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Rull cuenta su vida en prisión: “La comida era muy flatulenta, las hamburguesas estaban quemadas”

El 'exconseller' de Territorio y Sostenibilidad mataba las horas en la cárcel, que califica de "experiencia muy dura", jugando a pimpón, leyendo cartas o viendo series de televisión

El 'exconseller' y candidato de Junts per Catalunya Josep Rull, este martes.
Lluís Pellicer
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“Josep era el rey del módulo jugando al pimpón”. Jordi Turull, exportavoz del Govern, cedía así la palabra al exconsejero de Territorio de la Generalitat Josep Rull. En los dos últimos días días, ambos han relatado su experiencia en la cárcel de Estremera (Madrid), donde durante 32 días compartieron una pequeña celda de 10 metros. Mataban las horas como podían: jugando al pimpón, en un curso de fitness o estudiando francés. Incluso aprendiendo encuadernación. "Ahora ya sé como hacer libros y libretas", bromea Rull. Los dos consejeros cesados dieron el martes una primera pincelada a su experiencia en prisión ante los medios. La calificaron de "muy dura". Este miércoles han dado más detalles sobre cómo fueron aquellos 32 días.

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Una de las cosas que peor llevó Rull, que ha sido entrevistado por Catalunya Ràdio, fue la comida. “Me ha hecho sufrir mucho. Salí con toda la boca llena de llagas. Era una comida muy flatulenta, para entendernos, un cocido de aquellos intensos. Recuerdo que el primer día nos dieron unas hamburguesas que estaban tan quemadas que se me rompió el tenedor”, ha detallado el exconsejero. Los dos miembros cesados del gobierno de Puigdemont compartieron una celda de unos 10 metros, con dos literas y un baño separado por una cortina. "Pásabamos entre 15 y 17 horas juntos", recuerda Rull, quien todavía puede oír el "ruido de las puertas" cuando se cerraban por la noche.

De la prisión de Estremera, los exconsejeros se llevan un buen recuerdo de los funcionarios y del resto de reclusos, de quienes se despidieron con abrazos el pasado lunes. De los primeros, destacan su "alto nivel de profesionalidad". De los segundos, su solidaridad y humanidad, hasta el punto que los despidieron con abrazos y entre aplausos. "No nos quisimos aislar", dice rotundo Rull. Con uno de ellos, de origen vietnamita, el exconsejero de Territorio jugaba al pimpón dos horas al día. Una por la mañana y otra por la tarde. El resto del tiempo los también candidatos por Barcelona de Junts per Catalunya miraban la televisión —“La que se avecina y Rex, el perro policía”, cuenta con sorna Turull— o bien leían. Se veían con el resto de exconsejeros cuando se reunían con el abogado, y solían coincidir con Joaquim Forn, que sigue en prisión preventiva, a la hora de misa.

Una circunstancia que les resultaba "muy dura", según Rull, era la falta de información sobre lo que sucedía. "Nos dejaban diarios de vez en cuando, pero eran diarios que mejor no leer, porque nos hundíamos un poco más", explica. Le llegaban ejemplares de El Punt Avui, el Ara y un resumen de El Nacional. "Todos nos llegaban con dos, tres o cuatro días de retraso", ha contado. Pero para Rull la mejor manera de matar las horas consistía en leer las cartas que recibía de familiares, amigos o ciudadanos. “En la cárcel eran media vida”, ha recordado el exconsejero, quien ha animado a la gente a seguir escribiendo al exvicepresidente Oriol Junqueras; el exconsejero Joaquim Forn; y a los Jordis.

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"Nos han querido humillar"

Para Rull, la peor experiencia fue el traslado de la Audiencia Nacional a la prisión, que califica de “espeluznante”. En la Audiencia, dice, le obligaron a sacarse las gafas y el anillo de bodas, que nunca se había quitado. Luego, cuenta, lo metieron en una furgoneta sin ventanas en la que no paraba de marearse, hasta que llegó a Navalcarnero. "Allí un funcionario me dijo: 'Se os ha acabado la tontería”. Y a continuación, según relata, le entregó el auto y le soltó: “Te vas a pasar tanto tiempo en la cárcel que te vas a acabar aprendiendo de memoria ese auto”. Fue, admite, mala suerte. Porque, resalta siempre, en Estremera "la inmensa mayoría de funcionarios de prisiones son de un altísimo sentido de la profesionalidad".

El día que salieron de Estremera, ambos decidieron vestirse con traje y corbata. "De nuevo, llegamos a la Audiencia, nos quitaron las gafas, nos metieron en un calabozo y nos pusieron las esposas por detrás para trasladarnos", prosigue Rull. Pero la imagen que más le impactó fue ver a sus antiguos compañeros de gobierno, empezando por Junqueras, esposados y sentados en el furgón. "Nos han querido humillar, pero salimos con nuestra dignidad y nuestros ideales más fuertes que nunca", remacha Rull, quien, al igual que Turull, finalmente salió de la cárcel tras depositar ante el Tribunal Supremo una fianza de 100.000 euros. "Os sacaremos de aquí", dice Turull que fue lo último que dijeron a sus excompañeros de gabinete.

Ambos se incorporaron el martes a la campaña de Junts per Catalunya. Turull lo hizo después de llevar a su hija al colegio. Rull, tras acudir a ver a su madre para darle un abrazo. A media mañana, ambos estaban en el local que la formación tiene en el barrio de Gràcia; poco después iban a la sede del PDeCAT para reunirse con la cúpula del partido, y a mediodía, comparecían ante los medios. Y por la noche, se subían ya en la tarima del Teatre Batrina de Reus.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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