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Devolver los ríos a las ciudades

Un paseo por la experiencia de renaturalización fluvial urbana del río Manzanares en Madrid

Orilla del Manzanares, con la vegetación que ha brotado al dejar fluir el río en primer término y la catedral de la Almudena al fondo.
Orilla del Manzanares, con la vegetación que ha brotado al dejar fluir el río en primer término y la catedral de la Almudena al fondo.Víctor Sáinz

“Pasado el estadio Vicente Calderón, entre el carrizo, hay posada una garza real preciosa”. “¿Habéis visto a las fochas comunes que se han instalado entre los puentes del Rey y de Reina Victoria?”. Estos comentarios, cogidos al vuelo en paseos a la orilla del río Manzanares por los tramos más urbanos de la ciudad de Madrid, eran impensables hace escasamente dos años.

Una errónea política ambiental de “plagio” de cauces como los centroeuropeos, que presentan caudales abundantes y constantes, había convertido a dicho río madrileño en masas de agua estancada, detenidas por compuertas y con escasa o nula biodiversidad en algunos tramos, al albur de la cadencia de subida y bajada de esas compuertas. Sin tener muy en cuenta la estacionalidad acusada que el clima mediterráneo imprime a los cauces peninsulares, a veces se piensa incluso en proyectos faraónicos, como dragarlos y hacerlos navegables, como se intentó con el Ebro a su paso por Zaragoza y con el Guadalquivir en Sevilla.

Imposible que una garza, una focha, una agachadiza o un martín pescador, y mucho menos una nutria, fauna que necesita el amparo que le propicia la vegetación fluvial que ha vuelto a crecer en el lecho del río Manzanares, se mostraran en el monótono discurrir existente antes de su renaturalización. Dicho cauce ha comenzado a vivir desde hace un par de años un proceso para devolverle el máximo posible de su biodiversidad original.

En pleno Día Mundial del Agua, con un eslogan que proclama que “La respuesta está en la naturaleza” y con mensajes del tipo de “los ecosistemas naturales ayudan a garantizar la resiliencia y seguridad hídrica de nuestras ciudades”, la restauración de esos tramos urbanos toma especial sentido. Pero el Ayuntamiento de Madrid, asesorado por Ecologistas en Acción, no ha sido pionero en este campo.

El río de ‘Grease’

El río Arlanzón en Burgos, el Bernesga en León, el Isar en Múnich (Alemania), el Cheonggyecheon en Seúl (Corea del Norte) y el Los Ángeles en la ciudad homónima de Estados Unidos son algunos ejemplos de cauces con diferente grado de renaturalización. Este último se recordará por varias escenas de películas famosas (Grease, entre ellas) con persecuciones y carreras de coches sobre su lecho cuando era un cauce artificial de hormigón.

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Los tramos urbanos de los ríos han sido tradicionalmente los más torturados por encauzamientos y canalizaciones que simplifican su cauce y lo vuelven estrecho, encorsetado y rectilíneo, cuando no quedan sepultados bajo tierra. Fue el caso, entre otros muchos, del Cheonggyecheon en Seúl y del Saw ­Mill en Yonkers, Estados Unidos.

Encauzamientos y canalizaciones torturan los cauces en las urbes haciéndolos estrechos y rectilíneos

Gracias a un movimiento internacional denominado daylighting, que fomenta la devolución a su estado natural de un cauce fluvial previamente enterrado por el pavimentado de las ciudades, ambos tramos volvieron a ver la luz del día. El Cheonggyecheon quedó sepultado principalmente por una intrincada red de carreteras, que fue desmontada en parte tras una inversión de 300 millones de dólares para convertir el lecho en un parque fluvial muy frecuentado por vecinos y turistas. Con menor inversión, pero igual recuperación social y ambiental, el Saw Mill también corre más libre y sano en superficie.

