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El Gobierno inicia un viraje para humanizar el trato a los inmigrantes

Grande-Marlaska anuncia su intención de retirar las concertinas de la valla de Melilla y defiende políticas que respeten los Derechos Humanos

Patricia Ortega Dolz

El Gobierno de Pedro Sánchez se propone dar un giro en la política migratoria. Frente a las devoluciones en caliente de inmigrantes, en tierra y mar, o las dobles vallas de espinos levantadas en la frontera sur, se ha creado un dispositivo de acogida para los 629 migrantes del Aquarius, a los que ni Italia ni Francia ofrecieron sus puertos, y que, “en principio”, no ingresarán en los CIE. Además, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se mostró ayer partidario de retirar las alambradas de cuchillas de Ceuta y Melilla. “He solicitado un informe”, dijo. Y apeló a la “humanidad” y a un “control de fronteras no cruento”.

Grande Marlaska
El ministro de interior Fernando Grande Marlaska en el acto de graduación de 1200 policías nacionales en Ávila. Jaime Villanueva

Era su primer acto como ministro del Interior y Fernando Grande-Marlaska perfiló en su primer discurso —ante los 1.298 nuevos policías que juraban su cargo en la Escuela de Ávila— las principales preocupaciones de su recién estrenado ministerio. “Nuestros objetivos deben estar siempre acorde con la defensa de los Derechos Humanos”, comenzó, para referirse después a que “el desarrollo de la normativa de extranjería debe hacerse desde una óptica europeísta en la gestión estratégica de fronteras”. “Y allí es donde yo hablo de seguridad con humanidad: control de fronteras con medios no cruentos, una gestión siempre acorde con el tratamiento humanitario en materia de refugio y asilo para aquellos que llegan a nuestro país huyendo de situaciones devastadoras, o con la ilusión de tener una oportunidad y un espacio mejor para sí y los suyos”, añadió.

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El ministro descartó, al menos “en principio”, que vayan a ingresar en los —ya saturados— Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) algunos de los 629 migrantes rescatados el pasado fin de semana por el Aquarius en el Mediterráneo, y que ahora viajan en tres barcos rumbo al puerto de Valencia, donde está previsto que atraquen el domingo. Sin embargo, horas más tarde, y tras la celebración de una reunión en Valencia para coordinar el operativo de acogida, la vicepresidenta Carmen Calvo no descartó esa posibilidad: “Unos irán a los centros de extranjeros y otros directamente a centros de ayuda humanitaria, dependiendo de las condiciones en las que lleguen. Hay mujeres embarazadas”, dijo.

Acogida en la red de las ONG

La intención del Ministerio del Interior es que sea la red de acogida de las ONG la que aloje a los 630 migrantes que viajan a bordo de las tres embarcaciones que atracarán en Valencia. “Se va a estudiar caso por caso; solo en situaciones concretas, como que una persona tenga antecedentes penales, se les llevará a un CIE”, dicen fuentes de Interior.

La precipitación de los acontecimientos y la decisión del Gobierno de dar “una respuesta ética” —en palabras de Marlaska— al enorme problema de los migrantes han dado lugar a contradicciones y confusiones estos días. No obstante, tanto Calvo como Grande-Marlaska insistieron en que “se estudiará caso por caso”, aunque “se les dará el mismo trato que a los que llegan en pateras”.

Lo normal es que los inmigrantes que llegan en patera —más de 8.500 en lo que va de año, el doble que el año pasado en el mismo período— ingresen directamente en los CIE, salvo los menores y las mujeres embarazadas. Sin embargo, el caso de los rescatados por el Aquarius tiene matices, según trató de explicar ayer Grande-Marlaska: “En todos los casos en materia de inmigración se aplica el principio de legalidad, pero también hay circunstancias excepcionales que la ley prevé y este caso es un caso de circunstancias excepcionales donde la propia ley posibilita un trato específico”.

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Las concertinas

Además, y como primera medida desde que la semana pasada tomó posesión, Marlaska quiere retirar las concertinas (las alambradas de cuchillas) que rematan la doble valla de seis metros de altura que España levantó en el perímetro que separa Ceuta y Melilla de Marruecos, un sistema que ha dejado multitud de heridos entre los inmigrantes que tratan de superar ese escollo con saltos en masa desde Marruecos.

Las concertinas fueron instaladas en 2005 por el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que después las retiró en 2007. Fueron recuperadas por el Ejecutivo de Mariano Rajoy en 2013. Hasta el pasado 31 de mayo, 2.066 inmigrantes han entrado irregularmente en Melilla y 411 en Ceuta, según datos del Ministerio del Interior. “Para mí es necesario y evidente tener una política seria en el control de fronteras, y de los flujos migratorios; pero estoy convencido (y para eso he encargado un informe al respecto) de que se puede garantizar la misma seguridad en fronteras con medios menos cruentos”, declaró ayer el ministro Grande-Marlaska. Y aseguró haber dado ya un primer paso en ese sentido: “He solicitado un informe al objeto de que se nos pueda constatar eso: que se pueden garantizar las fronteras y su control pero con los medios menos cruentos posibles”.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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