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La luna de miel de Rivera

La formación tiene varios motivos para la cautela y uno para el ánimo: si se mantienen los sondeos, el voto útil no le perjudicaría

Kiko Llaneras
Ejecutiva nacional de Ciudadanos presidida por ALbert Rivera.
Ejecutiva nacional de Ciudadanos presidida por ALbert Rivera. CARLOS ROSILLO

Ciudadanos vive una luna de miel. Lo dice la última encuesta de Metroscopia para EL PAÍS, que coloca al partido como primera fuerza, pero también el resto de sondeos: desde otoño, las encuestas han catapultado al partido de Albert Rivera. Todas las encuestadoras colocan a la formación por delante de Unidos Podemos y cuatro de las más recientes lo igualaron en diciembre con el PSOE. Ahora las estimaciones de Metroscopia dicen que el partido ha subido otro escalón.

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La pregunta es evidente: ¿ganaría las elecciones Ciudadanos si se convocasen para este domingo? Hay tres motivos para dudarlo. El primer motivo de cautela es que las encuestas están exagerando probablemente el desánimo de los votantes del PP y de Podemos. Es habitual. Los votantes de los partidos en crisis se refugian en la indecisión (o no responden las encuestas) y eso deprime sus números. Pero muchos de esos votantes acaban regresando cuando las urnas se hacen presentes. Esto es algo observado en Estados Unidos: las encuestas se mueven excesivamente porque la gente que las responde no es siempre la misma, sino que depende del ciclo de noticias.

En Metroscopia detectan esa activación desigual y por eso sus analistas insisten en que sus datos reflejan un estado de ánimo. Perciben muy alto el voto de centroderecha. La suma del PP y Ciudadanos ronda el 50%, lo que supone mejorar su resultado de 2016 por tres o cuatro puntos y superar también los datos del PP y UPyD en 2011. No son resultados imposibles, pero exigen un voto de izquierdas deprimido, no solo frente a las encuestas, sino también frente a las urnas.

El segundo motivo en contra de Ciudadanos es la regresión a la media. El partido vive un momento dulce y sus simpatizantes están superactivados después de su buen resultado en Cataluña. Han recibido mucha y buena atención. A esto se le llama efecto luna de miel. Son periodos estupendos para cualquier partido, pero también una advertencia: a un momento extraordinario suele seguirle uno corriente.

El tercer freno contra el entusiasmo lo ofrece la historia reciente del partido: en 2015 y 2016 sus encuestas empeoraron al acercarse las elecciones. Eso podría repetirse. Algunos han culpado a sus campañas, pero las razones de esos retrocesos fueron otras. Por un lado, su electorado. Fuera de Cataluña, Ciudadanos es un partido poco popular entre votantes mayores, sin estudios y desinteresados por la política. Estas personas suelen decidir su voto al final, y conforme van haciéndolo, diluyen los resultados de Ciudadanos. A menudo nos olvidamos de que un partido puede caer en las encuestas sin perder votantes. 

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El otro argumento para explicar la depresión de Ciudadanos durante la campaña es más conocida: se llama voto útil. Es probable que una parte de los simpatizantes del partido acabaran votando al PP en 2015 y 2016. Muchos votantes de centroderecha tenían como prioridad evitar un Gobierno del PSOE y sobre todo de Podemos. Estos votantes tenían motivos para coordinarse y votar por el PP, que era el partido que maximizaba la probabilidad de evitar un Gobierno de izquierdas. Esas lógicas de voto útil influyen menos en las encuestas cuando no hay elecciones cerca. Uno puede expresar su preferencia sin hacer cálculos de mayorías. Este es el último y más fuerte argumento contra Ciudadanos: una parte de sus simpatizantes, que dicen ahora que le votarán, podrían abandonarle durante la próxima campaña para emitir un voto útil.

Pero ahora hay una novedad que ilusiona en Ciudadanos. Si los sondeos de los próximos meses igualan sus fuerzas con el PP, el argumento del voto útil se debilita enormemente. ¿Cuál es el voto práctico entre dos partidos igualados? Para Ciudadanos es fundamental mantenerse por encima del 20% y cerca del PP. Es probable que no lo consiga. Pero, si lo hace, el voto útil que le perjudicó en 2015 y 2016 podría esfumarse.

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Sobre la firma

Kiko Llaneras
Es periodista de datos en EL PAÍS y doctor en ingeniería. Antes de llegar al periódico en 2016 era profesor en la Universitat de Girona y en la Politécnica de Valencia. Escribe una newsletter semanal, con explicaciones y gráficos del día a día, y acaba de publicar el libro ‘Piensa claro: Ocho reglas para descifrar el mundo’.

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