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La protesta del 25-S en el Congreso acaba con cargas, 64 heridos y 35 detenidos

Los agentes han cargado contra grupos de manifestantes en los momentos de mayor tensión

Foto: overonaelpais | Vídeo: EL PAÍS LIVE

El descontento de parte de la ciudadanía por los recortes y su distanciamiento de la clase política se volcó este martes en un episodio inédito. Miles de personas (6.000, según los datos de Delegación de Gobierno), muchas de ellas llegadas de otras comunidades, acudieron a la llamada de un grupo de activistas a dar un paso más en la muestra de su descontento cercando el Congreso de los Diputados. Aunque los convocantes insistieron hasta el último momento en el carácter pacífico de la protesta, la tensión entre asistentes y policías fue subiendo y acabó con varias cargas. En la noche del martes había un total de 28 detenidos, según los datos de la Delegación del Gobierno, y unos 64 heridos, 16 de los cuales fueron trasladados a centros hospitalarios (uno de ellos grave, aunque la policía señala que tenía una lesión medular previa producto de un accidente de tráfico, informa F.  J. Barroso). Entre los lesionados había 27 agentes, según el Samur. Las cargas llegaron, a última hora, hasta los andenes de Atocha. Este miércoles, fuentes policiales han realizado un nuevo balance de detenidos, que asciende a 35.

A partir de las siete de la tarde del martes, cuando se produjo la primera carga policial, se sucedieron momentos de tranquilidad y caos. A las nueve de la noche, los antidisturbios, que ya habían entrado en la plaza, intentaron dispersar por la fuerza a los manifestantes y dispararon salvas. Muchos congregados trataron de huir metiéndose por algunas callejuelas aledañas al Congreso y acabaron entre dos cordones. La policía sostuvo para argumentar su intervención que algunos manifestantes violentos comenzaron a tirar botellas, pilas y otros objetos. Algunos de los participantes en las protestas de Madrid golpearon a agentes. Las duras cargas policiales que se sucedieron sobre los concentrados dejaron impactantes imágenes de manifestantes ensangrentados.

La policía cerró varios anillos en torno a la Cámara para impedir el paso a los concentrados

La policía cerró varios anillos en torno a la Cámara baja para impedir el paso a los manifestantes. Durante toda la tarde, algunos asistentes a la manifestación intentaron acercarse lo más posible por los distintos accesos que dan al Congreso, que está rodeado por 13 callejuelas. Unos lo intentaron por la calle de Cedaceros, otros por la de Zorrilla, otros por la carrera de San Jerónimo y el grueso lo hizo por la plaza de Neptuno, el único punto autorizado por la Delegación del Gobierno pasadas las seis de la tarde. La delegada, Cristina Cifuentes, ha insistido durante estos días en que las manifestaciones frente al Congreso están prohibidas cuando hay actividad parlamentaria. El Código Penal las tipifica si alteran “su normal funcionamiento”.

En un momento de la tarde noche, al salir del cordón policial, un periodista que trabajaba dentro de la zona cercada fue confundido con un político e increpado con saña por algunos manifestantes: “¡Es un político!”, gritaba uno. “¡No, es un guardaespaldas!”, decía otro. “¡No, es un tertuliano facha!”.

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El objeto de la acción, con el lema Rodea el Congreso era manifestar a los políticos el hastío de los ciudadanos e iniciar “un proceso constituyente”, según los organizadores. Que el enfado de muchas personas que acudieron a la cita era mayúsculo se palpaba el martes en la calle. “Yo he venido para que los políticos vean cara a cara mi sufrimiento”, decía Mamen Gubas, una desempleada de 41 años procedente de Bilbao. Entre los asistentes había indignados pero también parados, estudiantes, amas de casa y personas mayores procedentes de Andalucía, Aragón, Cataluña, Valencia o Galicia, entre otros.

Despejaron la plaza de Neptuno disparando pelotas de goma

Alberta Matarán y Francisco Mármol llegaron el martes por la mañana desde Granada “para decir a nuestros representantes que no estamos de acuerdo con el atropello a la ciudadanía". El autobús en el que viajaban fue uno de los abordados por la policía para identificar a sus ocupantes. “Pido a nuestros representantes que cuiden al pueblo y lo protejan de los mercados financieros”, decía el sacerdote Joaquín Sánchez, venido desde Murcia con otros activistas.

