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El yihadista de Clint Eastwood vivió en Algeciras

El Khazzani era un chico que llamaba a la oración en la mezquita más radical del municipio gaditano y jugaba en un equipo de fútbol local antes de perpetrar un atentado

El Khazzani, el primero por la izquierda, con su equipo de Algeciras.
El Khazzani, el primero por la izquierda, con su equipo de Algeciras.
Patricia Ortega Dolz

Esta es la historia de cómo el joven de 25 años Ayoub El Khazzani salió de Algeciras (Cádiz) y acabó en un tren que iba de Ámsterdam a París con un Kaláshnikov, una pistola Lugger semiautomática, 300 balas repartidas en diez cargadores y una mochila con varios litros de gasolina dispuesto a perpetrar un atentado. La de Spencer Stone, Alek Skarlatos y Anthony Saldler —los tres ciudadanos estadounidenses (dos de ellos marines) que se cruzaron en su camino y lo neutralizaron en el ese Thalys 9364 con 554 pasajeros aquel 21 de agosto de 2015— la cuenta Clint Eastwood en su última película, 15.17 Tren a París, estrenada este fin de semana.

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Frente al patriótico relato de soldados americanos vocacionales que relata Eastwood en su cinta, la vida de El Khazzani podría ser la de muchos combatientes yihadistas controlados por los servicios antiterroristas españoles. Algunos han sido detenidos acusados de radicalización; y otros son vigilados —como era el caso— hasta que realizan algún movimiento sospechoso. El Khazzani salió de España el 31 de enero de 2014. Iba con otros colegas del barrio del Saladillo de Algeciras, un intrincado conglomerado de calles y casas apuntaladas con el dinero de los narcos y donde las conciencias se calman con las oraciones en las mezquitas.

La familia El Khazzani, originaria de Tetuán (Marruecos), había regresado en 2010 a Algeciras, después de vivir casi una década en Madrid. En una de esas casas del Saladillo convivían, junto a Ayoub, su padre Mohamed, su madre Zahara, su hermano mayor Imram (30 años), y sus tres hermanas pequeñas: Oumaima (22), Salma (18) y Houda (15).

Todos estaban ligados a la mezquita Taqwa, que por aquel entonces estaba sustentada por los narcos de la banda de El Pincho, una de las organizaciones criminales más potentes del Campo de Gibraltar. Llegaban a rivalizar con la de Mohamed Taieb Ahmed, el narcotraficante mundialmente conocido como El Nene, del barrio de El Príncipe de Ceuta. Eran los reyes del hachís en el Estrecho.

Imran, el hermano mayor de Ayoub, ejercía de tesorero de ese oratorio, que pasaba por ser una casa más del barrio. Ayoub hacía de almuédano (monaguillo), el que llama a la oración. A sus 24 años, aparte de ser forofo del Real Madrid y jugar en el Bayer de Munich de Algeciras dentro de la liga local de fútbol, no tenía otras aficiones ni ocupaciones.

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Sus detenciones por tráfico de drogas en Madrid en 2009 por menudear con hachís en la plaza de Agustín Lara llevaron a su padre, Mohamed, a cambiar de residencia y regresar a sus labores de chatarrero al sur, o al menos eso declaró ante el juez. “Dijo que estaba muy contento de que su hijo hubiese dejado las drogas para volcarse en la religión”, aseguran fuentes próximas a la investigación. Ayoub dedicaba muchos ratos al día a leer los textos que le daba su hermano Imran, que combinaba sus labores de tesorero con las de imán en esa mezquita en la que llamaba a “los hermanos victimas de Occidente” a hacer la yihad en el peor momento de la guerra de Siria.

La clave de la radicalización de Ayoub es su hermano, quien le invitó también a algunas de las reuniones de Ceuta. Fue allí donde le detectó la policía, mientras vigilaba a otros presuntos yihadistas, algunos de los cuales ya se habían ido a combatir a Siria, como Mohamed Layachi, alias Piti, que fue uno de los primeros en irse. Otros cayeron en la llamada operación Cesto: el 21 de junio de 2013 la policía detuvo a ocho individuos en Ceuta, todos de nacionalidad española, nacidos y residentes en esa ciudad autónoma, que formaban parte de una red yihadista y desde el año anterior actuaban en conexión con otros integrantes marroquíes de Finideq (Castillejos). El joven Ayoub, de la mano de su hermano, se hizo amigo de ellos poco antes.

Por eso, al día siguiente de que emprendiera su viaje a París, el 31 de enero de 2014, los investigadores de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional hicieron dos cosas. Primero, avisar a Francia de que se les colaba un tipo peligroso y radicalizado. Luego, tramitar una orden de expulsión “por seguridad nacional” contra su hermano Imran, que se fue a vivir a Tetuán jurando que volvería. Nada se sabe de él desde entonces.

No habían pasado tres meses desde que comenzó a trabajar en Lycamobile en París y ya le habían echado de la empresa. Ayoub se fue a Bruselas (Bélgica) con su hermana Oumaima. A partir de ese momento las pistas son confusas para los investigadores. Vuelve a Algeciras en verano de 2014 y regresa a Amberes, donde se presume que pudo ser adiestrado. Un año más tarde, el 10 de mayo de 2015, las autoridades alemanas informan a las francesas de que Ayoub ha viajado de Berlín a Estambul (Turquía) con el más que probable objetivo de cruzar a Siria. Lo siguiente que se sabe de él es que ha herido de bala a dos personas en un tren que iba de Amsterdam a París. Que se ha subido cargado con armas y gasolina en Bruselas con un billete de preferente y que fue reducido a la altura de Oignies por varios militares estadounidenses que estaban de vacaciones.

Ayoub El Khazzani, que declaró ante el juez que solo quería robar a los pasajeros y que se había encontrado el arsenal de su mochila en un parque, fue encarcelado en Francia acusado de terrorismo. Los tres norteamericanos fueron condecorados con la Legión de Honor y ahora Clint Eastwood les homenajea convirtiéndolos en protagonistas de su película.

Tráiler '15.17 Tren a París'.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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