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“Los chavales van con más respeto”

El caso de La Manada marca la fiesta ante el hartazgo de las cuadrillas

Un hombre duerme en un banco de Pamplona durante el primer día de San Fermín. En vídeo, 24 horas en los sanferminesVídeo: PABLO BLÁZQUEZ (GETTY)
Manuel Viejo

Nunca se miró con tanto desprecio un gol en un bar durante un Mundial. Sobre las 16.40 del viernes, Varane subía a las alturas, anotaba un testarazo y ponía el 0-1 para Francia ante Uruguay. Dio igual. De fondo sonaba Zucchero: "Seamos fuego en el cielo, llamas en lo oscuro, what you say? Baila, baila morena...". De cerca, un tibio grito de gol de un muchacho hizo girar la cabeza a unos pocos. Se permitieron el lujo de hacer un ultraje a la repetición. Y a otra ronda, que es Pamplona, que es calle Estafeta, que es el Mundial de las fiestas, que es San Fermín.

Por los rincones huele a vinagre, a vino fuerte, a orina, a jolgorio, a un año marcado por la sentencia de La Manada. "Llevo concediendo entrevistas desde hace un mes y en todos los sitios es lo mismo: La Manada y las agresiones", responde por WhatsApp Imanol Azkona, presidente de la Federación de Peñas de Sanfermines. El mensaje de rechazo es idéntico en todas las cuadrillas de navarros de 18, 20, 30, 40, 50 años. "Lo que tenéis que contar los medios es que aquí acogemos a todos como en casa, que se denuncia, que estamos concienciados y que esto es mucho más que esos violadores", dice Aitor, de 31 años, mientras el reloj marca las seis y se empieza a entonar el Riau Riau en la pequeña gran Plaza del Ayuntamiento.

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Muy cerca, un grupo de cuatro extremeños hace botellón. "Desde que ha pasado lo que ha pasado", dice Ismael García, de 34 años, "estamos más parados a la hora de entrarle a una tía". Al debate se une su colega Javier Barroso, de 25: "Este es el tercer año que venimos y esto antes era un espectáculo. Ahora me tiene que decir ella algo, no vaya a ser que... (levanta los brazos y junta las muñecas como si le esposaran)".

En la fuente de Navarrería está el Palacio del Marqués de Rozalejo. Hace unos meses fue okupado. Luis Ruiz, de 61 años, ha instalado un puestito donde vende chapas con emblemas feministas por tres euros: "Ahora veo que los chavales van con mucho más respeto, saben qué es lo que está bien y lo que no, se implican más".

A tres minutos a pie está el mítico Café Iruña de la Plaza del Castillo donde Hemingway decía: "La gente buena, si se piensa un poco en ellos, siempre ha sido gente alegre". 10 horas después, los litros de alcohol corren por las venas. Algunos parecen zombis, otros vomitan entre contenedores, otros siguen sonrientes, otros se besan en pequeños escondites.

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En los alrededores de la Plaza de Toros están las casetas. Hasta aquí ha venido un grupo de veterinarios que se hacen llamar Los Pelochos. Llevan pelucas de colores al estilo de Maradona en los 80. Rodrigo Martín, de 43 años, opina: "Lo de La Manada es un caso puntual de unos malnacidos. Este es el quinto año que venimos. Es una fiesta increíble por la gente de aquí, por el ambiente".

A una hora del primer encierro, se cantan las típicas canciones de cierre: "Porque cantando se alegran, cielito lindo..." . Sergio y sus colegas, de 25 años, llegaron en coche de San Sebastián a las 20.00. No tienen techo, seguirán de empalmada: "Conseguir drogas es fácil, como todos los años. Y aquí se puede entrar a las tías sin problemas". Al quite, entra un amigo bastante borracho y suelta: "Mira, la que es una guarra, es una guarra". Sergio zanja: "Cállate, anda".

Tras el encierro, la fiesta sigue, claro. No se para nunca. No hay tacones ni zapatos. Solo la indumentaria blanca y roja. Algunos, eso sí, con pañuelos morados. Una charanga ameniza los churros, las cañas, los cafés. A las 9.30 algunas tiendas vuelven a abrir. Los que no tienen cama duermen en coches, furgonetas, bancos, jardines. En el centro, en un escaparate, se venden camisetas blancas con una frase estampada de negro: "La Manada son 8: cinco violadores y tres jueces".

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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