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Las mujeres empujan el cambio

La movilización masiva de las manifestaciones del pasado 8 de marzo sigue viva, con reivindicaciones concretas y los primeros logros

Pilar Álvarez
Una mujer camina en la Gran Vía madrileña.
Una mujer camina en la Gran Vía madrileña.Samuel Sánchez

Se hablaron de usted en la sala, rodeados de pintura contemporánea. Durante dos horas, cinco mujeres con camiseta verde reivindicativa le contaron al presidente del Gobierno cómo se te agarrotan las manos y se te encorva la espalda limpiando habitaciones a 2,30 euros la unidad. Mariano Rajoy prestó mucha atención, tal como recuerda de aquel día Ángela Muñoz, subgobernanta de hotel y representante de las kellys, las camareras de piso que reivindican desde hace más de dos años mejorar las condiciones de un sector externalizado y precario y femenino. El día 5 de abril llevaron sus reclamaciones a Moncloa. Apenas tres semanas después, el día 27, una de las mujeres más poderosas de España publicó un meditado tuit sobre una sentencia. Ana Patricia Botín, presidenta del Banco Santander, escribió 14 palabras que han escocido como otras críticas en el sector judicial: “El veredicto de La Manada es un retroceso para la seguridad de las mujeres”.

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Son solo dos ejemplos de un cambio que empezó hace tiempo, revivió con el movimiento MeToo —y Cuéntalo en España— y se ha hecho más evidente tras el 8 de Marzo, el día que un grupo de mujeres llamaron a la huelga y millones de personas se echaron a la calle para reivindicar el salto necesario de la igualdad legal a la igualdad real. Mujeres, como ha ocurrido con las catedráticas de Derecho Penal, que se unen para impulsar que sea una comisión paritaria la que revise los delitos contra la libertad sexual del Código Penal. Mujeres como las periodistas de RTVE, a la cabeza de una movilización para que cambie el funcionamiento actual de la televisión pública...

“El feminismo es, en la sociedad actual, el principal factor del cambio”, escribía recientemente en este periódico el periodista y filósofo Josep Ramoneda. Un giro que tiene descolocados a los partidos políticos con el horizonte de las elecciones a la vuelta de la esquina. Una nueva voz que protagonizó también la manifestación del Día del Trabajo, el 1 de Mayo, que ha zarandeado al poder judicial y ha llevado a un integrante de la jerarquía eclesiástica, el cardenal Carlos Osorio, a decir que la Virgen iría a la huelga.

La cuestión, dos meses después de la manifestación del 8 de Marzo, es si se trata de una movilización que provocará cambios profundos. La filósofa y teórica del feminismo, Celia Amorós, lo ve claro: “Lo que está pasando representa un cambio social de gran envergadura y muy significativo”. La primera mujer distinguida con el Premio Nacional de Ensayo por la obra La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias... para las luchas de las mujeres, augura: “Cuando la gente está cabreada y sale a la calle, hay efectos a todos los niveles. En los trabajos, en los hogares, en ámbitos políticos, permea a toda la sociedad. Esto tendrá resultados a medio plazo en las estructuras patriarcales, en las relaciones de pareja, en los salarios, y llevará a ser mucho más críticos con una sexualidad que humilla a las mujeres”.

Hace más de año y medio que Belén Barreiro, expresidenta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y directora de la consultora MyWord, notó un cambio en las encuestas. “El auge del feminismo o la idea de que el 8-M podía ocurrir se ha visto en los datos”, señala.

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En junio de 2016, el 1,9% de la sociedad se definía en primer lugar como feminista en política, según el barómetro del CIS. En el último, correspondiente a este abril, ascendía al 4,2%. Entre los más jóvenes ya son el 10,3%. Es la segunda opción que escogen los que están en la franja de 18 a 24 años, por detrás de liberal, en la que se reconocen el 14,1%. “Las tendencias que vienen de la mano de los jóvenes no son pasajeras”, sentencia Barreiro.

Una clase de Bachillerato

Un repaso a vuela pluma de cómo ve Vero, estudiante de 1º de Bachillerato de 17 años, a sus compañeros de clase amplía incluso las percepciones del CIS. Comparte aula con 30 alumnos, de los que “feministas de verdad” hay 10. “No todos están politizados pero sí concienciados con el tema”, explica. El resto, salvo un pequeño grupo, son los que ella llama “falsos feministas, que lo defienden pero no hacen nada”. Y luego quedan “los machitos”, apenas cuatro alumnos, “una minoría”. “En mi instituto, si dices que no eres feminista, no quedas bien”, explica la joven.

