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ETA lamenta el daño causado y pide “perdón” a parte de las víctimas

La organización terrorista admite que en estas décadas la sociedad vasca ha padecido un "sufrimiento desmedido"

Un trabajador municipal borra una pintada con la leyenda.Foto: atlas | Vídeo: Reuters
Pedro Gorospe
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La organización terrorista ETA, que causó la muerte de 853 personas en cinco décadas de asesinatos, secuestros y sabotajes, ha reconocido este viernes el “daño causado” en el transcurso de su “trayectoria armada” y ha pedido perdón por sus actos, aunque solo a una parte de las víctimas, a las que define como “ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad en el conflicto”. En un comunicado difundido por los diarios Gara y Berria seis años después de anunciar el final de la violencia y cuando faltan 15 días para que, previsiblemente, certifique su disolución, la banda muestra “respeto a los muertos y las víctimas” que ha causado, pero no aclara a cuántas de ellas excluye de su petición de perdón. Pese a su reflexión, ETA no se cuestiona la inutilidad de cinco décadas de terror sin lograr sus objetivos.

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En el penúltimo comunicado de ETA —el último se espera para el primer fin de semana de mayo, cuando está previsto que anuncie su disolución—, sus responsables utilizan unos términos desconocidos a lo largo de la historia de la banda. Con unas reflexiones mucho más próximas a las de quienes durante años fueron sistemáticamente expulsados por el colectivo después de acogerse a la denominada vía Nanclares —terroristas arrepentidos que reconocían el daño causado e iniciaban un proceso de empatía con sus víctimas—, ETA afirma: “Lo sentimos de veras”.

En el último año, desde que el 8 de abril de 2017 un grupo de intermediarios civiles notificaran a la justicia francesa la localización de los arsenales de la banda, sus cerca de 300 presos ya han aceptado de forma mayoritaria solicitar medidas individuales para progresar de grado ante la administración penitenciaria española. Y Francia ya está acercando a los reclusos ubicados en las prisiones más alejadas del País Vasco.

En ese contexto, ETA busca influir en el Gobierno español, que se mantiene firme, sin flexibilizar su política penitenciaria, seis años después del final de la violencia terrorista. En el comunicado hecho público este viernes, la banda admite que en estas décadas de terrorismo “se ha padecido mucho”, reconoce que ha sido un “sufrimiento desmedido” y asume su “responsabilidad directa” en ese dolor. “No debió producirse jamás” ni “prolongarse en el tiempo”, describen los redactores de la nota, antes de afirmar: “Hemos provocado mucho dolor, incluidos muchos daños que no tienen solución. Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto. Lo sentimos de veras”.

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Pero, pese a la admisión de responsabilidades, la banda discrimina a muchas víctimas y hace distinciones entre las que considera ajenas al conflicto y las demás. “Sabemos que, obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás. A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón”, precisa. En su análisis, ETA no precisa si se refiere a atentados indiscriminados como el de Hipercor en Barcelona en 1987 o a los coches bomba que colocaron contra cuarteles en los que, además de policías y militares, estaban sus parejas e hijos, o a los políticos, jueces y periodistas a los que asesinaron dentro de la estrategia de la “socialización del sufrimiento” que, en sintonía con la izquierda abertzale, ETA puso en marcha en la década de los noventa.

En cualquier caso, las asociaciones de víctimas y la mayoría de partidos y agentes sociales fueron ayer muy críticos con esa calculada discriminación entre unas víctimas y otras, entre quienes, aunque ETA no lo expresa así en el comunicado, merecían o no merecían ser asesinadas.

“Disfraz” del Estado

El diario Gara publicó, junto a la declaración de ETA, una nota explicativa de la banda que pone en contexto su decisión: “En el marco de su proceso de debate, la militancia de ETA ha considerado necesario mostrar empatía respecto al sufrimiento originado”, dice. En el comunicado, expresa su “compromiso con la superación definitiva de las consecuencias del conflicto y con la no repetición”. Los etarras se muestran, además, comprensivos con quienes consideren que la “actuación” de la banda ha sido “inaceptable e injusta”. Pero ETA sostiene que a lo largo de estas décadas también ha habido otro tipo de agresiones. “Para otros muchos también han sido totalmente injustas, pese a utilizar el disfraz de la ley, las acciones de las fuerzas del Estado y de las fuerzas autonomistas que han actuado conjuntamente, y tampoco esos ciudadanos y ciudadanas merecen ser humillados”.

Para los terroristas, ha llegado el momento de que todas las partes reconozcan el daño causado y su parte de responsabilidad. “Todos deberíamos reconocer, con respeto, el sufrimiento padecido por los demás”, concluye ETA. La banda intenta justificarse al asegurar en su comunicado que, en “este conflicto político e histórico”, el sufrimiento imperaba antes de que naciera ETA y ha continuado después de que ETA haya dejado de matar: “Las generaciones posteriores al bombardeo de Gernika heredamos aquella violencia y aquel lamento, y nos corresponde a nosotros y nosotras que las generaciones venideras recojan otro futuro”.

Pese a ser el comunicado con mayor autocrítica de los emitidos por ETA, la banda no entra a considerar que los 853 asesinatos contabilizados por el Ministerio del Interior, los secuestros, la violencia callejera, el miedo y los enormes gastos que ha generado en Euskadi y en el resto de España no han servido para nada. Tampoco reconoce que la organización militar que aglutinaba al Movimiento Vasco de Liberación Nacional no ha llegado a este punto por voluntad propia, sino que lo ha hecho derrotada por una sociedad que no se ha doblegado ante sus ataques.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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