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Nadie quiere elecciones

A pesar de la crisis política, el PNV y Ciudadanos van a dar dos años más a Rajoy. Los populares confían en tener margen para recuperarse

Carlos E. Cué
Mariano Rajoy recibe a Albert Rivera en la Moncloa este jueves.
Mariano Rajoy recibe a Albert Rivera en la Moncloa este jueves.Claudio Álvarez

No es fácil seguir la lógica de la política española. A primera vista, Rajoy está al borde del abismo. El PP se desploma en las encuestas, sus dirigentes regionales están aterrorizados, Ciudadanos devora su espacio y la crisis catalana profundiza la mala valoración del presidente. Pero la realidad es otra. Rajoy está a punto de aprobar unos Presupuestos que le garantizan dos años más de mandato, hasta las elecciones de 2020. El presidente aguantará, aunque de modo agónico, porque el bloqueo parlamentario impide cualquier reforma de calado. Y lo hará gracias al PNV, muy alejado de sus posiciones, y Ciudadanos, su gran rival. Mientras, PSOE y Podemos tampoco parecen interesados ahora en forzar la máquina para intentar que caiga Rajoy. ¿Por qué?

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El PNV marca la pauta. No les gusta el PP, pero salvarán la legislatura a cambio de una subida de pensiones para toda España y el desbloqueo de la situación catalana. “En el PNV siempre hemos tenido un olfato especial para saber lo que quiere la gente en Euskadi”, explica un miembro de la dirección de la formación vasca. “Acabamos de dejar atrás 50 años de horror de ETA. Las cosas van bien, la economía marcha. La gente quiere vivir en el aburrimiento de la normalidad, como los europeos. Nos horroriza lo que estamos viendo en Madrid, con esas guerras cainitas, y en Cataluña, aunque tengamos nuestras simpatías con los nacionalistas catalanes. Nadie quiere ir por ahí”, insiste. “Y además tenemos el riesgo de que si vamos a elecciones puede ganar Ciudadanos. Si la alternativa fuera el PSOE, con el que tenemos buena relación desde antes de la guerra, tendría sentido, pero estos que hablan de cuponazo [por el cupo vasco] dan mucho miedo”, remata.

La economía explica buena parte de la decisión política. El País Vasco crecerá más que el conjunto de España este año. La tasa de paro está a punto de bajar del 10%, una cifra impensable en otras zonas de España. El PNV, mientras, sube en las encuestas. ¿Por qué arriesgar con elecciones?

Sara de la Rica, catedrática en análisis económico de la UPV, apuntala este optimismo que explica las decisiones políticas: “Hay muy buenas perspectivas. El País Vasco tardó más en entrar en la crisis y más en salir que otras comunidades, pero ahora va a superar al resto. No tuvimos tanta burbuja inmobiliaria, tenemos una industria muy competitiva que se está recuperando y el 55% de los trabajadores con estudios universitarios. Hay más mano de obra cualificada y los salarios son más altos, aunque también es más caro. Las listas de espera son menores, las administraciones están menos endeudadas. Tenemos retos para el futuro, con una población muy envejecida, pero los jóvenes preparados saben que tendrán empleo. Vamos mejor”.

Hasta en el PP vasco, en privado, reconocen que las cosas van bien con Íñigo Urkullu y su estilo moderado. “Es el suegro que todas las señoras vascas querrían. Incluso las del PP”, bromea un dirigente. No faltan otros, más conservadores, que están muy molestos con Rajoy porque consideran que ha entregado su estrategia en Cataluña al PNV y le ha dejado un nuevo flanco abierto a Ciudadanos.

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Un detalle de la semana pasada ha llamado la atención a todos. En una discusión en el Congreso entre la mano derecha de Albert Rivera, José Manuel Villegas, y el hombre fuerte del PP, Fernando Martínez Maíllo, este le dijo que no entendía la posición tan dura de Ciudadanos justo cuando “esto [lo de Cataluña] está a punto de acabar”, porque se iba a formar Gobierno. La llegada de Quim Torra ha destruido ese optimismo. “¿Cómo pueden estar tan mal informados? Parece que sabe más Ciudadanos que el CNI y el Gobierno. Rivera ya sabía que esto se iba a poner así, nos trituran con esta situación en Cataluña” se preocupa un veterano del PP. “¿Qué esperaban? ¿Cómo pueden engañarles tantas veces?”, remata un dirigente de Ciudadanos. La dirección del PP cree sin embargo que Rivera ha forzado la máquina demasiado y quedará aislado. La nueva alianza PP-PSOE en este asunto le deja descolocado, aseguran. “Tiene demasiada prisa”, dicen de él veteranos políticos.