Nada que ver con las reacciones que escuchaba cuando empezó a manifestarse Justa Montero, feminista de larga trayectoria y una de las impulsoras de la huelga del último 8 de Marzo. En los 70 del siglo pasado, participó en una manifestación que reunió a 2.000 mujeres por el centro de Madrid. Según recogía una información de este periódico, desde las aceras, algunos hombres aplaudían al tiempo que se oían gritos: “¡¡Putas!!”.

Manifestación convocada por la Plataforma de Organizaciones Femistas el 5 de mayo de 1978.
Manifestación convocada por la Plataforma de Organizaciones Femistas el 5 de mayo de 1978.Chema Conesa

Cuatro décadas después, Montero ve lo que ocurre como “una bola de nieve imparable”, pero valora sus posibles efectos con precaución: “El Gobierno está haciendo movimientos sin ningún calado. Que tengan que pronunciarse es un reflejo de nuestra fuerza, pero lo que queremos son cambios reales, no un anuncio de revisión del Código Penal que a mí me pone los pelos de punta. A nosotras no nos engañan”.

Las feministas solicitan cambios educativos reales o que las agresiones sexuales entren en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, un acuerdo que vio la luz en septiembre y para el que el Gobierno aún no se ha asignado ni un euro, pese a que se comprometió a financiarlo en el primer trimestre del año salieran o no adelante los Presupuestos. Distintos colectivos feministas han puesto el foco en este asunto y el miércoles han convocado movilizaciones en 56 municipios para reinvidicar ese dinero. La iniciativa cuenta también con el respaldo de los sindicatos.

“Visto con perspectiva histórica, la eclosión del feminismo del 8 de Marzo es el resultado de un cambio social muy importante que se viene fraguando al menos en el último tercio del siglo XX”, añade Juan Sisinio Pérez, historiador, profesor de la Universidad de Castilla La Mancha y autor del libro Historia del feminismo, publicado en 2011 por Catarata y reeditado recientemente.

Pérez hace un recorrido desde el feminismo “más combativo” de la Transición a otro más institucional, el que impulsó leyes como la de Igualdad (2007) o contra la Violencia de Género (2004). Esto se suma a cambios sociales “profundos” que han tenido lugar en paralelo y que suponen que las mujeres ya son la mitad de la población activa y mayoritarias en algunos estudios universitarios. “Es un movimiento que ha venido para quedarse. El feminismo ha sido capaz de catalizar muchos afanes en un momento de parálisis institucional, con un Gobierno que no legisla, y ante una izquierda desorientada. La movilización más importante a día de hoy es la de las mujeres”.

La socióloga Ángeles Durán, investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cree que otro revulsivo de lo que está ocurriendo ha sido la crisis económica: “Hemos acumulado mucha presión en esta última década en la que se han reducido ampliamente las prestaciones de las que en gran parte eran beneficiarias las mujeres”.

28 millones

Durán ha investigado en profundidad el peso y el valor económico de labores principalmente ejercidas por ellas, como el cuidado de la familia y las tareas del hogar, que equivaldrían a 28 millones de empleos a tiempo completo, según el INE, y que desgrana en su último libro, La riqueza invisible del cuidado (editorial Universidad de Valencia). “No se ve que lo que se haya perdido se vaya a recuperar, y ese sentimiento de deuda, sumado a la esperanza de que esto cambie, ha dado alas a la reivindicación”, según la investigadora, que espera que se repartan los beneficios “de manera más generosa con las mujeres, principalmente las mayores”.

El día que visitó La Moncloa, Ángela Muñoz se fijó sobre todo en aquellos cuadros de la sala, le encanta el arte contemporáneo. Y también, gajes del oficio, en cómo relucían los baños: “Estaba todo limpito y blanquito”. Un mes después de sus dos horas con Rajoy no tiene muy claro que de esa reunión salgan mejoras concretas para ella y sus compañeras kellys. Seguirán reclamando: “Él se hizo la foto. A nosotras esa imagen nos ha servido para que se sumen más mujeres a la lucha, para que pierdan el miedo”.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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