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El independentismo afronta el futuro sin proyecto ni líderes

La situación en estos momentos no invita a pensar en una solución rápida

El presidente del Parlamento , Roger Torrent, ha hecho una declaración institucional.Foto: atlas | Vídeo: ALBERT GARCIA
Miquel Noguer

La devastación que reina en los partidos independentistas tras el encarcelamiento de buena parte de sus líderes comienza a dejar paso a las voces que llaman a ponerse manos a la obra para dar con la persona que pueda hacerse con la presidencia de la Generalitat y reconstruir el discurso. El candidato o candidata tendrá que estar, esta vez sí, libre de cargas judiciales y la duda está ahora en proponer a alguien con un perfil más radical, que pueda ser votado por los antisistema de la CUP, o por alguien más neutro, que pueda salir elegido con el concurso de otros grupos, como la marca catalana de Podemos.

Las caras largas y las lágrimas que ayer se podían ver por los pasillos del Parlament reflejaban que no solo en los partidos independentistas campa el desánimo. Diputados del PSC y de En Comú Podem, pero también de Ciudadanos, llamaban a pasar página. El trauma del encarcelamiento de hasta nueve líderes del independentismo y la orden internacional de detención que pesa sobre el resto complica mucho hacer política en Cataluña, reconocen todos. Pero a nadie se le escapa tampoco que el debate de investidura del pasado jueves ha puesto en marcha la cuenta atrás hacia unas nuevas elecciones si no hay un presidente elegido antes de dos meses. Y hoy por hoy nadie, o casi nadie, quiere estos comicios.

La situación en estos momentos no invita a pensar en una solución rápida. El bloque independentista está dividido entre los partidarios de mantener el pulso con el Estado cueste lo que cueste —abanderados por Carles Puigdemont y la CUP— y los que apuestan por vías más pragmáticas —encabezados por Esquerra y los diputados del PDeCAT que cohabitan dentro de la lista de Puigdemont—. Esta división es, precisamente, la que impidió que el jueves saliera elegido Jordi Turull en primera votación. La CUP dijo no a un candidato que no veía suficientemente duro en sus planteamientos. Los anticapitalistas también han avisado de que no darán el sí a ningún candidato que opte por volver a la vía autonomista.

Esta situación ha abierto un profundo debate en los dos grandes partidos independentistas, Esquerra y el PDeCAT, cada vez más partidarios de buscar nuevas alianzas. El problema es que estos partidos están atrapados por el discurso rupturista que llevan practicando desde hace años y que ahora no pueden cambiar de la noche a la mañana. Para hacerlo tendrán que recurrir a nuevos liderazgos y la elección del nuevo presidente ayudaría sobremanera a ello, admiten algunos de sus cargos intermedios.

“Lo que no podemos es continuar como hasta ahora; necesitamos un cambio de ciclo”, afirmaba ayer sin dudas un alto dirigente del PDeCAT en el Parlament. En líneas parecidas se expresaba uno de los hombres que Esquerra Republicana ha situado al frente de las negociaciones para formar Gobierno: “Se acabó lo de querer correr tanto, no podemos perder a más gente”. Ni unos ni otros renuncian a la independencia de Cataluña, pero entienden que ahora es más importante recuperar el autogobierno y ponerse a trabajar para que los estragos en sus filas no vayan a más.

Los próximos días ayudarán a ver como se asientan estas declaraciones de intenciones que ahora están hechas en caliente. La próxima batalla que se vislumbra entre ellos es la de proponer un nuevo nombre para la presidencia de la Generalitat. Junts per Catalunya, como partido independentista más votado, sigue teniendo prioridad sobre Esquerra a la hora de proponerlo. Pero dentro de esta candidatura que encabezó Carles Puigdemont comparten espacio precisamente las dos visiones enfrentadas del momento político.

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Desventajas de Elsa Artadi

Puigdemont, si no acaba detenido por la orden internacional reactivada por el Tribunal Supremo, quiere seguir influyendo y colocar en la presidencia a uno de sus fieles. Los nombres que se han barajado son tres. Inicialmente la favorita era Elsa Artadi, que fue mano derecha del expresidente en la Generalitat pero que tiene dos desventajas: ya no milita en el PDeCAT y muchos creen que se precipitó semanas atrás en sus movimientos sucesorios. Los otros dos nombres que han tomado cuerpo en el entorno de Puigdemont son el periodista Eduard Pujol y el historiador Quim Torra, que han tenido un protagonismo creciente los últimos días. El segundo tiene la ventaja de que podría llegar a tener el apoyo de la CUP dado su perfil más radical.

Pero el PDeCAT, aunque minoritario en la lista, tiene otras intenciones. Marta Pascal, coordinadora del partido, patrocina a personas de su confianza. En esta línea ha tomado consistencia el nombre de Marc Solsona, alcalde de Mollerussa (Lleida). Esta operación es especialmente complicada por la poca o casi nula ascendencia de Pascal sobre Puigdemont, pero el estrepitoso fracaso de todo lo que se ha hecho hasta ahora comandado por el expresidente puede dar alas a esta vía. Además, Pascal está hoy un poco más fuerte que hace tres días, ya que el juez Llarena la ha dejado fuera de la causa del procés, lo que facilita que pueda seguir en la vida política. La coordinadora del PDeCAT busca aliados para dejar atrás el procés y reconstruir un espacio soberanista en línea con el pragmatismo del actual Partido Nacionalista Vasco.

Esquerra Republicana mira con cierta distancia estos movimientos. Es quien más complicado lo tiene para cambiar el discurso. Y es que fueron sus líderes actuales, Oriol Junqueras y Marta Rovira, quienes más empujaron a Carles Puigdemont para que proclamase la independencia el pasado octubre. Ahora han cambiado el discurso y abogan por un independentismo pragmático, algo que mantiene desorientados a muchos de los suyos. La debilidad del partido también le impide, al menos por ahora, proponer un candidato, aunque, de hacerlo, este podría contar con las simpatías de Catalunya en Comú. Mientras todo esto ocurre, la cuenta atrás para la repetición de las elecciones va corriendo y el despacho de la presidencia de la Generalitat lleva vacío casi cinco meses.

 

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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