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el futuro del PP

Los dirigentes del PP buscan la renovación al margen de Rajoy

Nadie se atreve a cuestionar en público el liderazgo del presidente del Gobierno en funciones

Javier Casqueiro
Mariano Rajoy se abraza a Juan Vicente Herrera.
Mariano Rajoy se abraza a Juan Vicente Herrera.CESAR MANSO (AFP)

En el PP son conscientes de que les ha llegado su momento de cambios internos, pero también de que siguen frenados. El liderazgo de Mariano Rajoy es aún indiscutible, porque nadie se atreve a cuestionarlo en público, pero bloquea las soluciones que empiezan a exigir los líderes territoriales: abrir el partido, primarias, eliminar aforamientos. Los dirigentes regionales buscan la renovación por su cuenta acuciados por las malas perspectivas electorales. Galicia, Euskadi y Valencia tendrán congresos extraordinarios; en Cataluña el relevo se ejecutó este fin de semana sin votación, y siguen provisionales los líderes en Baleares, Aragón y Madrid.

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La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y el vicesecretario de Organización, Fernando Martínez-Maillo, son los encargados de lidiar cada semana con las demandas de sus dirigentes territoriales para que la maquinaria del partido se ponga en marcha y se empiecen a ejecutar los cambios necesarios para actualizar una organización que sigue funcionando como José María Aznar la refundó en 1989. Rajoy recogió la herencia, el poder y los métodos de trabajo, así como el estilo presidencialista.

En el último congreso del PP, celebrado en Sevilla en febrero de 2012, su candidatura sin rival recaudó el 98% de los votos de los compromisarios presentes. Y repitió el modelo de contrapoderes con la continuidad de Cospedal al mando teórico del aparato y de Javier Arenas, su alter ego, en el control real de los territorios. Ya en La Moncloa, Rajoy se olvidó del partido, como le pasó a Aznar, y solo al final, tras el batacazo de las elecciones locales de mayo, realizó algún ajuste cosmético.

El enigma del Gobierno

El PP debía estar ahora ultimando los preparativos de su XIX Congreso Nacional. No es así. El cónclave se ha aplazado posiblemente para después del verano. El mandato de Rajoy es que los congresos, nacional, regionales y provinciales, se pospongan hasta resolver el enigma de la gobernabilidad de España. Pero la orden se descose con los meses de inacción, la acumulación de excepciones y las inminentes citas electorales. Los responsables territoriales buscan salidas por su cuenta.

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La dirección del PP ya ha asumido que antes de ese congreso nacional aún sin fecha se celebrarán cónclaves en Galicia, Euskadi y la Comunidad Valenciana. Eso por el momento.

En enero, el primero que acudió a la sede central para exigir la organización de su congreso autonómico fue el actual presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, eterno aspirante en las quinielas a la sucesión del presidente nacional. Feijóo estuvo con Cospedal y le trasladó la evidencia de que este próximo otoño habrá elecciones en Galicia y necesita ajustar el partido a la nueva situación, con un PP anclado en su pasado y la irrupción de las Mareas y otros movimientos de izquierdas. Cospedal concedió el plácet. Feijóo hará primero los congresos provinciales, donde situará nuevas personas de su confianza en A Coruña, Lugo y Pontevedra y transigirá con la continuidad de Manuel Baltar en Ourense. Luego, en abril, decidirá su futuro y si salta o no de hecho a la política nacional.

En la Comunidad Valenciana, la presidenta Isabel Bonig, que recogió el testigo tras la marcha del derrotado Alberto Fabra, se entrevistó con Cospedal y Maillo para pedir un congreso de refundación ante los destrozos de los casos de corrupción en su organización. Planteó cambiar incluso el nombre al partido, pero se lo rechazaron. Habrá congreso especial antes del nacional. Lo mismo ocurrirá en Euskadi, donde también hay elecciones en otoño, y que renovó a su presidente y candidato con la nominación de urgencia de Alfonso Alonso en una simple junta directiva tras la espantada de Arantza Quiroga.

El partido no pierde militantes ni en Valencia

La aún presidenta del PP en Madrid, Esperanza Aguirre, entregó la semana pasada, en presencia de la vicesecretaria nacional Andrea Levy, 250 carnés a nuevos militantes en esta agrupación, la cuarta en afiliados en España (94.006). Fue cuando Levy admitió que últimamente se está poniendo difícil ser del PP, algo que confiesan en privado numerosos dirigentes populares. “Caemos antipáticos, es ya un problema ético y estético”, concedió esta semana un candidato en ciernes autonómico.

En el equipo de Aguirre se han sorprendido tras comprobar que en el último año, tras los nuevos escándalos y los malos datos electorales, ha vuelto a aumentar la afiliación en 550 fichajes. Lo mismo ha sucedido en todas las federaciones del PP en el resto de España, incluida la Comunidad Valenciana, que ha subido más de 1.000 militantes y que es históricamente la segunda en afiliación (148.973), detrás de Andalucía (163.923). El caso más llamativo es Galicia, que pese a su limitado censo aporta al PP 101.207 carnés. Entre Andalucía, Valencia y Galicia suman la mitad de los 860.426 miembros del PP en toda España.

En una junta directiva, y sin votación, Rajoy refrendó este sábado con una salva de aplausos el relevo de hecho en Cataluña de Alicia Sánchez-Camacho por Xavier García Albiol, designado así coordinador hasta que pueda montar su cónclave.

Otras comunidades (Madrid, Aragón) también exigen cambios y están a la espera de sus congresos pero el freno de Rajoy empieza a ser especialmente desesperante en Baleares. El anterior presidente, José Ramón Bauzá, se marchó tras el fracaso electoral y su sustituto, Miquel Vidal, exigió un relevo rápido. No se ha producido. Cada semana que pasa surge un presunto aspirante nuevo en las islas.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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