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Herrero de Miñón rechaza el modelo federal ante una reforma constitucional

El ponente considera que la Ley fundamental solo debe modificarse si tiene defectos

Herrero de Miñón en el Congreso junto a Alicia Sánchez Camacho y Enrique Serrano.Vídeo: Andrea Comas

El ponente de la Constitución Miguel Herrero de Miñón ha inaugurado las comparecencias en la comisión de evaluación y actualización del Estado autonómico, que se celebra este miércoles en el Congreso de los Diputados, con un jarro de agua fría para el PSOE, que es el impulsor de este organismo. En su intervención ha advertido de que cualquier reforma constitucional debería "partir de la negación de la vía federal", que constituye la bandera del PSOE para afrontar el problema territorial de España. "No creo que sea lo conveniente. El federalismo es un concepto muy polémico. Levanta ampollas y entusiasmo en parte de la opinión. Si nos lo ahorramos, como hicimos en el año 78, damos un gran paso", ha fundamentado.

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"Además", ha incidido, "es costoso". Ha prevenido sobre el riesgo del "disparatado mimetismo"si las comunidades "se convierten en Estado", y ha criticado que todas las comunidades tengan un defensor del pueblo o un consejo jurídico consultivo. "Si se convierten en unidades federadas, las instituciones secundarias aumentarían", ha advertido. Y ha señalado como artículo reformable en la Ley Fundamental el 150, que desde su punto de vista "ha sido un sumidero para vaciar de competencias al Estado". En la misma línea se manifestó el siguiente compareciente, el también ponente José Pedro Pérez-Llorca.

Pérez-Llorca, el autor del 155

La segunda intervención de la sesión fue de José Pedro Pérez-Llorca, entonces de UCD, que es uno de los autores de la redacción del famoso artículo 155 de la Constitución. El PP le preguntó expresamente por este punto, aunque él se limitó a explicar, con sobriedad, que en los debates de redacción del texto se impuso la necesidad de prever “futuras crisis” en el Estado, pulir las “imperfecciones” del título octavo y, además, es algo que contemplan “todos los sistemas federales”. De hecho, señaló, lo copiaron de la Ley Fundamental de Bonn, de 1949, la Constitución de la República Federal de Alemania.

Pérez-Llorca, como su predecesor en la sala, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, criticó sin rodeos el Senado, que presentó más como resultado del afán de los políticos por colocar a los suyos con escaños que por necesidad real. Del mismo modo, fue escéptico con el modelo federal, porque como tal no existe, sino que cada país ha fabricado el suyo y algunas fórmulas han funcionado y otras no. En cambio, defendió el cupo vasco como “intocable”. “Forma parte del genoma de nuestra democracia”, sentenció. Consideró que no es el momento de reformar la Constitución: “Es como la lluvia, se tienen que dar la presión y las temperaturas adecuadas, y ahora no se dan ni de lejos”.

No obstante, desplegó un diagnóstico de un sistema autonómico “muy complejo, muy conflictivo y muy abigarrado” para reclamar, en su opinión, medidas hacia una mayor integración –“somos más parecidos que diferentes”- y centralización, aunque nunca llegó a mencionar este segundo término. Por ejemplo en educación y política lingüística –“aunque sé que esto un anatema”-, orden público y relaciones con la Unión Europea. “Ha llegado el momento en que el autogobierno en que debemos pensar, el más interesante, es el de España, es el tema de nuestro tiempo, cómo mejorarlo”, concluyó. En ese sentido en el que hizo “autocrítica” hacia un Estado de las autonomías con “defectos de diseño, porque es un sistema lujoso y costoso”.

Pérez-Llorca, gaditano, salpicó su alocución de citas literarias del Siglo de Oro, alguna copla y cierto desparpajo, pero también de profundidad histórica. Se remontó a las Bases de Manresa, documento de 1892, para identificar la raíz conceptual del nacionalismo catalán, el principal de España y del que habrían derivado los demás. “Ahí está todo, léanselo”, aconsejó. Lo definió como un planteamiento “muy adversarial, nada liberal y nada federal”, que supone “regular el todo de desde una parte” y que simbólicamente persigue “construir una ciudadela”. Un largo proceso de encaje en España que desemboca en la Constitución de 1978, momento en el que los dos grandes partidos, dijo en referencia a UCD y PSOE, “cometimos errores y fuimos algo ingenuos”, porque en el nacionalismo catalán, reprochó, en algunos casos “hubo cierta deslealtad”. A ello se sumó un “fenómeno de emulación” del resto de comunidades autónomas, “por la admiración que siempre hemos tenido a los catalanes”.

