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La UE arropa a Rajoy sobre Cataluña

El Gobierno español evita un pronunciamiento formal o conjunto de toda Europa para no institucionalizar más el conflicto

Mariano Rajoy en el Consejo Europeo, en Bruselas.
Mariano Rajoy en el Consejo Europeo, en Bruselas.OLIVIER HOSLET (EFE)

La Unión Europea y sus líderes arroparon este jueves sin fisuras en Bruselas a Mariano Rajoy en un momento crítico y crucial ante el conflicto abierto por las pretensiones separatistas en Cataluña. Lo hicieron casi todos los jefes de gobierno y socios de la UE, excepto con sus matices el primer ministro belga, pero la importancia del respaldo a la unidad de España la quisieron encarnar los dos motores principales de la nueva Europa, la alemana Angel Merkel y el francés Emmanuel Macron. Rajoy recogió esas adhesiones como un triunfo inequívoco a sus tesis pero no quiso ni hacer declaraciones ni introducir el asunto oficialmente en la cumbre o pedir un pronunciamiento conjunto para no institucionalizar un conflicto que sigue considerando un problema interno.

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También la primera ministra británica, Theresa May, se ha sumado este viernes a la defensa de la Constitución en España. "He hablado con Mariano Rajoy y le he trasladado que la posición de Reino Unido es muy clara: respeto al Estado de derecho y cumplimiento de la Constitución", ha declarado en conferencia de prensa.

No está en la agenda oficial. Y España intenta rebajar su grave intensidad por todos los medios. Pero el desafío catalán se coló ayer de lleno en la cumbre europea. La UE, encabezada por Merkel y Macron, arropó ayer al Gobierno español ante el desafío independentista de Cataluña. Merkel marcó —como suele— la pauta: “Apoyamos al Gobierno español”. Macron fue aún más contundente y aseguró que la cumbre mandará “un mensaje de unidad en torno a España”. Solo el primer ministro belga, Charles Michel, se salió de ese guion en medio de un rifirrafe diplomático con la delegación española. Todo ese aparato declarativo contrastó con el silencio de Rajoy, que no habló ni a su entrada ni durante la cumbre, según media docena de fuentes.

España fue aún más lejos y frenó cualquier tipo de declaración institucional de la UE: el Ejecutivo de Rajoy reconoce que el problema existe, está ahí y que Cataluña se ha ganado ese hueco, pero se resiste a darle más vuelo porque prefiere considerarlo algo interno sobre lo que “no hay ningún interés en que sea un asunto formal del Consejo”. El propio presidente del Consejo, Donald Tusk, admitió su “preocupación” sobre Cataluña pero aclaró que “no hay espacio para la intervención” de la UE en ninguna mediación sobre este problema. Tusk evitó pronunciarse sobre la aplicación del artículo 155 de la Constitución y enfatizó: "Todos tenemos nuestras emociones, opiniones y valoraciones pero formalmente no hay espacio para una intervención de la UE".

El Gobierno se explica en Bruselas: “Todo es negociable; en el Parlamento, no en la calle”

J. C./C. P., Bruselas

El Gobierno de Mariano Rajoy se ha visto empujado, ante el encadenamiento de actuaciones unilaterales e ilegales del Ejecutivo catalán, a explicar a la defensiva en los medios internacionales su posición sobre “la mayor crisis constitucional en España en décadas”. Varios altos cargos del Gobierno español convocaron ayer en Bruselas a una reunión informativa a unos 200 periodistas acreditados ante la Unión Europea. Acudieron unos 70. La cita sirvió para comprobar que la mayoría de los periodistas extranjeros aún se interesan por saber la razón por la que el Gobierno de Rajoy no abre un diálogo con el Ejecutivo separatista de Carles Puigdemont y por qué no se permite en Cataluña un referéndum de autodeterminación como el que se dio en Escocia y que allí sí permitía la constitución del Reino Unido.

