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“Mira para atrás y verás a otros dos con una metralleta”

La historia de terror de ETA deja 86 secuestros, diez de los cuales acabaron con el asesinato de la víctima

J. J. Gálvez
José Antonio Ortega Lara, tras su liberación, en 1997.
José Antonio Ortega Lara, tras su liberación, en 1997.Bernardo Pérez

Roberto Lertxundi caminaba por el casco viejo de Bilbao el 3 de abril de 1981 cuando le pararon dos veinteañeros con gafas oscuras y le entregaron un papel. "Tu mujer y tu hijo están en nuestro poder", rezaba aquella nota que leyó el entonces secretario general del Partido Comunista de Euskadi, antes de preguntar "¿Va en serio?" a los terroristas y mientras uno de ellos le insinuaba con un gesto que llevaba una pistola en el bolsillo. "Mira para atrás y verás a otros dos con una metralleta", le respondieron. A su espalda, dos jóvenes aguardaban con una bolsa de la que sobresalía lo que parecía el cañón de un arma.

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"He repasado muchas veces aquellos momentos. Era una acción de propaganda de un comando que aspiraba a entrar en ETA militar, que aun no lo había conseguido como tal, pero que ya había hecho muchas barbaridades: atracado a joyeros en Barakaldo, explosionado bombas en alguna central eléctrica...", recuerda Lertxundi, casi cuarenta años después de que le condujeran hasta el último piso de un chalé semiderruido del barrio de Neguri, en Getxo (Bizkaia). Allí, rodeado por pintadas donde se leía "Vosotros, los reformistas, sois los terroristas" o "Gora ETA Militar", le interrogaron. "Fue la constatación de la ignorancia absoluta. El terrorismo etarra siempre ha sido despreciable. Entre otras cosas, por su bajo nivel intelectual. Y estos chavales no tenían ni puta idea de nada. No tenía ni pies ni cabeza lo que preguntaban", rememora.

Su relato forma parte de otro de los capítulos más cruentos de la historia de ETA: los 86 secuestros que perpetró la banda, según los datos recopilados por Francisco Llera y Rafael Leonisio, investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV), en el informe Los secuestros de ETA y sus organizaciones afines. Este documento radiografía una práctica que dejó imágenes tan impactantes como la liberación de José Antonio Ortega Lara, que pasó casi dos años encerrado en un zulo, y episodios tan crueles como el asesinato en 1997 de Miguel Ángel Blanco, edil del PP de Ermua al que dispararon dos tiros en la cabeza tras dos días de cautiverio. Fue el último secuestro de la organización.

27 años antes habían cometido el primero. El 30 de octubre de 1970, ocho integrantes de ETA entraron en la casa de José Ángel Aguirre, director de la sucursal del Banco Guipuzcoano en Elgoibar (Gipuzkoa), y le retuvieron toda la noche para que les abriera la caja fuerte de la oficina a la mañana siguiente. Se llevaron unos cuatro millones de pesetas. "La gran mayoría de secuestros tuvieron una motivación económica", concluye el estudio de la UPV, donde se expone que 67 de estas víctimas eran empresarios, directivos, profesionales de empresas o sus familiares. “Se buscaba el cobro de un rescate o la apertura de alguna caja fuerte de un banco”, continúa el informe, que apostilla: "Pero no solo servían para recaudar dinero, sino también como aviso para los empresarios que eran reticentes a pagar la extorsión terrorista". Los investigadores calculan que la banda recaudó, al menos, 6.420 millones de pesetas (38,6 millones de euros) con estos delitos.

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"El secuestro de Ortega Lara fue tortura pura y dura"

Pero ETA también buscó castigar y presionar políticamente a través del cautiverio. "El secuestro de Ortega Lara, por ejemplo, fue tortura pura y dura", sentencia Rafael Leonisio. Fue el secuestro más largo. Duró 532 días. "Pero, dentro de lo que cabe, acabó bien", apostilla el investigador. En diez casos, los terroristas mataron a sus víctimas. Y en 14, las liberaron tras pegarle un tiro en la pierna.

Tres décadas de secuestros

  • Los más duraderos: José Antonio Ortega Lara sufrió el secuestro más largo. Su cautiverio se prolongó durante 532 días. El de José María Aldaya, 342. El de Emiliano Revilla, 249. Y el de Cosme Delclauz, 232.
  • El peor año: En 1980 se contabilizaron 18 secuestros.
  • Localización: El 79% de los secuestros se perpetraron en Vizcaya y Guipuzcoa. En Navarra y Alava, el 11,7%: "Esta diferencia refleja la fortaleza que ha tenido ETA en cada territorio, ya que el secuestro requiere cierta logística para la cual se hace necesaria una mínima infraestructura", subraya el informe de la UPV.
  • Desenlace: 54 víctimas fueron liberadas sin daños por los terroristas (62,8%); 15, liberadas con un tiro en la pierna (16,3%); 6, liberadas por las fuerzas de seguridad (7%); 10, asesinadas (11,6%); y dos escaparon (2,3%).

"En los heridos prevalece después el estrés postraumático", explica Natalia Moreno, psicóloga de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que detalla cómo algunos estímulos —como encontrarse solos o en habitaciones pequeñas— puede desencadenar ese estrés. "Y, en el caso de los familiares de personas a las que mataron tras su secuestro, no observamos enormes diferencias de las víctimas de atentados. Sí que en algunos puede aparecer la pregunta de qué habrá pasado durante esos días de cautiverio o de si se podría haber hecho algo más. Pero la conclusión al final es que le mataron", apostilla, antes de relatar cómo el apoyo social resulta determinante en su tratamiento: "Y, claro, en los setenta y ochenta, ese apoyo no existía".

"Esta gente se movía con una impunidad absoluta en aquellos años", rememora Lertxundi, militante de ETA a finales de los sesenta, que también fue secuestrado durante unas horas en 1980, antes de encontrarse con el presidente Adolfo Suárez. Le capturaron cuando se dirigía a su coche. En 1981, después de aparcar. ¿Temió por su vida? "Sí. Pero no de una forma principal".

"Encuadro mi secuestro en el contexto de la militancia en el Partido Comunista de Euskadi, del que era secretario general", continúa Lertxundi, antes de relatar cómo se liberó de las cuerdas con las que le ataron las manos y tobillos dentro de un saco de dormir, y le unieron a una viga del edificio donde le abandonaron. Hace 37 años. ¿Y cómo valora ahora los últimos comunicados de la banda? "Bienvenido que se vayan. El tema del perdón y la retórica no me importa. Hay una responsabilidad y tienen que cumplir sus penas. Lo que yo quiero es que la sociedad esté orgullosa de haberles ganado la batalla. ETA ya no le importa a la sociedad vasca".

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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