Garzas y peces

Pero volvamos al Manzanares, donde, hablando de presupuestos, la primera fase de la renaturalización, la que ha devuelto islas de vegetación, garzas y peces al río, ha costado cero euros. Allí nos espera Santiago Martín, portavoz de Ecologistas en Acción y alma mater del proyecto. “Con solo abrir las compuertas y que fluya el río, hemos conseguido que recupere su biodiversidad tan rápidamente que incluso algunas obras que estaban pensadas en el tramo principal nos las tenemos que ahorrar porque de manera natural están creciendo 2.000 árboles, entre otra vegetación de ribera; nidifican decenas de especies de aves y llegan barbos donde antes solo había peces exóticos, como peces gato o carpas”, explica.

En general, “Madrid mira mucho más al río que antes”, añade Martín. Pero el proceso no ha estado exento de algunas quejas. Principalmente que ahora huele peor, “algo fácilmente rebatible porque el agua no está estancada y hay menos mosquitos y ratas que antes”, contesta Martín; y que se ha eliminado la práctica del remo a una escuela, aspecto este que aún está sujeto a debate y solución.

Hay Administraciones que entienden que, además de la renaturalización, la recuperación de los tramos urbanos de los ríos pasa por facilitar la práctica de deportes acuáticos, construir playas y paseos fluviales, instalar parques o incluso cementar parte de sus orillas con escalinatas y gradas que llegan a pie del cauce. La propuesta Cuando el río suena fue la ganadora del concurso internacional de ideas para la recuperación y ordenación de los márgenes de los ríos Tajo y Alberche en Talavera de la Reina, la segunda ciudad más poblada de la provincia de Toledo y la cuarta de Castilla-La Mancha.

Desde la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) defienden que este proyecto “integrará la margen derecha del río Tajo en la ciudad mediante la instalación de una plataforma urbana en su ribera combinada con sendas peatonales que tendrá como misión enlazar la ciudad con sus parques e islas; en la margen izquierda se articu­lará una red de parques ribereños conectados con circuitos peatonales”. Para el río Alberche se contempla “recuperar el espacio natural como playa fluvial, así como el puente adyacente para su uso por los peatones y los ciclistas”.

Aunque desde la CHT aseguran que el proyecto busca igualmente “mejorar la calidad ambiental del entorno fluvial y la protección de Talavera de la Reina frente a las avenidas”, la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) y plataformas ciudadanas de defensa del Tajo lo tachan de operación “cosmética y propagandística”.

Labores de limpieza del río Arlanzón en Burgos.
Labores de limpieza del río Arlanzón en Burgos.Fundacón Caja de Burgos

Nuria Hernández-Mora, investigadora especializada en el análisis de la gobernanza de los recursos hídricos y las políticas de aguas y socia de la FNCA, advierte de que este tipo de actuaciones “intentan convertir el río en ciudad, en lugar de devolver un recurso natural a la ciudad”. “No van a la raíz del problema y se trata de operaciones cosméticas que no entienden los ríos como recursos ambientales, sociales y culturales que enriquecen nuestro patrimonio”, prosigue.

Uno de los mejores ejemplos de cómo compartir con la ciudadanía la recuperación de tramos fluviales urbanos se da en Burgos con el río Arlanzón. Los inicios de los trabajos datan de 1993 y desde entonces miles de personas han participado en actividades de voluntariado que se prolongan en la actualidad con las últimas iniciativas emprendidas por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), el Ayuntamiento de la ciudad y la Fundación Caja de Burgos.

“La conectividad estaba mermada por el efecto de presas y azudes en desuso que formaban barreras para el movimiento de los peces, amenazando sus ciclos vitales y produciéndose importantes pérdidas de biodiversidad”. Este diagnóstico presentado por la CHD ha conllevado una de las últimas actuaciones: “Dos escalas de artesas y dos rampas naturalizadas que permiten la remontada de las truchas comunes hacia los puntos de cría situados aguas arriba de la ciudad”.

Jubilados que censan aves

“Y lo que nos queda”, sentencia Miguel Ángel Pinto, director del Aula del Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos y una de las personas que más hace por acercar e implicar a los habitantes de la ciudad en la conservación del río. “Antes trabajaba en la Junta de Castilla y León y cuando nos llegaron los primeros planes de restauración del río vimos que había mucho hormigón, que había que apostar por la nutria y el martín pescador, y que teníamos que darle la vuelta al proyecto”, recuerda.

