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La asesina confesa de Gabriel pide perdón “de todo corazón” a los padres

Los informes forenses descartan tóxicos en el cuerpo de Gabriel y ratifican que murió asfixiado

Ana Julia Quezada, en una concentración en Almería dos días antes de ser detenida por el crimen.
Ana Julia Quezada, en una concentración en Almería dos días antes de ser detenida por el crimen.Francisco Bonilla

Ana Julia Quezada, autora confesa del asesinato del niño Gabriel  Cruz en Rodalquilar (Níjar, Almería), escribió desde la cárcel una carta de puño y letra a Ángel Cruz, progenitor del menor y su pareja en el momento del crimen, en la que pide le perdón "de todo corazón" y en la que dice "lamentar" todo el daño que le ha hecho a él y a la madre de Gabriel, Patricia Ramírez. "Te quité lo más grande que uno puede tener, un hijo", dice la mujer, que sostiene que no le importa pasar el resto de su vida en la cárcel porque lo que hizo "está muy mal". La asesina confesa agrega que no planificó el crimen, en contra de lo que sostiene el instructor en el sumario, y culpa a las pastillas que tomaba.

La carta de Quezada, que mantuvo enterrado el cuerpo del niño durante 13 días hasta que la Guardia Civil la detuvo cuando lo transportaba en el maletero de su coche, se encuentra entre los 1.800 folios del sumario, cuyo secreto ha levantado parcialmente el Juzgado de Instrucción número 5 de Almería que investiga la causa. 

En el sumario consta otra carta, enviada a un programa de televisión, en la que, al igual que la del padre, asegura que fue "un accidente" y que actuó "bloqueada por el miedo". Quzada asegura que si no se entregó, fue porque no fue "suficientemente fuerte" para confesarlo y que poco a poco se fue "metiendo en una bola más grande". La mujer, investigada como presunta autora de los delitos de asesinato, detención ilegal y contra la integridad moral por la muerte del pequeño en una casa paterna de este en Rodalquilar, permanece en el centro penitenciario de El Acebuche desde que se decretara su ingreso en prisión el pasado 15 de marzo, tras su segunda citación ante el juez, donde se mantiene interna en el módulo de mujeres sin que se le haya concedido el traslado a otras cárceles. Se enfrenta a 25 años de prisión.

Los informes forenses que contiene el sumario descartan tóxicos en el cuerpo del niño y ratifican que murió asfixiado. El niño murió entre una y dos horas después de la "última ingesta de alimento sólido" al sufrir una "anoxia anóxica" tras una "asfixia mecánica por sofocación manual", en concreto una "oclusión extrínseca de los orificios respiratorios, fosas nasales y boca. 

El estudio criminalístico, según recoge el sumario, señala que la muerte del niño se produjo entre las 15.30 y las 16.30 del 27 de febrero del 2018, poco después de que supuestamente se produjese su desaparición en Las Hortichuelas Bajas, en Níjar. "Los alimentos encontrados se tratan de macarrones, tomate, cebolla y fibras musculares compatibles con carne, pescado o algún tipo de embutido", indican los forenses.

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Asimismo, apunta que los análisis de los cabellos de Gabriel "ponen de manifiesto que no ha habido exposición a cocaína, heroína, cannabis, metadona ni anfetaminas durante el periodo de doce meses anteriores a la toma de la muestra". "En caso de que hubiera alguna exposición, las concentraciones medias de los distintos compuestos se encuentran por debajo del límite de cuantificación de nuestro método", apostillan. Lo mismo ocurre con los análisis de sangre y orina.

Los forenses indican que la oclusión extrínseca de los orificios respiratorios se produce de forma accidental con mayor frecuencia y mucho menos en casos "de etiología homicida", añadiendo que en estos últimos existe por lo general una "gran desproporción de fuerzas". También destacan que en el cadáver del niño eran "muy llamativos los signos generales de asfixia".

En otro de los informes incluidos en el sumario se relata lo ocurrido tras la detención en Vícar (Almería) de Ana Julia Quezada, que tuvo lugar sobre las 12.40 del 13 de marzo del 2018. Apenas 20 minutos después el secretario judicial de guardia recibía por teléfono la noticia de que había sido hallado el cadáver de Gabriel en el maletero del vehículo de la investigada, que fue trasladado a la Comandancia de Almería sin manipular.

Una vez en dependencias de la Guardia Civil y ante la comisión judicial y el Ministerio Fiscal, fue cuando se produjo finalmente el levantamiento del cadáver, que estaba "completamente cubierto de pequeñas piedras y tierra arcillosa". Al finalizar su investigación, el instituto armado ya informó de que el niño había permanecido desde su muerte enterrado junto a un pozo en una finca del padre en Rodalquilar, de donde presuntamente lo extrajo la ahora detenida para trasladarlo a otro lugar el día de su arresto.

La defensa de Ana Julia Quezada, de 44 años años, ha asegurado que se pronunciará a favor de la incineración de los restos mortales del menor ya que no prevé solicitar nuevas pruebas forenses tras comprobar los resultados de los informes de autopsia y de toxicología que obran en el sumario. Hernández Thiel, quien junto a Beatriz Gámez representa a Quezada dentro del turno de oficio, sostiene que la muerte de Gabriel Cruz fue "accidental" y que se originó tras una discusión con el pequeño en la finca de Rodalquilar, en Níjar (Almería), a la que ella había acudido para realizar unas obras. En su última comparecencia ante el juez el pasado lunes, previa al levantamiento del secreto sumarial, Quezada se negó a responder a las preguntas del instructor, quien se interesó por detalles sobre la presunta preparación del crimen.

El magistrado Rafael Soriano sostiene que la sospechosa actuó bajo un "macabro plan criminal", de forma que tras su ejecución se intentó dotar de una coartada haciendo labores de pintura en la finca de Rodalquilar, toda vez que actuó supuestamente para tratar de "despistar a los agentes de la autoridad que practicaban la búsqueda" hasta encontrar el "momento" de poder "hacer desaparecer el cuerpo". La investigación apunta a que Quezada "dio una falsa apariencia de preocupación por la desaparición y suerte del niño", al que se llevó "mediante engaño o promesa de devolverlo prontamente a jugar". Así, "mantuvo el engaño a lo largo de los días, aumentándolo hasta el punto de colocar ella misma una camiseta del menor en el monte", subraya el juez.

"Las pruebas revelan, presuntamente, una falta de sentimientos y humanidad que ella misma ha calificado, que, de ser ciertas, serían de pura crueldad", remarca el juez. El instructor añade que Ana Julia, en algún momento, expresó su "voluntad" de dejar el cadáver en "un invernadero" en la zona de Retamar el día de su detención, en el que era seguida por varias dotaciones policiales que previamente habían colocado sistemas de escucha en el interior del coche.

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