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Rajoy rechaza un pacto de Estado y solo acepta apoyo a sus reformas

El presidente negociará pensiones, corrupción, Administración y mercado único

Rajoy, ayer en el Congreso.Foto: reuters_live | Vídeo: GORKA LEJARCEGI / REUTERS-LIVE

Mariano Rajoy acudió ayer al pleno del Congreso a intentar conjurar el pesimismo que dejaron hace dos semanas la presentación de sus programas de reformas y la revisión de las previsiones económicas, que retrasan la creación de empleo a la próxima legislatura. También acudió para defender su política económica, reivindicar los resultados de sus primeros 15 meses en el Gobierno y confirmar que no piensa salir de la vereda en la que se mantiene, por más que se lo pidan todos los grupos parlamentarios e importantes dirigentes de su partido. Que abandonen toda esperanza los que cuestionan su gestión, porque advirtió ayer de que no va a atender “propuestas de cara a la galería ni frivolidad alguna”. Cortó y pegó el discurso del lunes ante la dirección de su partido y ratificó que “no va a haber cambio de rumbo”.

Los demás portavoces le pidieron, de forma unánime, un pacto de Estado global y de mínimos para hacer frente a la situación de emergencia de los 6,2 millones de parados, pero el presidente del Gobierno siguió su camino. El pacto de Estado que le exigieron los portavoces él lo troceó hasta dejarlo en acuerdos parciales de adhesión a las medidas que, en distinto grado de avance, tiene en marcha: pensiones, reforma de la Administración, reforma local, corrupción y mercado único.

Las pensiones ya fueron recortadas por decreto al margen del pacto de Toledo y están a la espera de conversaciones con sindicatos y patronal para reformas más profundas. Las medidas contra la corrupción se centran en la Ley de Transparencia, que ya se tramita en el Congreso, y en el desarrollo de un informe del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales que el Gobierno no ha entregado a los partidos. La reforma local fue negociada sin éxito con el PSOE durante meses, el anteproyecto fue aprobado en el Consejo de Ministros el 15 de febrero y su contenido no lo comparten ni los alcaldes del PP. La reforma de la Administración depende de una comisión interna creada en La Moncloa para estudiar qué organismos se pueden eliminar en una futura ley de bases. Y la ley del mercado único acaba de ser remitida a las Cortes.

Alfredo Pérez Rubalcaba (izquierda) y Luis de Guindos conversan, ayer, en el Congreso.Foto: reuters_live | Vídeo: GORKA LEJARCEGI / REUTERS-LIVE

“No puedo hacer una política económica como la que nos ha traído hasta aquí, porque para eso no me he presentado a las elecciones” y “sobre los pactos de Estado claro que es mejor dialogar que no, pero hay que ver para qué, porque si es para retroceder, no. Es mi obligación decirles que en eso no puedo ceder. No quiero engañar a nadie”, dijo el presidente del Gobierno para dejar claro que está cómodo en su mayoría absoluta y no ve necesidad de pedir ayuda al resto de los grupos. Incluso negó autoridad moral al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, para ofrecer acuerdo alguno. En la intervención de Rajoy no hubo ni una sola medida nueva, ni atisbo de iniciativa política que recupere el pulso ante las cifras dramáticas de paro y el pesimismo ciudadano. Según sus colaboradores, ayer no tocaba. Por eso el listado de medidas lo pusieron sobre la mesa los portavoces de la oposición, llenando el hueco inmenso que dejó el presidente.

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Especialmente Rubalcaba, que hizo un discurso crítico, pero constructivo, en el que reiteró sus peticiones para que desde Europa se inyecte dinero que ayude a la recuperación. Incluso cuando el presidente frenó sus ofertas de pacto, no desfalleció y le anunció que le hará llegar una propuesta “metodológica” para un “gran acuerdo” que haga frente a la “dramática” situación de España.

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Cayo Lara (IU) le entregó a Rajoy sus propuestas contra el paro y le pidió elecciones. Josep Antoni Duran (CiU) le pidió: “No se peleen más; la gente no quiere vernos peleando, sino juntos, quiere un pacto de Estado, y eso es posible”. Rosa Díez (UPyD) le reclamó liderazgo y reiteró su propuesta de reforma constitucional. Y Aitor Esteban (PNV) propuso un “mínimo suelo de entendimiento común”. Pero Rajoy no quiere rescate ni de Europa ni del resto de los partidos. Como dejó claro el portavoz del PP, Alfonso Alonso, el Gobierno “no se deja arrastrar por cantos de sirena y mantiene el rumbo marcado”.

Para insuflar optimismo, el presidente dijo que “queda mucha tarea, pero llegará la cosecha, esto empieza a funcionar”, “hemos salido de lo peor” y “hay datos positivos”. Con el escaso grado de entusiasmo que le es propio, se lanzó tanto por la vía del optimismo que dos veces tuvo que aclarar que hablaba “sin ningún asomo de triunfalismo”.

Lo más importante para él es que nadie le pregunta ya si va a pedir el rescate a Europa, porque gracias a sus medidas ha logrado rebajar la prima de riesgo y ha conseguido que Europa flexibilice las exigencias de reducción del déficit. Con las nuevas exigencias “no hay cambios de rumbo en la política del Gobierno, pero sí un marco para movernos con mayor holgura” y no son precisos nuevos recortes.

Sobre las negras previsiones que ha hecho, reiteró que se trata de ser realistas y hacer lo posible para que no se cumplan. Y gran parte de su discurso y réplicas volvieron a centrarse en la crítica póstuma a José Luis Rodríguez Zapatero. Tanto insistió, que el líder de la oposición terminó por sumarse al entierro político del anterior presidente y, visiblemente molesto, le respondió: “Ni la de Zapatero ni la de Rajoy, yo le propongo la política de Rubalcaba”.

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