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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El vuelo de la corneja

Monedero lanza el órdago, el lanzado es él y retrocede, sin ser capaz de sostener sus críticas anteriores

Antonio Elorza

Anuncio de ruptura y declaración de amor se han sucedido en la crisis de Podemos. Siempre hábil, Pablo Iglesias encauzó el debate hacia las inminentes elecciones, y los comentaristas aceptaron su propuesta: ¿perderá votos Podemos con la crisis Monedero? Sin embargo, el extraño suceso tiene otras facetas.

Para explicarlo, vale la pena aplicar el criterio sugerido por Tzvetan Todorov: ahondar en la “infracción al orden”, esto es, preguntarse por las ausencias y las contradicciones que interfieren en la lógica de la acción haciéndola incomprensible.

En el ‘Cantar del Mío Cid’ el córvido vuela primero hacia la izquierda y luego va hacia la derecha

Supongamos que Monedero es un adicto a la elección racional. Una vez planteada una enmienda de fondo al viraje táctico de Podemos, esperaba tal vez suscitar una discusión en el vértice, y eso pensaron muchos militantes. Cabía también una dimisión argumentada. Ni lo uno ni lo otro. No dimite, es dimitido, pues es Iglesias quien anuncia su dimisión, no él, sin otra referencia a su crítica que el ninguneo: no la comparte, pero es interesante. Y le invita a desplegar su vuelo como intelectual, manteniendo el “aguijón crítico” (que acaba de llevarle a las tinieblas exteriores). Además, el hombre feliz, liberado de la dirección —Andreotti no hubiese estado de acuerdo— ha elaborado sus ideas para Podemos. ¿Servirán de algo o le acompañarán en el vuelo? La respuesta, en el programa recién presentado: el cuento de la lechera sigue, pero de acabar con “el régimen de 1978”, nada, ya que los españoles “están orgullosos de sus instituciones”. Esto no es Juego de tronos, los italianos lo llamaban transformismo.

Para cerrar el círculo del absurdo, Monedero se lanza en su carta a una exaltación de Iglesias y a pedir a su Jefe que no ceje hasta asumir “el mandato de gobernar a nuestro país”. De las críticas en Radiocable, nada. El despropósito es total. Única explicación coherente: Monedero lanza el órdago, el lanzado es él y retrocede, sin ser capaz siquiera de sostener sus críticas anteriores. El asalto al cielo, al poder de P.I., tiene un único protagonista y un pensamiento único, el suyo, cambiante según las circunstancias. Segundos fuera.

Todo ello envuelto en el mar de almíbar en que se recrean habitualmente los cofundadores de Podemos —“compartiendo tranquilidad en medio de pinares”— frente al enemigo: “Sin la ponzoña de los medios ni sus enredos que envilecen”. Todo un folletón.

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El vuelo emprendido tendría su correspondencia en el de la corneja, un córvido que toma escasa altura, pero que posee el don de marcar las direcciones. En el Cantar del Mío Cid, la corneja vuela primero hacia la izquierda y luego va hacia la derecha. Ahí estamos.

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