_
_
_
_
_

Hamburgo, ¿última estación para Puigdemont?

El expresidente catalán aguarda en esta ciudad alemana saber si será finalmente extraditado a España o no

Silvia Ayuso
Fotografía capturada del video difundido en el twitter oficial del expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont,desde Hamburgo.
Fotografía capturada del video difundido en el twitter oficial del expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont,desde Hamburgo.EFE

Para Carles Puigdemont, Hamburgo no va a tener términos medios. Esta ciudad del norte de Alemania puede ser la última estación de su largo periplo por ciudades europeas huyendo de la justicia española. O se convertirá en el símbolo de su victoria ante el Gobierno en Madrid, si sus abogados consiguen convencer a los jueces del Tribunal Constitucional alemán para que revoquen la extradición por delito de malversación —que no por rebelión, la primera de sus victorias en la justicia alemana— decretada por el Tribunal Regional Superior de Schleswig Holstein. Mientras, el expresidente catalán espera en esta ciudad, o en algún pueblo de sus alrededores, alejado de miradas indiscretas y protegido con el máximo celo por el puñado de fieles que son los únicos que conocen su dirección concreta, más allá de las autoridades alemanas que lo liberaron bajo la condición de saber en todo momento dónde se encuentra.

Más información
La Justicia alemana decide extraditar a Puigdemont solo por malversación
Miles de manifestantes reclaman en Barcelona la libertad de los políticos presos

Eduardo Alonso es una de esas personas personas que podría conocer la nueva dirección alemana de Puigdemont. Si lo hace, cosa que él niega vehementemente, desde luego guarda silencio absoluto, como todos los íntimos del expresidente. En cualquier caso, Alonso se ha ganado a pulso la confianza de Puigdemont. Nada más conocer su detención en Alemania, este gerundense lo dejó todo —“rompí las vacaciones con mis hijos y partí para Alemania”, cuenta, para plantarse en la cárcel de Neumunster donde el expresident había sido ingresado tras su detención al cruzar la frontera con Dinamarca, en atención a la euroorden que pesa sobre él. La policía alemana le dio permiso para aparcar la furgoneta en la que había llegado frente a la cárcel. Ahí pernoctó durante los 12 días que Puigdemont permaneció retenido hasta que logró la libertad condicional bajo fianza. Lo siguió a Berlín y, cuando en junio el expresident se trasladó a Hamburgo, también él cambió de ciudad.

Son ya más de tres meses los que este hombre, que asegura actuar por iniciativa propia y que se costea él solo toda esta aventura, vive a la sombra de Puigdemont en Alemania. Y así seguirá, dice, “hasta que salga” libre y se corrija lo que considera “una injusticia terrible”.

El fervor de activistas independentistas catalanes como Alonso contrasta con la relativa indiferencia de los alemanes. Puede, como señalaba el Sueddeutsche Zeitung esta semana, que vean con una cierta simpatía la causa independentista catalana. Pero tampoco se rasgan las vestiduras por un asunto que, en el día posterior a la decisión judicial de Schleswig Holstein, apenas mereció unas líneas en los principales diarios del país.

De hecho, si Hamburgo anduvo revolucionado estos días no es por el caso Puigdemont sino por Pierce Brosnan. El actor irlandés está de promoción de su última película, Mamma Mia 2, y con ella ha recalado en la ciudad a la orilla del Elba, que le ha dedicado sus portadas locales. Y si algo preocupa a los hamburgueses no es dónde puede estar alojándose el expresidente catalán, sino dónde ver mejor el triatlón —el mayor del mundo, según la Unión Internacional de Triatlón— que se celebra este fin de semana en el centro de la ciudad portuaria. Que además coincide con el Schlagermove, el gran festival de la música pop que convierte desde 1997 al centro de Hamburgo en un gigantesco carnaval kitsch con los grandes éxitos de las últimas décadas como protagonista absoluto. Un imprescindible de esta ciudad que puede llegar a convocar hasta casi medio millón de personas en Hamburgo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Con tanta afluencia, la quincena de activistas que el mismo viernes que se conoció que Alemania solo extraditará a Puigdemont por malversación se congregaron en el centro de Hamburgo en apoyo del ex president, quedó como una gotita de agua del Binnenalster, el lago interior de la ciudad hanseática junto al que se manifestaron. Aun así, esa podría haber sido una buena ocasión para que reapareciera Puigdemont. Pero el expresidente prefirió mantener la discreción que ha extremado desde que se mudó de Berlín agobiado, según uno de sus abogados, por su gran exposición y el hasta acoso que llegó a sufrir cuando se paseaba por las calles de la ciudad alemana.

El secretismo sobre su domicilio hamburgués es total. Y Hamburgo, con 1,7 millones de habitantes, la segunda mayor ciudad de Alemania, es un lugar fácil para jugar al despiste. Aunque el ex presidente catalán asegura —como pone incluso en su cuenta de Twitter— estar en esta ciudad-Estado, bien podría alojarse en una de las múltiples localidades aledañas, desde pueblitos a ciudades dormitorio que oficialmente forman parte de los estados federados vecinos de Schleswig Holstein y Baja Sajonia, aunque muchos de sus vecinos digan, como Puigdemont, vivir “en Hamburgo”.

A sus seguidores sin embargo no les gusta nada que se diga que el expresident se esconde.

“Esto es mucho más tranquilo y creo que desde un principio también se ha apostado mucho más por una discreción que, quizás, a lo mejor no se planteó desde el primer momento, porque la situación superó a todo el mundo”, considera Bàrbara Roviró, representante de ANC en Hamburgo, ciudad en la que vive desde hace 11 años.

“El presidente nunca se ha escondido”, sostiene Alonso. “Cuando ANC Hamburgo ha hecho algún evento, él ha venido encantado, nos ha atendido y hemos podido conversar con él”. Estas ocasiones han sido sin embargo más que contadas. Hasta el momento, Puigdemont solo se ha presentado en un acto público en Hamburgo. Fue el 23 de junio, cuando recibió en una ceremonia organizada por Omnium Cultural y ANC la Flama del Canigó, una celebración catalana asociada al solsticio de verano. Pese a la lluvia que caía ese día en Övelgönne, la zona de playa del río Elba muy popular entre los hamburgueses en cuanto sale un tímido rayo de sol, el evento fue un éxito, asegura Roviró.

“La Flama fue como una bomba de oxígeno, porque verle, verle bien, verle fuerte ha significado mucho para la gente que trabaja en el día a día” para reclamar su puesta en libertad, afirma. El camino puede ser largo aún, dependiendo de lo que decida la justicia española y de los recursos que presenten los abogados de Puigdemont. Este, que no ha ocultado su intención de regresar en cuanto sea posible a Bélgica, donde instaló el año pasado su cuartel general de “resistencia”, permanecerá por el momento en Hamburgo, más o menos visible, según le convenga. “Solo le queda esperar”, constata Roviró. Y al fin y al cabo, señala con una sonrisa, “Alemania no le desagrada. De momento, no es un país que le esté tratando mal”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_