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ANÁLISIS
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La derrota de Cospedal empezó en Ankara

Desde la capital turca, Rajoy resolvió la batalla interna en Andalucía en 2014 y apostó por un hombre de Santamaría. Ahí empezó todo

Dolores de Cospedal en la rueda de prensa tras conocerse el resultado de las primarias.Vídeo: EFE | EUROPA PRESS
Carlos E. Cué

La batalla por el poder en el PP empezó hace mucho tiempo. Siempre lo negaron, pero Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal llevaban años preparándose para este momento. Conocían a Mariano Rajoy y la situación interna del PP, y sabían que esta vez no habría dedazo. El presidente no quería ni podía hacerlo. Sabían que habría batalla abierta y los territorios y sus barones provinciales serían la clave de todo. Por eso durante todos esos años, en cada renovación de dirigentes territoriales, ellas y sus aliados lucharon a muerte para colocar a alguien de su cuerda que les debiera ese favor muchos años después, cuando llegara este congreso extraordinario.

Todas las batallas sumaban, pero una fue definitiva. Cospedal sufrió su peor derrota política este jueves, pero empezó a perder un martes, 11 de febrero de 2014. Justo antes de tomar el avión para Ankara, donde tenía una cumbre bilateral con Recep Tayyip Erdogan, Mariano Rajoy tomó una decisión clave: el nuevo líder andaluz sería Juan Manuel Moreno, un hombre muy cercano a Santamaría y a Javier Arenas, y no José Luis Sanz, el candidato de Cospedal y Juan Ignacio Zoido. Cuatro años después, los votos en Andalucía, la comunidad donde más gente ha participado, han sido claves para explicar la derrota de Cospedal. 5.581 apoyos para Sáenz de Santamaría frente a 2.907 de la secretaria general. Si su gente hubiera logrado ocupar el poder en Andalucía en esa crisis de Ankara de 2014, la historia del PP podría haber sido diferente. Una vez más, Javier Arenas, el hombre fuerte de esta comunidad y enemigo eterno de Cospedal, fue clave para frenarla.

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En Andalucía empezó a fraguarse la trabajada victoria de Sáenz de Santamaría que tiene también otros puntos clave, como Castilla y León, su tierra, y la Comunidad Valenciana, además de un respaldo entre las bases en toda España muy superior al que le otorgaban sus enemigos, que insistían en que no tenía ninguna posibilidad de ganar porque no tenía conexión con los militantes. Los votos gallegos, que apostaron mayoritariamente por Cospedal en línea con los mensajes a su favor lanzados con discreción por Alberto Núñez Feijóo, fueron mucho menos de los previstos –en esta comunidad votó muy poca gente, a pesar de que en teoría es una de las que tiene más militantes- y no sirvieron para compensar el varapalo que se llevó en otras comunidades.

Pero esa batalla que empezó en Ankara no terminó en Andalucía. Siguió por toda España en los años siguientes, por ejemplo en el País Vasco, donde Santamaría volvió a ganar la partida con el apoyo de Rajoy. Pero la secretaria general no se rendía. Creía contar con una baza especial: Madrid. Allí, con su apoyo pero siempre por orden de Rajoy, se colocó Cristina Cifuentes, una persona que debía su ascenso, según ella misma confesaba, al empeño personal que tuvo Cospedal para que ella fuera delegada del Gobierno. Desde allí saltó a la fama, después a la Comunidad y más tarde se hizo con el control del partido. Madrid estaba llamado a compensar a favor de Cospedal el enorme peso de Andalucía.

Cifuentes cayó por el escándalo de su máster pero su sucesor, Ángel Garrido, mantuvo la lealtad a Cospedal. Aún había partido. La secretaria general y su gente empezaban a hacer números ante la posibilidad de que Alberto Núñez Feijóo, el sucesor natural, decidiera no competir. Pero justo cuando estaban en esa duda, con la idea de que la victoria era posible, se coló Pablo Casado, que rompió todos los planes de la número dos del PP y le ha dado un descomunal repaso precisamente en Madrid, la comunidad que debía compensar a la sorayista Andalucía. Cospedal sabía que Casado era su gran problema e intentó convencerle de que se integrara en su candidatura para luchar juntos contra Santamaría, pero el joven diputado se negó en redondo. Él creía que podía ganarle a Cospedal. El tiempo ha demostrado que acertó.

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Todos los planes empezaron a fallar con el impulso de Casado en los sectores a los que Santamaría no llegaba, sobre todo los más conservadores y los más militantes, los que Cospedal aspiraba a ganar sin problemas. En la Comunidad Valenciana, otro gran feudo, el repaso fue también descomunal: Casado casi triplicó sus votos. En Castilla y León los cuadruplicó. Incluso en Castilla-La Mancha le arañó 1.113 votos. Cospedal empezó así a morir en la crisis de Ankara, cuando perdió Andalucía, pero terminó de hacerlo con la irrupción de Casado. Ahora todos están pendientes de sus movimientos. Ya no puede reinar, pero aún puede decantar quién lo hará. O no.

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