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El CNI admite “contactos” con el cerebro de los atentados de Barcelona

Los servicios de inteligencia aseguran que se produjeron en el marco del “protocolo establecido con los convictos” presos que han mantenido relaciones con yihadistas

Los escombros de la casa de Alcanar donde se encontraron los restos mortales del imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty
Los escombros de la casa de Alcanar donde se encontraron los restos mortales del imán de Ripoll, Abdelbaki Es SattyJosep Lluis Sellart

El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) reconoció este jueves que “mantuvo contactos” con el cerebro de los atentados de Cataluña, el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, en el periodo que este estuvo en la prisión de Castellón, entre 2010 y 2014. Los servicios secretos españoles no aclararon la periodicidad de esos contactos, ni la duración, ni si fueron remunerados. Sí explicaron que se produjeron en el marco del “protocolo establecido con los convictos” que se encuentran en las cárceles y que han mantenido relaciones con yihadistas.

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El imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, inspirador de los atentados de Barcelona y Cambrils del pasado 17 de agosto y líder de la célula yihadista que los cometió, no era un desconocido de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Aparte de haber sido investigado en la operación Chacal —realizada por la policía en 2006 contra una red islamista—, tuvo contactos con el CNI en los cuatro años que estuvo preso por un delito de tráfico de drogas. Fuentes de los servicios secretos españoles confirman que así fue, aunque no aportan datos acerca de los resultados de esas entrevistas con Es Satty, fallecido en la explosión del chalé de Alcanar (Tarragona) mientras preparaba los explosivos para un gran atentado.

Las mismas fuentes insisten en que esos contactos con Es Satty “entran dentro de los protocolos habituales del organismo”, ya que “lo normal para obtener información para la lucha antiterrorista es contactar con quienes puedan tenerla”. En todo caso, Es Satty, no estaba condenado por ningún delito de terrorismo, sino de tráfico de drogas.

Nacido en la zona del Rif, productora de hachís, había intentado colar en España 121 kilos en su coche y le habían cazado en la frontera con Ceuta. Sin embargo, fuentes del CNI aseguran que “tuvo contactos con yihadistas”, presumiblemente para ayudarles a salir de España, según otras fuentes de la lucha antiterrorista. Según declaró ante los jueces españoles antes de la condena, fue amenazado para que tratase de introducir en España tanto drogas como personas, aunque lo cierto es que nunca aportó ninguna prueba de ello.

Los nuevos datos que se van conociendo sobre la investigación de los atentados —las diligencias que de la Audiencia Nacional permanecen secretas— muestran a Es Satty casi como un viejo conocido de las fuerzas y cuerpos de seguridad casi desde que llegó a España en 2002. Ya apareció su nombre en la agenda del teléfono de alguno de los detenidos por los atentados del 11-M, según revelaron fuentes de la lucha antiterrorista. También fue investigado en la operación Chacal, una red de islamistas que enviaba terroristas a Irak y que lideraba Mohamed Mrabet Fhasi, el Carnicero, quien supuestamente habría instruido a Es Satty en la corriente Takfir Wal Hijra (Anatema y Exilio), la más radical del Islam.

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Las intervenciones telefónicas y seguimientos que le hizo la policía al hilo de esa investigación no dieron frutos suficientes para imputarlo. Fue detenido finalmente por tráfico de drogas en 2010 y durante cuatro años fue cabo de limpieza del módulo de la cárcel de Castellón. Por último, tras salir de la cárcel acudió en 2015 a Vilvoorde (Bélgica) para ofrecer sus servicios como imán. Allí resultó sospechoso y un policía local belga preguntó a los Mossos d’Esquadra por sus antecedentes. El contenido que hasta ahora se conoce de las respuestas que enviaron los Mossos dan a entender que eran los únicos que no lo tenían fichado, pese a ejercer como imán de Ripoll desde ese año y tener antecedentes penales, algo que en principio le incapacita para desempeñar ese puesto.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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