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El paro de las personas con VIH se acerca a la media nacional

La diferencia en la tasa de desempleo con la población general pasa en 10 años de 15 a 2 puntos

La situación laboral de las personas con VIH converge poco a poco con la del resto de la población. Dos encuestas del Plan Nacional sobre el Sida a afectados, una realizada por Internet y otra en los hospitales, muestran que las tasas de paro de la población infectada se acercan a la media nacional. Al final de 2016, el INE reflejaba un desempleo de la población del 18,63%; las dos encuestas a portadores de VIH lo situaban entre un 20% y un 21,7%. Diez años antes el paro entre los afectados por el virus casi triplicaba el del total nacional: 23,1% frente a 8,2%.

Los datos de la encuesta específica, VIH Laboral,elaborada en 2017 en Internet pero que no se publicitó, los ofreció el jueves en Barcelona Begoña Rodríguez, del Plan Nacional sobre el Sida (PNS), dependiente del Ministerio de Sanidad. Y tienen, según ella, una primera explicación: los nuevos tratamientos, fáciles de tomar, muy efectivos y sin apenas efectos adversos, permiten que las personas con VIH apenas tengan que alterar su vida, y eso incluye su situación laboral.

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Junto a la efectividad de la medicación, se ha dado un cambio en el patrón de la infección. Esta se concentra en hombres que tienen sexo con hombres (una expresión genérica que engloba a quienes se identifican como gais y quienes mantienen relaciones homosexuales esporádicas) y en personas ya adultas (en 2017, según los últimos datos del PNS, estos representaron el 53% de los nuevos casos y la media de edad de los infectados es de 36 años). Ello implica que, aunque hay afectados de todas las edades, orientaciones sexuales y nacionalidades, hay un grupo importante que se enfrenta al virus cuando ya ha tenido tiempo de formarse e iniciar una vida laboral. Con la ventaja de que, incluso si tienen recelo a que sus jefes conozcan su estado, la manera en que actualmente se trata y controla la infección les permiten hacerlo con facilidad.

Este último aspecto —el de decirlo en el trabajo— es una de las preocupaciones primeras de los afectados, según se puso de manifiesto en la décima jornada que organizó Gais Positius en Barcelona, a la que este periodista acudió como ponente. Rodríguez indicó que en España no hay cifras al respecto, pero que en Francia, por ejemplo, el 70% de los afectados no lo dice en su trabajo.

La encuesta principal de la que se obtuvieron los datos fue objeto de controversia. Desde el principio se señaló que tenía un sesgo de partida importante: se había efectuado por Internet. Ello podía dejar fuera a personas con pocos recursos y no reflejar la situación de quienes peor lo están pasando. Pero la representante de Sanidad manifestó que también podía haber un efecto contrario: un “sesgo de motivación” entre los desempleados con voluntad de reclamar atención.

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En total, el PNS calculó que necesitaba más de 500 encuestas de ámbito nacional para obtener un margen de error inferior al 5%. Consiguió 542. Como corresponde al perfil de los afectados por VIH en España, respondieron muchos más hombres (80%) que mujeres, una cifra muy alejada del reparto de sexos en la población general. También, en esta línea, hubo muchos más gais (el 51,5% de quienes respondieron) y ninguna lesbiana. Y más extranjeros (el 12,4%) que lo que sería una representación del conjunto de la población (son alrededor del 9%).

De los datos obtenidos, aparte del paro, también se ve una confluencia en tasa de ocupados (52,2% entre las personas con VIH; 58,5% en el conjunto de la población). Pero hay un aspecto en el que las diferencias de ambos grupos poblacionales son extremas: el de la formación. Según las respuestas de la encuesta, el 42% tiene estudios universitarios o superiores, frente a un 28% de la población general, según el INE. Aparte del posible sesgo de la muestra, esto indica que no se puede achacar la expansión del VIH (3.353 diagnósticos al año según los últimos datos) a un bajo nivel educativo.

En este aspecto hay gran diferencia entre hombres y mujeres afectados. De ellos, el 46% es universitario; de ellas, solo el 21%. Además, ellas tienen una edad media mayor y mayor tasa de empleos temporales. Esto indica que, aunque son menos, las mujeres requieren mayor atención, indicó Rodríguez.

Excluidos de las fuerzas de seguridad

Militares y fuerzas de seguridad no permiten, en teoría, reclutar a personas con VIH. Ello se debe al temor a que lo transmitan o a que merme su capacidad física. Pero un informe del Plan Nacional sobre el Sida concluye que actualmente, con la mayoría de los diagnosticados con niveles indetectables de virus (y, por tanto, sin capacidad de transmitirlo), esa limitación no tiene sentido.

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