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Ahora sí que hay prisa

El independentismo ha perdido; ahora tiene que apresurarse a aceptarlo. Cuanto más tarde en darse cuenta del cambio de época, más difícil le será organizarse para presentarse a las elecciones

Manifestación de Societat Civil Catalana este domingo en Barcelona.Foto: atlas | Vídeo: Toni Albir (EFE) / ATLAS
Lluís Bassets

Los que tenían muchas prisas para hacer referendos y proclamar repúblicas imaginarias tendrán que espabilar porque ahora si que aprieta el tiempo. Y les aprieta sobre todo a ellos, para que decidan de una vez, sin más demora, sí quieren presentarse a las elecciones o prefieren organizar la resistencia al artículo 155.

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Como son muy astutos y están habituados desde siempre a repicar e ir a la procesión querrán hacer ambas cosas, pero si no se dan prisa y no se ponen manos a la obra corren el peligro de no hacer bien ni una cosa, organizarse para las elecciones, ni la otra, oponerse a un artículo 155 que la gente empezó olvidar justo cuando Rajoy declaró convocadas las elecciones.

Cuanto más se entretengan los independentistas en discusiones bizantinas sobre la existencia de la República y de su gobierno más difícil les será organizarse para las elecciones. La formación de coaliciones, por ejemplo, cuestión crucial incluso para determinar la estrategia independentista, deberá resolverse antes del 7 de noviembre.

El independentismo está ahora mismo a un paso del frikismo que significa hablar de gobierno usurpador, de ocupantes, de fuerzas coloniales, de colaboracionistas, de pasar a la clandestinidad o de gobernar desde el exilio, un lenguaje que conduce directamente a boicotear las elecciones para no rubricar su derrota. Basta escuchar ciertas tertulias y leer a ciertos columnistas para darse cuenta de que son muchos los que ya están en este viaje de fumadores de marihuana. El ex convergente Ignasi Guardans lo ha descrito magistralmente en un tuit este pasado sábado 28 de octubre: “La idea de que en Catalunya tengamos una especie de Palmar de Troya nacionalista con @KRLS (Puigdemont) de Papa Clemente me da mucha pereza”.

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Si el independentismo se presenta, como es de esperar, lo primero que debe hacer es ver si puede ir en coalición repitiendo Junts pel Sí. Los partidos independentistas lo tienen muy difícil porque entre el primero de octubre del presunto referéndum de autodeterminación y la falsa proclamación de la república el 27 de octubre muchas cosas se han roto entre ellos, dentro del PDCat , entre el PDCat y ERC y entre Puigdemont y Junqueras.

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Muchos sapos tendrán que tragar los dirigentes si quieren repetir. Para olvidar los insultos, las traiciones y los agravios, pero también para coincidir en los objetivos. Algunos, animados por este personaje tan peculiar que es Albano Dante Fachin, sueñan incluso con embarcar a los comunes en una imposible coalición alrededor de la reivindicación de un referéndum legal y pactado. No sucederá, entre otras razones porque el relato ya se ha roto, el cuento se ha terminado, la estrategia ha hecho aguas, y sus conceptos, el derecho a decidir, la idea de un referéndum sobre la independencia, el ensueño del Estado propio, todo esto quedará cuestionado y superado.

El independentismo ha perdido y el problema que tiene ahora es darse prisa para aceptarlo. Se ha desplazado totalmente de la centralidad de la que ha gozado, al menos desde 2010. Cuanto más tarde en darse cuenta del cambio de época, más difícil le será organizarse para presentarse a las elecciones, decidir si quiere ir en una sola coalición o cada uno organizado en los partidos tradicionales.

Esta es la gracia de las elecciones en una democracia multipartidista. En cuanto se convocan, todo el resto deja de interesar. Cuanto más se entretengan los independentistas en adaptarse a la nueva situación y en tomar decisiones menos poder tendrán. No valen las encuestas del pasado, que ya no cuentan cuando se ha producido un terremoto político como el que acaba de producirse en Cataluña. La idea de independencia ha hecho huir a las empresas, ha unido a Europa y al mundo alrededor de la integridad del Estado español y ha despertado a los partidarios de la unidad española que hasta ahora habían callado. Después de estos tres despertares, nada será igual. Y los independentistas, si hacemos caso a lo que dicen y hacen, todavía no se han enterado.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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