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Barreras contra el fraude electoral

Un sector próximo al secesionismo pretende sembrar sospechas sobre el sistema de recuento de votos ante el 21-D, pero los expertos garantizan su fiabilidad

Juan José Mateo
Recuento en un colegio electoral durante las elecciones de junio de 2016.
Recuento en un colegio electoral durante las elecciones de junio de 2016.Javier Hernández

Más de 50.000 personas apoyan una petición online para que tres empresas distintas —una de ellas internacional— cuenten los votos de las elecciones catalanas del 21-D. Los firmantes creen que los comicios pueden ser manipulados. Sus rúbricas reflejan los cientos de tuits que denuncian una supuesta trama muñida para perjudicar al independentismo. Sin embargo, alterar el resultado de unas elecciones en España no es posible, según los expertos. Tres argumentos sustentan esa afirmación. Primero, que ninguna empresa cuenta los votos, ya que esa labor les corresponde a los ciudadanos que forman las mesas electorales. Segundo, que los partidos fiscalizan cada paso. Y, tercero, que los resultados los establecen las juntas electorales con documentación recogida en soportes físicos, no electrónicos. Son las barreras contra el fraude. Y esas murallas, dicen, son impenetrables.

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“Se están suscitando las sospechas como una estrategia de los independentistas, que denunciarían un pucherazo si no consiguen sus objetivos en las elecciones del 21-D”, opina Ángel Valencia, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Málaga. “Una de las claves de la seguridad de nuestro sistema es que es público y todo el proceso de recuento tiene unos mecanismos de control a través de apoderados e interventores”, recuerda. “La transmisión de resultados es fiable”, subraya. Y remata: “Todo ello es así, en parte, porque es un sistema físico y desconectado de Internet”.

Los independentistas consideran las elecciones ilegítimas porque han sido convocadas por el Gobierno al amparo del artículo 155. En las redes piden miles de voluntarios para acudir a los colegios y realizar un recuento paralelo. E insinúan que el tongo ya está listo: “No paro de leer tuits diciendo que debemos llenar las urnas del 21-D con nuestros votos, pero ¿alguno puede explicarme cómo evitaremos la manipulación de los resultados por parte del Estado?”, se preguntan en distintos formatos múltiples mensajes publicados en las redes sociales.

La respuesta está en la ley electoral general, de aplicación en Cataluña, según recuerdan los expertos. El texto obliga a que ciudadanos y partidos transiten juntos el camino que separa la emisión del voto de la publicación de los resultados oficiales. Para eso hacen falta varios días: los datos que se conocen en la noche electoral son provisionales, no vinculantes y se facilitan a la empresa encargada de su publicación —todo apunta a que será Indra— tras un proceso absolutamente tasado y seguro.

Entonces, ¿cómo se llega hasta los resultados oficiales? Los miembros de la mesa, que se eligen al azar entre los integrantes del censo, son los encargados del escrutinio. Su labor puede ser fiscalizada en todo momento por los interventores y apoderados de las formaciones políticas. Una vez finalizado el recuento, la información se guarda en tres sobres, que acaban, uno de ellos, en el archivo del juzgado de primera instancia o de paz correspondiente, y los dos restantes en la junta electoral de zona. Eso permite cotejar los votos en todo momento.

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El bulo de la alteración del censo

Otro de los bulos que están alentando las redes sociales sobre las elecciones del 21-D es que el censo está siendo alterado con el empadronamiento en Cataluña de miles de ciudadanos que no residían hasta ahora allí, y que votarán a Ciudadanos, al PSOE o al PP para impedir un Gobierno independentista.

Pese al eco que está encontrando esta tesis, el Boletín Oficial del Estado publicó a inicios de noviembre el decreto que regula los comicios, y que establece que el censo quedó cerrado a 1 de agosto de 2017.

Cuentas vinculadas al independentismo también plantean en las redes sociales que el voto de los 224.844 catalanes residentes en el extranjero con derecho a voto puede ser manipulado porque será recibido en Madrid. Sin embargo, eso no es así. Las juntas electorales provinciales de Barcelona, Lleida, Tarragona y Girona serán las encargadas del recuento.

“El sistema facilita toda la información desde el principio a todos los actores implicados, para garantizar que no haya una manipulación posterior”, asegura una fuente del sector. Y subraya: “Los ciudadanos en las mesas y los partidos en las juntas son la garantía. Es un proceso paralelo y manual que no se puede manipular”.

El resultado oficial lo establece la junta electoral correspondiente, repasando las actas mesa a mesa, entre el tercer y el sexto día siguiente al de la votación. Los representantes de los partidos tienen derecho a asistir a la apertura de los sobres. Todo es fiscalizable. El interés de las partes implicadas dificulta que no se siga a pies juntillas la normativa: por ejemplo, la junta electoral central ordenó repetir el escrutinio de la provincia de Sevilla tras las elecciones andaluzas de 2015 porque Vox denunció que no se había realizado la apertura de todos los sobres enviados, utilizándose los resultados provisionales.

“La manipulación es muy difícil”, resume Pedro Riera, especialista en sistemas electorales. “Otra cosa es que pueda haber incidentes cibernéticos, como ataques de hackers que compliquen la difusión de los resultados, pero no veo posible que esos ataques tengan consecuencias reales”.

“Frente al modelo [online con censo universal] que se montó para el referéndum del 1-O de Cataluña, obviamente es mucho más complicado atacar bajo ese esquema de voto offline”, coincide Jacobo van Leeuwen, de Evicertia, una compañía especializada en certificar operaciones online.

Los expertos consultados por este diario advierten de que un ataque coordinado podría tumbar temporalmente la web que publica los resultados provisionales de las elecciones, retrasando su comunicación. También admiten la posibilidad de que aparezcan aplicaciones falsas para móviles con recuentos alterados, o de que una campaña orquestada por miles de cuentas falsas en redes sociales intente crear incertidumbre publicando resultados distintos a los reales. Incluso plantean la opción de que se intente crear una web falsa que imite a la oficial en la que se publicarán los resultados provisionales.

No obstante, nada de eso cambiaría la composición del Parlament. Como tuiteó Lluis Anaya, que fue coordinador electoral de la Generalitat de Catalunya: “El fraude es imposible. No sufráis. ¡Votad!”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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