Pelotas de goma para despejar Neptuno

Más de 1.300 agentes procedentes de 30 de los 52 grupos de las Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional, venidos de toda España, fueron desplegados en Madrid. El motivo de este gran dispositivo, según la policía, fue la dificultad para calcular la asistencia a las manifestaciones convocadas, como esta, por redes sociales. En total había tres anillos de seguridad en torno al Congreso, dos de los cuales se cerraron a cal y canto antes de las seis de la tarde. Un grupo de guías caninos más algunas unidades de caballería completaban el dispositivo. Al frente de todo, entre los agentes de Neptuno, estaba el comisario general de Seguridad Ciudadana, Florentino Villabona.

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No había forma de traspasar las vallas que habían cerrado el acceso a la carrera de San Jerónimo desde Neptuno. O eso parecía. Hasta las siete de la tarde, la única incidencia había sido el arresto de un hombre que se había subido a una valla, horas antes, con una bandera del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) de Juan Manuel Sánchez Gordillo. Entonces, un pequeño grupo trató de romper parte de la valla de uno de los extremos de la plaza y la policía intervino. Fue cuando se produjo la primera carga y se llevaron a los primeros detenidos. Los agentes entraron y desalojaron por la fuerza a todos los que estaban pegados a la valla, ocupando la parte de la calle más cercana al cordón policial. Una de las mujeres, sin un zapato y con los pantalones rotos, pedía a los agentes que no la separaran de sus dos compañeros. Un trozo de valla fue lanzado a los agentes en medio de la trifulca.

La intervención, y los primeros arrestos, calentaron los ánimos en la plaza de Neptuno. Varios grupos de agentes pasaron la valla para controlar a los manifestantes, esta vez con material antidisturbios. Pero en ese momento aún no se estaba desalojando la plaza entera. Un policía le decía a uno de sus subordinados, que seguía caminando al frente: “No vamos a retroceder ni un centímetro, pero tampoco vamos a avanzar. ¿Has entendido?”. En medio de la crispación, una señora se acercó a los agentes. Con voz alta, nerviosa y entre lágrimas, les recriminaba que no les dejaran acercarse al Congreso: “¿Pero qué esconden ahí? Díganme. ¿Por qué no podemos pasar? Esa es nuestra casa. Es nuestra”.

Dos horas después la situación se recrudecía con sucesivas cargas que incluyeron el lanzamiento de pelotas de goma y que acabaron con el desalojo de gran parte de la plaza. Esta vez, todo empezó cerca de la fuente de Neptuno, alejada de las vallas que impedían el acceso al Congreso. Según la policía, el origen fueron los objetos que empezaron a lanzar algunos manifestantes. Los arrestos se sucedieron, hasta llegar a los 35 detenidos, mientras los asistentes denunciaban cargas indiscriminadas. Uno de los arrestados era un hombre mayor a quien los agentes llevaban con el rostro tapado y que se tiró al suelo pidiendo por favor que no le hicieran daño. En ese momento, las imágenes de lo que estaba sucediendo eran ya noticia de primera página en la prensa nacional e internacional. A las once de la noche, centenares de manifestantes seguían aún en la plaza, algunos increpando a los policías. Muchos de los que se quedaron hasta tarde eran jóvenes, pero no solo. Una desempleada que pasaba de los 50, rodeada de sorprendidos veinteañeros, reivindicaba su derecho a protestar todo lo que quisiera ante el Gobierno y los políticos por la situación de España.

Que la manifestación se saldara con incidentes no es una buena noticia para los ocho organizadores imputados por la Audiencia Nacional. Uno de ellos, Chema Ruiz, explicaba que su intención en principio era disolver a la gente al final de la noche. El grupo pretende dar “continuidad” a su acción, aspira a atraer a más colectivos y a seguir convocando movilizaciones. El martes a última hora, los manifestantes decidieron regresar el miércoles a las siete de la tarde a Neptuno.

Penas y multas

El Código Penal castiga como delito contra las instituciones del Estado a los promotores de manifestaciones que alteren el normal funcionamiento de las Cortes.

- Incurrirán en la pena de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses los que promuevan, dirijan o presidan manifestaciones u otra clase de reuniones ante las sedes del Congreso de los Diputados, del Senado o de una Asamblea legislativa de comunidad autónoma, cuando estén reunidos, alterando su normal funcionamiento.

- Incurrirán en la pena de prisión de seis meses a un año quienes, sin ser miembros del Congreso de los Diputados, del Senado o de una Asamblea legislativa de comunidad autónoma, perturben gravemente el orden de sus sesiones. Cuando la perturbación del orden (...) no sea grave, se impondrá la pena de multa de seis a doce meses.

- Las penas se elevan de tres a cinco años de prisión para los que invadan por la fuerza el Congreso de los Diputados (art. 493) o intenten penetrar con armas para presentar peticiones (art. 495).

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