En un receso del acto, el PSOE se ha reafirmado en su apuesta por el federalismo para resolver la crisis territorial de España y ha recordado al ponente que "hace cuarenta años, cuando se puso en marcha el Estado autonómico, también era nuevo, no se había hecho nunca en España". Su portavoz, Adriana Lastra ha admitido que hay "tantos federalismos como Estados federales", pero a causa de esa diversidad el PSOE "quiere uno español"."Nosotros queremos un Estado federal español, el nuestro propio y esa es nuestra apuesta, que no es otra que modernizar el Estado de las autonomías y en esto coincidimos con Herrero de Miñón", ha explicado.

 A la llegada a la Sala Constitucional, donde tienen lugar las comparecencias, Herrero de Miñón ha considerado que “la Constitución puede reformarse y debe ser reformada si es que tiene defectos”. Pero “no porque sea antigua, porque en ese caso habría que reformar el Código Civil, que es más antiguo, sino por los defectos que pueda tener”.

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Ya en su disertación, ha abundado en la idea de que hay que reformarla “si la reforma es concreta, si se sabe qué hay que reformar”. Pero “no en abstracto” y “desde el consenso”. “Consensuada como lo fue su creación”, lo que le “ha dado estabilidad, a diferencia de los que ha ocurrido en la historia constitucional española”.

El ponente ha explicado que el Título VIII de la Constitución "es la parte más criticada". "Unos lo consideran excesivo y otros insuficiente", ha señalado. "Tiene un defecto fundamental", desde su punto de vista: "No establece un sistema sino normas procesuales para llega a un sistema", lo cual deja un vacío con normas "en gran parte están obsoletas". Con todo, ha defendido que el balance "es positivo".

Herrero ha repasado la historia y ha situado el origen del Título VIII en la reivindicación autonómica de Euskadi y Cataluña. “Sin ella, no habría habido Estado de las autonomías”, ha subrayado. Había “dos sentimientos identitarios muy frustrados en Euskadi y Cataluña” que propiciaron que el rey Juan Carlos dijese a los ponentes que había que atender esas necesidades. Luego “se añadió la reivindicación gallega” y, al final, “lo que se ideó para dos o tres comunidades se generalizó por razones políticas y técnicas a 17 comunidades”. A partir de ahí, la doctrina y la jurisprudencia han ido conformando el Estado autonómico, convirtiendo, en expresión orteguiana, “una España provinciana en una España provincial”.

Pero a pesar del balance positivo, el ponente ha señalado que el modelo ha plantea "problemas en tres escalones de la Administración", que ha desarrollado en su intervención. Para su resolución, Herrero de Miñon ha apuntado que "la vía más clara es la reforma constitucional", pero que "si procede en su día", ha insistido, tiene que ser "muy estudiada y muy pactada". Con todo, ha señalado que más allá de la reforma "hay alternativas", como la mutación constitucional, que consiste en mantener los textos cambiando el sentido. Es algo que ha ocurrido en la mayor parte de las constituciones vigentes, ha sustentado. Incluso ha afirmado que en España ha habido precedentes, como los pactos autonómicos del 81 y 82, cambiaron el proceso y homogeneizaron las autonomías.

La comparecencia de Herrero ha sido la primera de las tres celebradas este miércoles, junto a los también ponentes aún vivos José Pedro Pérez-Llorca y Miquel Roca i Junyent.

