Un hombre cabal con una idea de Europa
Todos los que le conocíamos podemos atestiguar que era un buen amigo de sus amigos
Aunque esperada y temida, la noticia de la marcha de Manolo Marín me ha afectado profundamente. Era –todos los que le conocíamos podemos atestiguarlo- un hombre cabal y un buen amigo de sus amigos. Dos atributos que, cuando su portador se los lleva te dejan un vacío en el alma.
Conocí a Manolo allá por los años 80 cuando ambos nos ocupábamos, él desde la Política, como Secretario de Estado; yo, desde la Administración, como subsecretario, por empujar el proceso de la integración de España en las entonces Comunidades Europeas. La idea de Europa, como garante de libertad y prosperidad para nuestro país, nos unió a partir de entonces en una lucha que llevamos codo con codo, bajo la dirección y el apoyo de Felipe González y Fernando Morán, hasta lograr el objetivo que nos habíamos propuesto.
No terminó ahí nuestro trabajo conjunto para hacernos oír en las reuniones de Bruselas. Y para profundizar en nuestra amistad. Desde su atalaya de vicepresidente de la Comisión, Manolo y yo, como embajador Representante Permanente, nos veíamos a menudo y fuimos creando una relación de lealtad y confianza mutua.
Fueron muchos y muy buenos años de relación los que ahora me empujan a dedicar un cariñoso recuerdo al hombre y al amigo y compartir con Carmenchu y con sus hijas el dolor por tan sensible pérdida.
Carlos Westendorp fue ministro de Asuntos Exteriores.