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ELECCIONES 21-D
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Todos contra Ciudadanos

La pujanza de la formación provoca una conjura de los demás partidos, que la acusan de derechización

Inés Arrimadas y Albert Rivera, el martes en una reunión con empresarios en Barcelona.
Inés Arrimadas y Albert Rivera, el martes en una reunión con empresarios en Barcelona.Quique García (EFE)
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Everyone against Ciudadanos

Albert Rivera y Ciudadanos son la falange auténtica. O eso dijo el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, cuya agresividad hacia la formación naranja reprocha el cuestionamiento del Cupo vasco y explora los límites de una campaña anti-Ciudadanos a la que se han adherido los restantes partidos. Y no porque se hayan coordinado, sino porque la proyección electoral que otorgan las encuestas al partido de Rivera —segunda fuerza en Cataluña y medalla de bronce en el Parlamento nacional— lo convierten en una amenaza.

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Fernando de Páramo, secretario de Comunicación de Ciudadanos, no tiene dudas: “Hemos puesto nerviosos a todos porque hemos sacado a la luz los tabúes de los que nadie habla. El Cupo vasco es insolidario e injusto. Y el adoctrinamiento en Cataluña es un problema que requiere soluciones. Sabemos que gran parte de la opinión pública comparte nuestras inquietudes”, dijo a EL PAÍS.

Arrecia el acoso a Ciudadanos desde todos los acuartelamientos. Pablo Iglesias persiste en la caricatura del candidato del Ibex, aunque el líder de Podemos ha logrado sumar otros actores a la “conspiración”. Pedro Sánchez declaraba hace unos días que Ciudadanos es la media naranja del PP. Y hasta Alfonso Alonso, líder de los populares en Euskadi, sostenía que la campaña de Ciudadanos contra el Concierto respondía al énfasis de un “nacionalismo español” y al estupor de un “movimiento contra los vascos”. Podría entenderse así la precariedad electoral de Ciudadanos en Euskadi, en Navarra y hasta en Galicia, pero su posicionamiento antinacionalista y la paternidad de la fórmula que ha descongestionado la crisis —artículo 155 como transición a las elecciones— lo han convertido en fuerza hegemónica del constitucionalismo en el umbral de los comicios catalanes. Ciudadanos está en el lugar oportuno con el discurso adecuado. Y aglutina el 21-D sus mejores recursos: el partido nació en Cataluña, tiene una candidata al alza (Inés Arrimadas) y demuestra que su presidente, por más señas natural de Barcelona, no es tan imprescindible como antes.

He aquí una de las novedades de la madurez de Ciudadanos, a decir de los expertos demoscópicos. La otra consiste en que Ciudadanos ya no se expondría tanto a la volatilidad de su voto. “Observamos casi una lealtad del 90%”, reconocen los analistas de Metroscopia. “Y la clave no es tanto que Ciudadanos ocupe un espacio político, sino que ha comprendido cuáles son los tiempos. Hay una demanda no satisfecha de reformismo. La indignación ya no es la corriente. La clave es la oxigenación. Ciudadanos no es la marca blanca del PP, sino la marca limpia del PP”.

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Ya se ocupa José María Aznar de enfatizar el matiz. Y de convertir a Rivera en una especie de hijo pródigo, aunque semejante patrocinio añade argumentos simbólicos al supuesto proceso de conservadurismo. ¿Ocurre así? “Es un fenómeno curioso”, explica el politólogo Víctor Lapuente. “Los líderes de Ciudadanos se esfuerzan en aparecer como una opción de centro, herederos de Macron en España, pero en las encuestas vemos una derechización del electorado. Falta saber si es coyuntural —ahora pesa más la dimensión territorial, donde la formación encaja más con los votantes de la derecha— o bien si es una cuestión estructural. Todavía no sabemos si serán los hijos de Macron (como ellos desean) o los hijos de Aznar (como otros parecen desear)”.

Discrepa De Páramo de las etiquetas. Y reniega de que Ciudadanos pretenda recentralizar España: “El modelo territorial tiene que ser equilibrado. El nacionalismo no puede ser un pretexto para consolidar los privilegios. Si nuestro discurso está ganando adeptos es porque tenemos un discurso claro y de victoria. En Cataluña aspiramos a todo”.

La última encuesta de Metroscopia sitúa a Ciudadanos en el segundo puesto (25,3%), muy cerca de ERC (26,5%), pero no sería la primera vez que los sondeos inflan las expectativas. Estaría Ciudadanos en su momento crucial de madurez. Especialmente si los comicios catalanes sirven de trampolín a las mayores ambiciones nacionales. Ciudadanos se percibe como competidor directo.

“No creo que haya una campaña para defenestrar a Ciudadanos, como tampoco hubo una campaña para entronizarlos”, explica Lapuente. “Hay una connivencia de intereses de partidos dispares para atacar un partido que está liderando el debate en varias cuestiones. Los partidos están desconcertados con la doble novedad: un enmarque diferente de las viejas cuestiones y su atrevimiento con algunos asuntos que parecían intocables, como el Cupo vasco”.

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