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El cooperante que acabó de miliciano en Siria

Samuel Prada León, el gallego muerto mientras luchaba con milicias kurdas, quería prestar ayuda humanitaria en la lucha contra el ISIS

Samuel Prada León.Vídeo: VÍDEO CEDIDO POR LOS COMPAÑEROS DEL YPG DE BARAN GALICIA (NOMBRE DE GUERRA DE SAMUEL PRADA LEÓN).

El pasado verano Samuel Prada León, un joven de 24 años y natural de Ourense, sin preparación ni conocimientos militares, hizo el petate en su domicilio de Andorra y viajó rumbo a Siria para prestar ayuda humanitaria en la lucha contra el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Meses después acabó enrolado en las milicias kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG, en kurdo) que combaten contra la organización yihadista. En su vídeo de presentación en la página web de las YPG, Prada se muestra aparentemente tranquilo, ataviado de militar mientras informa al mundo en incipiente inglés de su decisión de luchar contra “el enemigo de guerra” del pueblo kurdo. Su entregada batalla duró siete meses. El día 10 cayó abatido en la localidad de Afrin víctima de una ofensiva turca en la zona noroccidental de Siria.

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El invierno pasado nadie en el entorno del joven Samuel pensaba que podría acabar sus días en un campo de batalla defendiendo la causa kurda por más que el joven estuviese “especialmente vinculado a las organizaciones humanitarias, siempre ayudando a los demás”. Y siempre, también, buscando nuevos retos por Internet “como todos los de su edad”, según confirman fuentes de su entorno en Andorra.

Criado en Ourense por la abuela materna —actualmente enferma del corazón y a la que los familiares han ocultado su muerte— Prada León se trasladó con seis años al país andorrano a donde había viajado antes su madre buscando un futuro para los dos. Lo encontró en la hostelería, levantando y regentando su propio negocio.

El joven se desvinculó de Ourense pero no de la abuela: “volvía todos los veranos a verla; era una segunda madre para él”, cuentan sus allegados que lo definen como “un chaval especialmente noble, de vida muy sana y siempre ayudando a los demás”.

Sus familiares relatan que tras acabar sus estudios de bachiller comenzó a colaborar “con organizaciones humanitarias”. “Todos hablan maravillas de él; lo tienen por un héroe”, comenta a EL PAÍS una persona del entorno de la madre del joven que, “totalmente destrozada”, realiza ahora las gestiones para la repatriación del cadáver.

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Durante los siete meses que pasó con las milicias kurdas, Samuel Prada tuvo tiempo para luchar contra el ISIS en la liberación de sus principales bastiones, como la de la ciudad de Raqa y trasladarse, hace apenas un mes, al noroeste del país, cerca de la frontera con Turquía, para luchar contra el Ejército turco junto a otros españoles y europeos.

La página web que el ourensano visitó en su domicilio andorrano y en la que acabó inscribiéndose informó el domingo de su muerte junto con la de otros dos jóvenes europeos: el francés Olivier François Jean Le Clainche y el holandés Sjoerd Heeger. “Tres camaradas se han convertido en los símbolos del espíritu revolucionario internacional y de lucha por la democracia en Oriente Próximo”, sostiene en su escrito la guerrilla kurda que expresa sus condolencias a los familiares.

El viaje humanitario rumbo a Siria que Prada León emprendió “ilusionado” el pasado verano acabó convirtiéndose en una colaboración militar que afrontó tras recibir unas nociones aceleradas sobre el funcionamiento de las armas en combate.

El gallego, uno de los cientos de jóvenes extranjeros enrolados en la causa de la defensa de la población civil, se ha convertido en la primera víctima española no yihadista caída en combate en suelo sirio.

“Lo que nosotros sabemos es que todo lo que ha hecho Samuel en su vida lo ha hecho bien”, dicen en su entorno familiar.

Francotirador sin conocimientos militares

En cuanto Samuel Prada León pisó suelo sirio y decidió enrolarse en la guerrilla del Kurdistán bajo el nombre en clave de “Baran Galicia” (lluvia de Galicia), comenzó a recibir formación psicológica y nociones elementales sobre el uso de las armas en el combate. Su pericia y precisión lo convirtieron en tirador de alcance con apenas un mes de aleccionamiento.

El pasado 10 de febrero, la peor jornada de la operación “Rama de Olivo” iniciada un mes antes por las fuerzas turcas, el joven español combatía en primera línea de fuego cuando un proyectil le provocó la muerte.

Sus compañeros españoles enrolados en la misma guerrilla coinciden con el entorno familiar de Prada en señalar que su decisión de unirse a las filas de las milicias no obedecía más que a razones humanitarias. Samuel Prada “no tenía ninguna razón religiosa” para combatir con la milicia kurda, han declarado a la agencia Efe dos compañeros del joven fallecido que añaden que “sufría mucho por lo que les pasaba a los civiles”.

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