 a ocho años de prisión por ser el cerebro del atentado cometido un año antes en el hotel Atlas Asni de Marraquech. Murieron los turistas españoles Salvador Torras y Antonia Cuevas.

Ziyad ha negado la mayor como lo han hecho todos los líderes espirituales señalados o procesados por sus vínculos con el terrorismo yihadista. Lo hizo Olivier Corel, el emir blanco, de 70 años, tras los atentados en Bataclan. De origen sirio (su nombre real es Abdel Ilat al Dandachi), fue acusado de inspirar en Francia el clan Artigat, al que pertenecieron los hermanos Merah (Mohamed atentó en Toulouse en marzo de 2012) y los Clain. Fabien Clain fue identificado por las autoridades francesas como el yihadista del ISIS que asumió desde tierras del califato el atentado del 13-N. Y por eso el emir blanco, aparentemente retirado, regresó al radar policial.

Farid Benyettou.
Farid Benyettou.EL PAÍS

También lo hizo el franco-argelino Farid Benyettou, de 35 años, tras el atentado en París contra la publicación satírica Charlie Hebdo, el 7 de enero de 2015, ejecutado por los hermanos Cherif y Said Kouachi. Él fue quien los recibió allá por el verano de 2003 en la mezquita de Stalingrad, en la capital francesa. Dos años después, Benyettou acabó en prisión por reclutar yihadistas para Irak. Cherif era uno de ellos, aunque la policía evitó que viajara. Cosas del destino, cuando los Kouachi ametrallaron a los periodistas de Charlie Hebdo, Benyettou ya había llevado a cabo un proceso de desradicalización y completado los estudios de enfermería. Trabajaba en el hospital de Pitié-Salpêtrie, adonde llegaron precisamente heridos de los atentados.

El caso de Es Satty, el imán de Ripoll, recuerda también al del marroquí Khalid Zerkani, de 43 años, condenado en Bélgica por ser el “arquetipo de mentor sedicioso” y propagar “ideas extremistas entre jóvenes agitados y frágiles”. Había ayudado a enviar jóvenes a Siria —entre ellos a Suleimane Abrini, hermano de Mohamed Abrini, el terrorista del sombrero del ataque en el aeropuerto de Bruselas—. Zerkani pescó en el caladero de Moleenbek, con Abdelhamid Abaaoud, cerebro de los atentados de París del 13-N, como principal discípulo.

Pero ni Zerkani, ni Benyettou, Ziyad o Choudary se mancharon las manos en la organización material de una masacre como lo hizo el imán de Ripoll. Para encontrar un precedente habría que irse a los atentados en Londres del 7 de julio de 2005. Entre los cuatro suicidas estaba Mohamed Sidique Khan, de 30 años, educador social de formación, mentor y líder de la célula terrorista.

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Sobre la firma

ÓSCAR GUTIÉRREZ
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales

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