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De Ermua a Madrid, el PP se moviliza con las víctimas de ETA

Los candidatos a suceder a Rajoy apelan a la memoria del terrorismo para confrontar con el Gobierno

Juan José Mateo
Pablo Casado y Asier Antona, durante un acto en Gran Canaria.
Pablo Casado y Asier Antona, durante un acto en Gran Canaria. Elvira Urquijo A (EFE)

Colocado frente a un atril en el salón más solemne de La Moncloa, Mariano Rajoy anuncia que ETA no obtendrá contrapartidas por dejar las armas. Es 4 de mayo, y el aún presidente no puede imaginar lo que pasará solo un mes y medio después. El triunfo de la moción de censura de Pedro Sánchez abre una guerra por el poder en el PP que tiene en el terrorismo uno de sus temas estrella. La defensa de las víctimas sirve a los candidatos para criticar al presidente del Gobierno socialista, al que acusan de haber llegado al poder tras alcanzar un pacto oculto con Bildu (algo que el PSOE siempre ha negado). Los aspirantes anuncian movilizaciones si hay un acercamiento de presos al País Vasco. Y así, juntos en la mención de ETA, intentan despertar a las bases populares, petrificadas tras 40 años sin casi participar en la vida interna del partido.

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Todo empieza en Ermua y Alsasua. Domingo 24. Segundo día de campaña. Pablo Casado homenajea a Miguel Ángel Blanco en el País Vasco — “Aquí, justo cuando el pulso de un joven concejal de nuestro partido dejaba de latir, comenzó a latir el de España con más fuerza que nunca” — y a la Guardia Civil en Navarra —“No me dan pena las familias de los terroristas porque estén lejos, me dan pena las familias de las víctimas que tienen que ir a poner flores en los cementerios”—.

En la misma semana, Soraya Sáenz de Santamaría evoca a otros asesinados por los terroristas. Ocurre en Málaga. José María Martín Carpena; Gregorio Ordóñez, Alberto Jiménez Becerril... desgrana la lista de víctimas.

Y ayer, un día después de un mitin en Madrid en el que la rodearon familiares de víctimas como Mari Mar Blanco o Manuel Giménez Larraz, María Dolores de Cospedal hace la primera oferta de un candidato al resto en toda la campaña electoral.

“Pido que hagamos una declaración conjunta rechazando esa política que está haciendo el presidente del Gobierno de vulnerar la memoria, la dignidad y la justicia para las víctimas del terrorismo”, dice la secretaria general del PP. “Hay que dejar bien claro que hubo asesinos y asesinados”.

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“En la genética del PP está no negociar con ETA”, responde Sáenz de Santamaría, que propuso la alternativa de que todos suscribieran aquel discurso de Rajoy del 4 de mayo, poniendo en valor el papel del último Gobierno del PP, del que ella formó parte.

“Cualquier iniciativa que vaya encaminada a reivindicar la memoria de las víctimas y a dejar muy claro que el PP jamás va a aceptar ningún tipo de contraprestación a los que mataban por dejar de hacerlo, por supuesto cuenta con todo mi respeto”, contesta Casado, que estos días tuitea fotos suyas en manifestaciones contra el acercamiento de presos.

¿Por qué los tres favoritos a suceder a Rajoy coinciden en subrayar este tema en su campaña?

“El núcleo duro del PP, que es el que va a votar en estas primarias, siempre se enciende mucho con los asuntos que tienen que ver con la unidad de España y en particular con ETA”, responde Luis Arroyo, director de asesores de comunicación pública. “Son mensajes que movilizan”, sigue. “Los militantes no están pensando en propuestas concretas. Quieren ver a alguien duro, que haga la mejor oposición al PSOE y que transmita que puede devolver antes al PP a la victoria”.

Desconexión

“Los candidatos actúan en contraposición con la actualidad, con la posibilidad del acercamiento de presos, y con la voluntad de luchar por el relato una vez terminada ETA”, dice Jordi Rodríguez Virgili, vicedecano de la facultad de comunicación de la Universidad de Navarra. “Quizás sientan que el PP ha dejado en un segundo plano este discurso en aras del pragmatismo que implica estar en el Gobierno e intenten volver a reconectar con una de las cuestiones más sensibles en sus bases”.

Esa desconexión se escenificó en 2008, con la salida de María San Gil del PP, y en 2014, con la desvinculación de Jaime Mayor Oreja. Discrepaban de la política del partido en el País Vasco. Pedían mayor contundencia frente a los nacionalismos. Y no coincidían con una decisión estratégica de Rajoy: poner el acento en nuevos temas para ensanchar la base electoral del partido.

“Yo no quiero interferir en el debate entre los candidatos”, dice el exministro de Interior. “Me han dicho que era un obseso de ETA, pero me limito a señalar que el proceso de ruptura de España ha estado presente y sigue presente en la España de hoy”, sigue. “Y todo lo demás es secundario”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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