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De una cancha de baloncesto al escenario de Bruno Mars en 12 horas

Wizink Center es el décimo recinto con más actividad del mundo tras celebrar 156 eventos en 2017

El equipo de producción de Wizink Center prepara el escenario y la pista del recinto.Vídeo: Wizink Center | L.Almodóvar, L.Robayna

Decenas de trabajadores se arremolinan alrededor de la cuadrangular estructura metálica que ha servido como escenario a artistas de la talla de Ed Sheeran, Bruno Mars, Joaquín Sabina o la banda británica Deep Purple. Faltan seis horas para la cita que tiene el cantautor gaditano de ‘El Barrio’. Es el artista que en más ocasiones ha llenado el lugar. Los últimos preparativos han convertido el espacio en un vaivén de grúas y montacargas. Son más de 500 trabajadores los que ponen a punto día tras día el décimo recinto con más actividad del mundo, según la lista Top world Arenas de la revista americana Pollstar, referente de la industria musical. 

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“Ya tenemos todo el calendario de 2018 y parte de 2019 completo”, explica Manuel Saucedo, director del recinto. La actividad del recinto es frenética: en 2017 más de 1,2 millones de personas pusieron sus pies en este pabellón. Para 2018 ya son 151 los eventos confirmados incluyendo 80 conciertos entre los que destacan dos noches de Metallica, U2 o el exbeatle Ringo Starr. “Que U2 elija un espacio como este para actuar es una prueba de lo que estamos consiguiendo”, declara Saucedo.

Los preparativos siguen y el convoy de montacargas ha desaparecido, en su lugar una marea de focos inunda el entarimado que cada vez se asimila más a un escenario. La misma música que sonará horas más tarde aclimata ahora el ambiente a contrarreloj que se respira en las entrañas de un stage aún incompleto. En este camaleónico recinto todo tipo de eventos tienen cabida, desde un family show de Disney hasta un mastodóntico concierto de Red Hot Chili Peppers. “Tenemos que lidiar con los tiempos que nos dan. En doce horas podemos transformar una cancha de baloncesto en el escenario de Bruno Mars”, explica Jesús Tena, responsable de producción mientras da la orden de levantar varios focos. El recinto, además de ser una cuna de conciertos, es la sede del Real Madrid de baloncesto y el Movistar Estudiantes.

Lo que antes solo eran altavoces y luces ahora se ha convertido en toda una superestructura de pantallas LED y paneles fluorescentes. “Ya no solo es sonido. Vienes a vivir una experiencia que te entra también por los ojos”, recalca Tena. 300 metros de pantalla y más de 400 focos dan vida a este espacio de ocio cuando las puertas se cierran y comienza el espectáculo. Una prueba de la envergadura de la producción de este tipo de eventos es observar el ir y venir de decenas de camiones que transportan el equipo técnico al interior del recinto.

Faltan un par de horas para que comience el concierto y en el exterior centenares de personas aguardan en las colas que poco a poco han ido invadiendo la Plaza de Salvador Dalí. “Lo que más me inquieta de un gran evento es que se produzca una avalancha de gente”, asegura Juan Carlos Ruiz, director de seguridad mientras observa varias pantallas que recogen la información visual de las cámaras de seguridad del recinto.

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Alrededor de 200 personas forman parte del equipo de seguridad, vigilancia y acomodamiento del antiguo Palacio de los Deportes. “Es muy importante controlar que no nos pasamos del aforo permitido, y sobre todo, vigilar que nadie meta objetos peligrosos como petardos o bengalas en el interior”, subraya Ruiz. Son las 10 de la noche. Todo está a punto. 17.000 personas han acudido a la cita esperada. En unos minutos se cerraran las puertas del recinto que pretende ocupar los primeros puestos en la lista Pollstar en el futuro junto con el mítico O2 de Londres o el Madison Square Garden de Nueva York. La oscuridad reina en el hemiciclo. Un haz de luz azul se enciende sobre el escenario. Suena una guitarra. El concierto ha comenzado. Dentro de unas horas ese escenario que ahora baila con su público desaparecerá para dar vida a una cancha de baloncesto, una pista de hielo o una carpa de circo. Quién sabe. 

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