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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La lógica del desafío

Sin el arriesgadísimo recurso del Gobierno al Tribunal Constitucional, nos hubiéramos encontrado con una reedición del comportamiento de la mayoría del Parlament en los días 6 y 7 de septiembre

El presidente del Parlament, Roger Torrent.Vídeo: DAVID RAMOS (GETTY IMAGES) / REUTERS-QUALITY
Antonio Elorza

Los comentarios sobre la declaración institucional de Roger Torrent vienen a coincidir en dos puntos: mantiene el reto a las instituciones del Estado, manteniendo la candidatura de Puigdemont a la presidencia de la Generalitat, y al mismo tiempo abre la puerta a la indeseable continuidad de la vigencia del artículo 155. De esta manera su rigidez contribuiría a hacer inevitable una solución adversa para los intereses del independentismo catalán que él mismo profesa. Salvo, por supuesto, que Puigdemont cancele su propia candidatura o que el Tribunal Constitucional cambie de posición y avale la presentación del expresident en la sesión de investidura, lo cual también parece poco probable.

Tal vez convendría mirar este insólito episodio desde otro punto de vista: salvo excepciones como la hecha pública por Tardá (y Rufián), la prioridad para amplios sectores del independentismo, y en particular para sus cuadros dirigentes, no consiste en normalizar las instituciones catalanas bajo su control, sino en relanzar el procés evitando en lo posible los catastróficos errores que llevaron al 21-D. Su fórmula sería, o ha sido, la cancelación fáctica del 155, por medio de un desafío al orden constitucional tan reiterado como encubierto en la superficie dentro de lo posible. El primer discurso de Torrent fue una simple cortina de humo. Recordemos que sin el arriesgadísimo recurso del Gobierno al Tribunal Constitucional, nos hubiéramos encontrado con una reedición del comportamiento de la mayoría del Parlament en los días 6 y 7 de septiembre: una modificación de última hora del Reglamento por esa mayoría de cara a la investidura, sin tiempo ya para recursos al Constitucional, autorizando el procedimiento telemático o la presentación delegada, de suerte que el gobierno tendría delante el hecho consumado. Algún comentarista ha definido como mafioso el comportamiento del Gobierno, pero es que no resulta fácil jugar una partida política con alguien que tiene ya las cartas marcadas.

Así las cosas, aun cuando el objetivo principal, la elección de Puigdemont, no ha sido logrado, se mantiene el pulso con unas instituciones que desde la alocución de Torrent se encuentran ya descalificadas, y sometidas a la preeminencia de la "soberanía" del Parlament. Un pulso del cual esperan Torrent y los suyos un creciente desprestigio del TC y del Gobierno, a falta de una rectificación del primero, para llegar en condiciones de superioridad, en cuanto a imagen de legitimidad, ya que no legales, para el día cercano del enfrentamiento final.

Y como Torrent mantendrá sus principios, si todo sigue igual, la sesión tendrá lugar al modo de septiembre, con la mayoría "soberana" del Parlament imponiendo al ya candidato. Catalunya contra España: no van a cambiar. La desobediencia es barata.

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