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“Mi hija no puede visitar a nuestra familia, podrían mutilarla mientras duerme”

Mujeres africanas en España cuentan los conflictos con sus comunidades de origen por no aceptar la ablación del clítoris

Rachel Isiorho (centro) y Monica Lutunlayo (derecha) cantan una canción contra la ablación junto a otra activista.Vídeo: Luca Piergiovanni (efe) | efe

En Nigeria, donde nació Monica Lutunlayo, la mutilación genital femenina es una práctica muy común. A ella se la realizaron de pequeña y todavía recuerda el dolor que sufrió cuando, ya después de mudarse a Europa, dio a la luz a su hija. No pueden ir a visitar a sus familiares, porque a ella le tocaría la misma suerte. "Es una tradición", explica Lutunlayo. Ahora que reside en Madrid, con un grupo de otras mujeres africanas que han vivido experiencias parecidas, lucha para erradicar esta costumbre. Creen que es fundamental sensibilizar a las familias que viven en Europa y a las que siguen en África, para evitar las secuelas físicas, psicológicas y sociales de una práctica que pone en riesgo a más de 18.000 mujeres y niñas solo en España, según calcula Médicos del Mundo.

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Cuando Linda Chioma, otra nigeriana que lleva años viviendo en Madrid, se fue de viaje con sus dos hijas para visitar a la familia en su país natal, las cosas se le pusieron difíciles. Su tía quería que se les practicase la mutilación genital. Pero ella, que había crecido en un entorno donde la ablación era algo habitual, se negó y volvió en seguida a España, donde habían nacido las niñas. "Mi familia no me habla porque no quiero que mutilen a mis hijas", dice Chioma. Los conflictos con los familiares son uno de los problemas más comunes para las personas que han salido de las comunidades donde es habitual esta práctica, según los expertos.

Pese al frío en plaza de Callao, en el centro de la capital, a Chioma, Luntulayo y al resto de las activistas en contra de la ablación no parece importarles. Su compañera Rachel Isiorho ha compuesto una canción para pedir que se pare esta práctica. Se la dedica a su madre: "Mama, put a stop", canta en inglés. Otras 13 mujeres entonan los coros y el colectivo Batucada que Entiende las acompaña con tambores. Grupos de curiosos se quedan un momento para escuchar y algunos miembros de la ONG Médicos del Mundo distribuyen folletos informativos. 200 millones de mujeres en el mundo han sufrido mutilación genital, según los datos que ofrecen.

Isiorho cuenta que a su hermana mayor le practicaron la ablación y ahora no vive su sexualidad, no siente placer. A ella le encanta cantar. Por eso en una reunión con otras mujeres africanas acerca de temas de violencia de género se le ocurrió componer un tema sobre la mutilación. A su alrededor se ha creado un círculo. Hosman Suleiman, una mediadora cultural de origen somalí, comenta a las activistas: "La mutilación es una cuestión de patriarcado, como el matrimonio forzado y la poligamia". Ellas están de acuerdo. "¿Qué se puede hacer para erradicar la ablación?", pregunta Suleiman. "Cosas como la de hoy, decir 'Stop' a la mutilación", contestan en coro. 

Suleiman explica que es fundamental la presencia de mediadores que proceden de los mismos contextos culturales para permitir que mujeres y niñas abarquen el problema. Asegura que por ser africana y tener el mismo color de piel, es más fácil que le den confianza. "Hay que sacar el tema con naturalidad", afirma. Teresa García, vocal de género y derechos humanos de Médicos del Mundo, explica que la ONG tiene activos talleres para que las afectadas se formen, reflexionen juntas y compartan experiencias. De esta forma, en su opinión, se pueden convertir en activistas. En 2017 Médicos del Mundo atendió a 658 mujeres en España. Según García poco a poco se están logrando resultados, pero "todavía hay mucho desconocimiento" por parte de profesionales sanitarios y de otros ámbitos sobre cómo trabajar con las familias afectadas.

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Este martes es el día internacional para la erradicación de la mutilación genital femenina. Suleiman  considera que destacar aspectos positivos de sus propias culturas, como la música, puede ofrecer una herramienta para "lanzar un mensaje" hacia las comunidades de origen. Cree que, a pesar de estar lejos, las familias de quienes han emigrado a Europa "se enteran" de cómo se vive al otro lado del Mediterráneo. "Todas somos portavoces del mensaje. Todas las familias a las que no llegamos, son familias que tienen una niña que está en riesgo", añade. Lutunlayo, Chioma, Isiorho y sus compañeras siguen cantando y bailando, esperan que mucha gente les escuche. "África no es un continente que vive en la ignorancia", concluye Suleiman. 

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