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opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Javier Fernández

El PSOE necesita un líder que se parezca mucho al presiente de la gestora

Francesc de Carreras
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Hace unos pocos años me invitaron a pronunciar una conferencia en un curso de verano patrocinado por la Fundación Jaime Vera, situada en la órbita del PSOE. Los invitados, como suele suceder en este tipo de cursos, pertenecían al campo académico y al político. El curso empezó el lunes, mi conferencia creo que tuvo lugar un jueves y, al día siguiente, se celebraba el acto de clausura, si no me equivoco, a cargo de Alfonso Guerra. Los alumnos eran en su mayoría, si no en su totalidad, miembros o simpatizantes del Partido Socialista.

Durante aquel día, en los ratos libres, tuve ocasión de hablar distendidamente con muchos de ellos, un poco de todo, también de la impresión que les habían causado los anteriores conferenciantes. En esto último, hubo unanimidad: el mejor, el más interesante, el que inspiraba mayor confianza era Javier Fernández. Lo que me transmitieron era que se trataba de una persona seria, de trato sencillo, con sólidos principios, bien formada, inteligente, de fiar. Intuí que se trataba de un socialista clásico, no un postmoderno de los que tanto abundaban ya por aquel entonces.

Hasta entonces no tenía referencias del personaje. Después, por diversas vías, se me confirmó este perfil. Por ello, cuando se produjo la dimisión de Pedro Sánchez y se decidió formar una gestora para dirigir el PSOE hasta un nuevo congreso, no me extrañó que todas las miradas convergieran por unanimidad en Javier Fernández. Suscitaba esa confianza porque tenía autoridad moral sobre todos. Era lo que me habían transmitido los asistentes al curso de la Jaime Vera.

En los casi tres meses transcurridos desde su nombramiento, esa impresión se me ha confirmado. Ya de entrada, en una larga entrevista en televisión, me di cuenta de que era hombre de pocas palabras, ideas claras, sensatez y sentido político. Encontró un partido revuelto, dividido y desorientado. El último año de Sánchez había resultado desastroso, ni el PSOE dejaba que se formase Gobierno ni tenía capacidad para encabezarlo.

Fernández y su gestora restablecieron el orden y tomaron la determinación que Sánchez no quiso o supo adoptar la misma noche de su primera derrota electoral: dejar formar Gobierno a quien había ganado por minoría y encabezar una oposición útil para sacar el mejor partido posible a la situación. Se ha dejado gobernar a Rajoy un año más, este es el resultado de tan torpe gestión.

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El PSOE necesita un líder, parece que Javier Fernández no quiere serlo, quizás tampoco es el más adecuado. Pero haría bien el PSOE en elegir uno con sus cualidades: seriedad, inteligencia, sensatez, principios socialistas. Si no es él, que se le parezca mucho.

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