Entre los inconvenientes sugeridos, el ponente ha afirmado que en el ámbito local, España tiene el problema de que de los 8.000 municipios existentes, 7.000 tienen menos de 10.000 habitantes y se encuentran en una situación de población decreciente, "sin recursos económicos ni demográficos para mantener una existencia autónoma". Pero reducirlos, como se ha planteado a menudo, "tendría su coste", puesto que los municipios "convierten el espacio en lugares concretos y fijan la población en el territorio". Y los vacíos espaciales, ha prevenido, "en épocas de grandes migraciones atraen población exógena que pueden cambiar la identidad del país". Herrero se ha mostrado contrario a fusionar municipios, pero ha abogado por hacerlo con los servicios municipales.

En su exposición ha defendido el mantenimiento de la provincia, que ha definido como "una de las instituciones más criticadas. "Me parece absolutamente intocable", ha defendido, "porque su estructura ha calado en la sociedad después de muchos años". Sin embargo, ha considerado "inadecuada" la modalidad de provincia sustentada sobre la Diputación, dando lugar a municipios "subvencionados y administrados" desde esa Corporación.

"Las Diputaciones deben reformarse", ha considerado, porque "su financiación es inexplicable". En ese sentido ha propuesto un ahorro de recursos económicos y humanos en base a que se configure con los diputados autonómicos elegidos en cada provincia. "Tendría gran ventaja. Vincularía las provincias con la autonomía y ahorraría energía", ha resaltado.

El otro escalón en el que Herrero detecta “problemas” es el Senado, institución que cree “muy difícil de modificar” por las “dificultades de calado doctrinal”. Pese a ello, ha sugerido que convendría introducir en el Senado la Conferencia de Presidentes Autonómicos. “Funcionaría mejor y daría al Senado una imagen de institución cuasi federal, serviría de fermento para convertir al Senado en una verdadera cámara de representación territorial”, ha remarcado. "El Senado no me gusta nada", ha rematado tras referir que en una ronda de consultas del exministro Landelino Lavilla ningún partido se mostró partidario de renunciar a escaños.

Durante la intervención de Herrero de Miñon, que algunos asistentes han calificado de "lección magistral", ha entrado a la comisión el diputado del PDeCAT Carles Campuzano, cuyo partido se ha desmarcado de los trabajos que lleva a cabo desde la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Campuzano ha repetido, acompañado del también diputado Jordi Xuclà, durante la comparecencia de Roca. El portavoz del PP José Antonio Bermúdez de Castro ha deseado la presencia de ambos "sea algo más que un gesto".

Landerización sin tanques

Roca se ha mostrado "solidario" con la Constitución de la que fue ponente 40 años después y ha ponderado su importancia: "Por primera vez tenemos un texto constitucional que ha garantizado la normalidad en la vida" en España. Roca lo ha calificado como "un hecho excepcional" que "nos da valor y nos debe dar confianza para el futuro". Ha destacado que la Constitución descansa en un "consenso modélico" y que, también por primera vez, "no es el texto de una mayoría contra una minoría sino un pacto". que fue sometido al refrendo colectivo, algo que nunca se había hecho.

En ese punto, ha recordado y subrayado que un 88,5% de los españoles la votaron afirmativamente, un porcentaje que en Cataluña ascendió hasta el 91,5%. Roca ha exhortado a tener en cuenta ante cualquier reforma de la Constitución que "en aquel momento el 88,5% dijo sí", porque ahora "sería menor". "Las alternativas tienen un reto: igualar el 88,5%", ha conminado. También ha loado su flexibilidad, que ha permitido que pudieran gobernar mayorías de distinto signo y con distintas interpretaciones. Y ha querido salir al paso de una de las críticas recurrentes: que se hizo bajo el miedo. "Ridícula acusación", ha sintetizado. Y ha recordado que 63 personas murieron de forma violenta por razones políticas mientras se discutía, y todavía no había llegado el 23-F.

Roca se ha referido al Título VIII como una respuesta de la Constitución al problema de la recuperación de las libertades colectivas y la necesidad de descentralización del poder político. "No era únicamente un tema de descentralización sino de eficacia administradora. No era una corriente singular de España. Europa lo compartía. Era el empoderamiento de bases territoriales. España lo necesitaba", ha justificado. "La landerización alemana la hicieron los tanques americanos; aquí la hicimos pactando y sin tanques", ha celebrado.

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