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‘Botifler’, el insulto favorito del ‘procés’

El secesionismo ha reavivado para estigmatizar a sus rivales un término nacido en el siglo XVIII contra el Ejército borbónico

Fragmento de 'La Batalla de Almansa', de Buonaventura Ligli (1709), en la colección del Prado.
Fragmento de 'La Batalla de Almansa', de Buonaventura Ligli (1709), en la colección del Prado.
Ferran Bono

Botifler se usa como insulto o apodo, pero es una palabra interesante, al menos desde el punto de vista filológico. No está clara la etimología de este término catalán que ha rebrotado con inusitada fuerza durante el procés secesionista. Designa despectivamente a los seguidores de los Borbones y, por extensión, los separatistas la emplean contra todos los españoles opuestos a la independencia de Cataluña.

Dos son las principales teorías sobre su origen: una sostiene que es una creación culta del habla de influencia francesa y otra apunta a una invención popular autóctona. La primera se remonta al sintagma francés beauté fleur (“la bella flor”), en alusión al lis del escudo de armas de la Casa de Borbón. De beauté fleur a botifler no hay más que un paso fonético. Una derivada postula que el término viene de la adaptación del apellido del mariscal Louis François de Boufflers (1644-1711) y así se documenta a principios del XVIII en algunos textos.

Apoyan la segunda tesis sabios de la filología catalana, como Francesc de Borja Moll o Joan Coromines. El término provendría del catalán bot unflat, inflat, en referencia a una persona gruesa, rica, en contraposición a la mayoría de población pobre y desnutrida de los siglos XVII y XVIII. “Podía tener también el sentido de una persona conservadora”, apunta Emili Casanova, catedrático de Filología Catalana de la Universitat de València. Moll y Coromines señalan que botifler comparte raíz (botir) con botiró, palabra usada para referirse a los soldados borbónicos.

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El término aparece documentado en Cataluña desde principios del XVIII y también en Mallorca, pero en Valencia solo figura en épocas posteriores, señala Casanova. “Siempre tiene un sentido peyorativo, de gabacho, y su uso se remonta a la Guerra de Sucesión. En Cataluña, resurge con mucha fuerza y se extiende en la Renaixença”, el movimiento cultural de reivindicación de la literatura y la lengua catalana de mediados del XIX, agrega.

De lo que no hay duda es de su significado contra los partidarios de Felipe V durante la Guerra de Sucesión (1701-1715), frente a los austriacistas, seguidores de la Casa de Austria, que recibían, entre otros, el mote de maulets.

La mayor parte de la antigua Corona de Aragón se había decantado por el archiduque Carlos, más respetuoso con la organización de estilo federalista de los territorios, si bien algunos historiadores matizan ahora esa afirmación. Lo cierto es que la victoria del bando borbónico supuso la promulgación de los Decretos de Nueva Planta, que abolieron las leyes e instituciones propias de los reinos de Valencia y Aragón (1707), del Reino de Mallorca (1715) y del Principado de Cataluña (1716).

Los "traidores"

Hoy hay cierta confusión en el empleo de botiflers ligado al enconamiento del procés y la forma en que lo profieren los independentistas. Algunos consideran que significa “traidor”. Históricamente, está documentado ese uso, pero solo referido a quienes en Cataluña apoyaron a los Borbones. Lo ha reavivado el secesionismo como tal insulto, sobre todo en las redes, dirigido tanto contra políticos (Miquel Iceta, Xavier García Albiol, Paco Frutos…) como contra intelectuales (Marsé, Serrat…). Ya en la Diada de 2012, la primera lanzada al procés, lo tuvo que escuchar Josep Antoni Duran Lleida, durante 12 años (2004-2016) portavoz de CiU en el Congreso.

Felipe V cabeza abajo, en el cuadro que se conserva en el museo de Xàtiva.
Felipe V cabeza abajo, en el cuadro que se conserva en el museo de Xàtiva.

Sin dicho enconamiento, en la Comunidad Valenciana el término se mantiene vivo en zonas valencianohablantes —el valenciano es una denominación histórica del catalán propia del territorio del antiguo Reino de Valencia— y, sobre todo, en ámbitos nacionalistas, como forma crítica de referirse a quienes pueden representar el centralismo castellano o a quienes reniegan de su lengua y cultura. Pervive, además, el dicho “Quan el mal ve d’Almansa, a tots alcança” (“Cuando el mal viene de Almansa, a todos alcanza”).

Alude a la batalla de Almansa, en la que el ejército borbónico infligió una severa derrota a los austriacistas el 25 de abril de 1707, que abrió el camino al asedio e incendio de Xàtiva, donde sigue cabeza abajo en la municipal Casa de la Enseñanza un retrato de Felipe V.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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