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El PNV evitará pactar los Presupuestos antes del 21-D

La formación vasca espera la retirada del artículo 155 en Cataluña para iniciar la negociación

Miquel Alberola
Aitor Esteban, Rafael Hernando y Jose Antonio Brrmudez de Castro en el Congreso de los Diputados.
Aitor Esteban, Rafael Hernando y Jose Antonio Brrmudez de Castro en el Congreso de los Diputados.Jaime Villanueva (EL PAÍS)

La crisis de Estado abierta en Cataluña y los acontecimientos derivados de esta situación extraordinaria han roto el equilibrio que permitió al PP aprobar los Presupuestos Generales del Estado en 2017. Entonces, a pesar de las pronunciadas diferencias entre el PP y el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que no apoyó con sus cinco diputados la investidura de Mariano Rajoy, alcanzaron un acuerdo. El PNV mantiene su pragmatismo, pero la aplicación del artículo 155 de la Constitución sobre Cataluña hasta las elecciones del 21 de diciembre es la barrera insalvable.

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El utilitarismo del PNV ya se vislumbró aquel 27 de octubre de 2016 durante el debate de investidura cuando el portavoz parlamentario vasco, Aitor Esteban, exhibió sus credenciales en rima (“Si bien me quieres, Mariano, da menos leña y más grano”) y Rajoy correspondió con una estrofa cordial (“Si quieres grano, Aitor, te daré mi tractor”). El PNV se tragó todos los cuchillos que había afilado sobre las medidas que el Gobierno del PP había tomado “contra el País Vasco” durante la mayoría absoluta y facilitó unos Presupuestos que le reportaban ventajas.

El acuerdo incluía una rebaja del cupo vasco de 569 millones respecto al año anterior, la devolución de 1.400 millones e inversiones por cerca de otros 4.000 hasta 2023 (la mayor parte en la infraestructura ferroviaria denominada Y vasca). Las encuestas apreciaron su pericia utilitaria y marcaron una dinámica para la legislatura. Sin embargo, el aumento de la tensión por el proceso independentista y la aplicación del artículo 155 de la Constitución han complicado la relación entre el PNV y el Gobierno para repetir la operación, aunque las comunicaciones entre el partido y el Ministerio de Hacienda se mantienen en la profundidad.

El PNV se ha volcado en Madrid con el partido hermano catalán, el PDeCAT, y le ha extendido de forma patente su solidaridad a medida que la telaraña judicial se iba volviendo más pegajosa y el Gobierno endurecía su acción sobre la estrategia independentista de la Generalitat. Esos movimientos, forzados por la situación política, han alterado su disposición a alcanzar un acuerdo como el anterior.

Marcar distancias

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El portavoz parlamentario Aitor Esteban ha criticado “la violencia excesiva e innecesaria” de las fuerzas de seguridad del Estado durante la jornada del 1 de octubre. Ha participado en comparecencias conjuntas para pedir la libertad de los detenidos en las operaciones practicadas en Cataluña. Se ha concentrado en la Puerta del Sol. Ha arropado en procesión al diputado Ferran Bel, que en su también condición de alcalde de Tortosa fue citado en la Fiscalía General del Estado. También ha marcado muchas distancias con el Gobierno por el encarcelamiento de los presidentes de Òmnium Cultural y la Assemblea Nacional de Catalunya, Jordi Cuixart y Jordi Sànchez, que consideró “impropio de una democracia europea”.

La aplicación del 155, contra la que el PNV votó en el Senado, ha alejado demasiado las orillas del Gobierno y el PNV como para alcanzar de forma inmediata, con la crisis catalana todavía humeante, un acuerdo. Pero la formación vasca no ha perdido la perspectiva de los Presupuestos, cuyo empantanamiento tiene consecuencias en Euskadi. En medio del conflicto catalán, Esteban ha apremiado al Gobierno a cumplir con los acuerdos del cupo y el concierto económico, que deben ser aprobados antes de que finalice el año. Según contempla ese pacto, el Gobierno tiene que destinar al País Vasco 280 millones en 2018, que penden del presupuesto por aprobar. Y unos 600 a repartir entre los ejercicios de 2019 y 2020.

Tras el 1 de octubre y la eventual relajación de la tensión política el Gobierno, seguro de haber gestionado con eficacia el conato independentista catalán, confía en retomar enseguida la negociación con el PNV. Pero el PNV necesita descomprimirse. Requiere fundamentos para desenredarse de la estrategia que ha cubierto su plano emocional y poder regresar al plano práctico sin romperse la crisma en la pirueta ni decepcionar a los suyos. En este momento, según fuentes parlamentarias jeltzales, “el panorama de una negociación presupuestaria ha empeorado muchísimo con la aplicación del 155, la destitución del Govern y la liquidación del Parlament”. Es decir, “no se dan las condiciones para abrir una negociación”. Y “menos aún”, subrayan, “mientras portavoces como Pablo Casado nos amenacen a los demás con el 155 si no nos portamos bien”.

Siempre que en las próximas semanas no se complique más la situación, solo la celebración de las elecciones catalanas convocadas para el 21 de diciembre y el consiguiente levantamiento del artículo 155 se perfilan como los hitos necesarios para que el PNV encuentre un clima propicio para evitar la prórroga de los Presupuestos, que es lo que ahora propone. La fecha tope del Gobierno para presentarlos es el 31 de diciembre, con lo cual quedaría un plazo de diez días para que Rajoy pudiera repetir en el Congreso de los Diputados los 176 votos que reunió para sacar sus anteriores cuentas con el PP, Ciudadanos, PNV y los diputados de Coalición Canaria y Nueva Canarias.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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