Pinto resume la labor de educación ambiental que ha supuesto que la gente entienda determinadas actuaciones: “Hay áreas que hemos incorporado a zonas verdes urbanas, pero también otras donde no hemos hecho nada, dejando que la vegetación siga su curso natural. Hay vecinos que piensan que está abandonado, y toca explicar que sirve de refugio para gran parte de la fauna que se puede ver y disfrutar en el río”.

La recuperación del lecho facilita la práctica de deportes acuáticos e instalar parques y paseos fluviales

En los trabajos de construcción de artesas, escalas y rampas para facilitar la remontada de los peces se ha contado con máquinas que operaban dentro del río. Ahí estaba el propio Miguel Ángel Pinto o miembros de su equipo repartiendo folletos y explicando sobre la marcha a las personas que se interesaban la razón de esta intervención. Como labor de mayor continuidad están los censos de la fauna y flora del río, que se lleva a cabo dentro de un programa de voluntariado con personas mayores.

“Desde enero de 2017 hacemos un conteo mensual de biodiversidad con un grupo de voluntariado sénior, que se centra especialmente en las aves, y desde 2016 se realizan labores de limpieza de orillas y el interior del río con grupos intergeneracionales”, añade Pinto, que en ese “y lo que nos queda” no descarta ir un paso más allá y revertir el encauzamiento rectilíneo de los ríos urbanos con “la recuperación de algunos de los antiguos meandros del Arlanzón”.

Santiago Martín, acodado en la barandilla del parque de Madrid Río, sobre el Manzanares, cree que también la nutria acabará visitando de forma asidua el río si se mantiene su renaturalización: “Alguna se ha acercado ya, pero ahora toca concluir la revegetación de las riberas en algunos tramos y continuar con las labores de limpieza y mantenimiento de la vegetación que ha comenzado a crecer de forma espontánea, combinando especies arbóreas con otras herbáceas, como carrizos y eneas”.

Mientras tanto, otras ciudades españolas, como Toledo y Granada, miran lo hecho en el Arlanzón y el Manzanares para trasladarlo al Tajo y el Genil, respectivamente. “Es cierto que el Tajo llega muy castigado a Toledo con la regulación que sufre desde su cabecera y la carga contaminante que recibe a su paso por Madrid, pero la creación de una plataforma ciudadana para su defensa y la constitución del Pacto de Toledo por el Tajo permiten albergar esperanzas en su mejora ambiental y recuperación patrimonial”, afirma Nuria Hernández-Mora. En Granada, el Ayuntamiento ha pedido a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir que impulse la renaturalización del río Genil “para uso y disfrute de la ciudadanía y como una herramienta para mejorar la calidad ambiental de Granada”.

50 obstáculos en 20 kilómetros

La Asociación Española para la Mejora de los Salmónidos (AEMS-Ríos con Vida), junto a WWF España, llevan años denunciando los miles de obstáculos que fragmentan los ríos e impiden el libre transitar de la fauna, especialmente de peces como la lamprea de río o el esturión, extinguidos ya en algunas partes de España por este motivo. Presas y azudes que en su día tuvieron un sentido para el riego de cultivos o la generación de electricidad son hoy barreras infranqueables que detienen la biodiversidad fluvial.

AEMS-Ríos con Vida está inmerso en un proyecto del programa Horizonte 2020 de investigación e innovación de la Unión Europea en el que corroboran que en 100 kilómetros fluviales prospectados en cinco ríos españoles se han encontrado 100 barreras, de las cuales el 17% no están en uso y únicamente dos presentan pasos para peces, aunque seguramente ineficaces. César Rodríguez, secretario general de Ríos con Vida, afirma que “en un reciente muestreo de campo asociado al proyecto Amber (Adaptive Management of Barriers in European Rivers) se localizaron más de medio centenar de obstáculos solo en un tramo de 20 kilómetros del río Nalón en entornos urbanos, entre las localidades de Pola de Laviana y Langreo (Asturias)”.

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