Sin embargo, la decisión estratégica más importante de Rivera consiste en esperar. Ha optado por no forzar un adelanto electoral, aún a riesgo de que el PP se recupere. Sobre todo con la idea, coinciden dirigentes de todos los partidos, de reforzarse en las municipales de 2019 y desde ahí dar el salto a las generales de 2020. “En algún momento valoramos la decisión de intentar forzar unas elecciones anticipadas y lo descartamos. El consenso interno es claro. Nuestros votantes no lo entenderían. No podemos desestabilizar. Vamos a tratar de capitalizar las ganas de cambio, la gente quiere dejar atrás esta etapa y sustituir a los viejos partidos. Que se hundan solos el PP y el PSOE”, resume un miembro de la cúpula de Ciudadanos.

Rivera, que está ampliando su agenda internacional para reforzar su imagen de presidenciable, está seguro de que el tiempo juega a su favor. Además cree que se está analizando su decisión de apoyar los Presupuestos con una mirada antigua. “Hablar de que le hemos dado dos años al Gobierno cuando cada mes hay un nuevo escándalo y todo es inestable es mirar las cosas con la lupa clásica. El Gobierno no para de hundirse. Apoyar un Presupuesto no es garantizar que se acaba la legislatura. Puede pasar de todo”, rematan en su entorno.

Sin posibilidades de grandes acuerdos

Nadie se mueve para tumbar a Rajoy, pero tampoco hay posibilidad de grandes acuerdos, con lo que la legislatura queda muerta. En el Congreso, recuerdan fuentes parlamentarias, prácticamente solo se aprueban trasposiciones de directivas europeas que son urgentes porque hay amenaza de multa. En 2017 solo salieron adelante 13 leyes, uno de los números más bajos de la democracia. El PP, con apoyo de Ciudadanos, ha vetado 58 iniciativas de la oposición. Debates clave como la reforma de las pensiones, del mercado laboral, de la financiación autonómica o de la Constitución están bloqueados. No hay mayorías, ni en un lado ni en otro, para abordar cambios de fondo.

La política vive así un momento particular en el que todos prefieren esperar a ver si se hunde el rival. Porque en el PSOE también están convencidos de que el tiempo será útil para ellos. “Nosotros ya vimos a Iglesias cuando las encuestas le daban favorito y empezó a equivocarse. Con Rivera pasará lo mismo. Es inevitable”, lanza un dirigente socialista. Dirigentes del PSOE y del PP siguen con interés el acercamiento de Rajoy y Sánchez, mientras Rivera parece muy tranquilo. “Nos viene muy bien, se unen los viejos partidos”, le dice a su gente. Podemos era tal vez el menos interesado en esperar, pero ya fracasó con su moción de censura y ahora ha asumido que no es posible tumbar a Rajoy de momento, por lo que prefiere recomponer las filas después de una fuerte tensión interna y buscar un buen resultado en las autonómicas y municipales. “Este ambiente de parón, de ciénaga, no le va mal al PP. La estrategia de Rajoy es que la gente se aburra. Nosotros necesitamos entusiasmo y movilización”, se inquieta un miembro de la dirección de Podemos.

Los populares también están convencidos de que el tiempo les favorece. “Peor no podemos estar. Lo hemos pasado tan mal que es imposible. La corrupción nos ha destrozado. Con los Presupuestos podemos respirar un poco. Ciudadanos se quiere consolidar en las municipales y autonómicas, no nos quiere tumbar ahora. Quiere asarnos a fuego lento”, sentencia un miembro de la cúpula. En el entorno de Rajoy lo tienen claro: lo urgente es esperar. “El PP está atrapado en un inmenso cabreo de sus votantes. Pero cuando se acerquen las elecciones el eje se pondrá en el orden y la seguridad económica que ofrece el presidente. Ahí se jugará todo”, señala uno de sus fieles. La política española ha inventado así una nueva fórmula, la inestabilidad estable, que augura meses intensos en los que todo se mueve menos lo más importante: el inquilino de La Moncloa. Salvo imprevistos.

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