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Victoria Camps: “Han fallado las concesiones de los extremos, del PP y Podemos”

La filósofa mantiene que el único pacto posible sin mayoría para la investidura era de mínimos

Miquel Alberola
La catedrática emérita de Filosofía Moral y Política Victoria Camps.
La catedrática emérita de Filosofía Moral y Política Victoria Camps.VICENS GIMÉNEZ

La filósofa Victoria Camps (Barcelona, 1941) es una persistente activista de la ética y de la democracia participativa. Ha escrito relevantes ensayos sobre el malestar de la vida pública, el civismo, la educación o la defensa de las mujeres. La catedrática emérita de Folosofía Moral y Política considera que en el fracaso de la legislatura no ha habido culpables, pero sí torpeza y demasiados prejuicios partidistas.

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Pregunta. ¿Se ha perdido una oportunidad con la convocatoria de nuevas elecciones?

Respuesta. Puede ser, pero también se aprende de los fracasos. Tal vez el fracaso en negociar sirva para afrontar la nueva negociación con actitudes distintas y no dilatar tanto el proceso.

P. ¿No sabemos pactar?

R. Es evidente que no. Los partidos no saben negociar porque su interés interno se antepone al interés general que, en este caso, era encontrar una salida para formar gobierno. Creo que el punto de partida de PSOE y Ciudadanos no era disparatado. Fallaron las concesiones de los extremos. No se pueden formar coaliciones sólo con los extremos. Hay que partir del centro. Han sido los extremos (PP y Podemos) quienes han roto las negociaciones o se han negado a negociar. Ha fallado la moderación.

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P. ¿Qué había en la Transición que falta ahora para anteponer los intereses generales a los partidistas?

R. En la Transición había miedo de caer en errores que abortaran el proceso hacia la democracia. La democracia como fin en sí misma consiguió agregar voluntades en principio muy dispares. En la situación actual, el objetivo debía haber sido ponerse de acuerdo sobre unos mínimos, las reformas más imprescindibles a juicio de todos. No debería ser tan difícil ponerse de acuerdo sobre eso, siempre que no se anteponga el deseo de derrotar al adversario a cualquier otro objetivo.

P. ¿Hay un solo culpable o varios?

R. Yo no hablaría de culpables, sino de torpeza. Demasiados prejuicios partidistas para conseguir acuerdos.

P. ¿Qué recomendaría a los protagonistas de este proceso fallido?

R. Diría que hay que ir con la idea de que negociar es ceder y sacrificar cosas, y que no hay pacto posible que no sea de mínimos, cuando la suma de unos y otros es insuficiente. Un pacto de mínimos deja insatisfechos a todos (partidos y electores), pero eso es bueno y es la única forma de conseguir acuerdos razonables.

P. ¿Unos nuevos comicios pueden desatascar la situación o la fragmentación parlamentaria no va a permitir más salidas que afrontar lo que ahora se ha evitado?

R. Posiblemente la situación resultante sea parecida, pero quiero pensar que la estrategia de los negociadores será más inteligente si han sido capaces de aprender de sus equivocaciones.

P. ¿Qué pasará si hay nuevas elecciones con un resultado muy parecido?

R. Ni idea, pero tendrán que cambiar de estrategia.

P. ¿El pluripartidismo está para quedarse o una decepción así puede reducirlo?

R. No lo sé. Pienso que lo que se instala para quedarse es un centro hasta ahora inexistente. Un centro-izquierda o centro-derecha. No acabo de ver que el bipartidismo, o la dicotomía izquierda-derecha, desaparezca del todo. No tendremos dos partidos, pero habrá dos tendencias.

P. ¿Debería el Rey haber tenido un papel más activo?

R. No creo que las funciones del Rey sean hacer más que lo que ha hecho. Ha hecho lo que le corresponde según la Constitución.

P. ¿Deberíamos ir a nuevas elecciones con los mismos candidatos?

R. El problema no son los candidatos sino los partidos y sus programas. Las propuestas personalizadas llevan a olvidarse de las políticas y las reformas que hay que llevar a cabo. No habría que centrar el debate en los candidatos.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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