Las fuentes gubernamentales se mostraron dispuestas a "negociar sin límites, sobre la ley y la Constitución". Y cuestionaron a su vez a los propios periodistas convocados que les interpelaron sobre cómo creen que se haría todo eso en sus propios países. Y les respondieron:  "En el Parlamento y no en la calle, como se haría en cualquier país democrático y con respeto a las normas en vigor". En esa línea, las mismas fuentes subrayaron varias veces ese abc de todas las democracias avanzadas de nuestro entorno: "Todo se puede hablar y cambiar, pero siguiendo las normas. La ley es el resultado del diálogo". También tuvieron que explicar que en España sí hay división de poderes con los jueces y el legislativo, que Cataluña gozaba de una autonomía inédita hasta que la presión del separatismo ha forzado sus propias leyes y que allí se ha votado en los últimos años más veces que en ningún lugar del mundo. Para finalizar presumieron, además, de que el presidente Mariano Rajoy está actuando durante toda esta crisis "con una inmensa cantidad de paciencia legal".

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La Gran Crisis europea fue primero financiera, después económica, social y migratoria, más tarde amenazó con la llegada de los ultras a las principales cancillerías de Europa y, en un nuevo giro brusco del guion, alcanza ahora el estatus de crisis de Estado en España con las tentaciones secesionistas desatadas en la quinta economía de la UE. La catarata de opiniones de los líderes de la UE demuestran que Cataluña es ya, de largo, un problema europeo mayúsculo. La Moncloa tampoco lo niega.

El “populismo nacionalista” (según la definición del vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans) encontró ayer la réplica de los líderes, que contrastó con el mutismo de Rajoy. “Estamos muy pendientes y apoyamos la posición del Gobierno español”, apuntó Merkel, para después añadir que espera que para Cataluña se encuentre “una solución sobre la base de la Constitución española”. Macron cerró filas con Madrid. “Será un consejo marcado por un mensaje de unidad en torno a nuestros Estados miembros frente a los riesgos que afrontan, de unidad en torno a España”, expresó otra vez rotundo el presidente francés, con el que Rajoy mantuvo su único encuentro bilateral de esta cita.

Pero las voces se multiplicaron en un Consejo Europeo que tenía que debatir en teoría sobre el ralentí del Brexit, los problemas migratorios y las relaciones con Turquía, Irán o Corea del Norte, pero en el que había lo que los anglosajones denominan un elefante en la habitación: Cataluña. “Nadie en la UE reconocería la independencia de Cataluña”, subrayó el presidente de la Eurocámara, el italiano Antonio Tajani. Mark Rutte, primer ministro holandés, hizo un llamamiento a restaurar “el orden constitucional”, y añadió: “Es un asunto entre España y una región española”. El luxemburgués Xavier Bettel, el esloveno Miro Cerar, el jefe de la Comisión, Jean-Claude Juncker. Todos se agarraron, con mínimas variaciones, a esa idea.

Todos menos el primer ministro belga, el liberal francófono Charles Michel, que lleva días reclamando diálogo dentro o fuera de la Constitución y ha criticado con dureza las imágenes de cargas policiales del 1-O. “Sigo condenando todas las formas de violencia y pido diálogo. No creo que la escalada sea algo bueno”, dijo a su llegada a la cumbre Michel, que gobierna de la mano de los nacionalistas flamencos, uno de los escasos apoyos explíticos del Gobierno catalán en Europa.

Rajoy, silente

Rajoy no quiso hablar de nada al llegar a la cumbre ni tampoco quiso introducir el conflicto catalán para ofrecer sus explicaciones en la sesión formal. Las fuentes consultadas en Bruselas esperaban que el presidente español aludiera al desafío independentista durante la cena informal, a la vista del enorme interés en todas las delegaciones. El ejecutivo español es consciente del enorme eco que el problema catalán ha alcanzado; pero no quiere, además, institucionalizarlo. Tampoco se puede permitir una discusión abierta sobre el asunto ni entrar a rebatir posiciones complejas.

El equipo de Rajoy explicó que el presidente pactó ayer con una llamada a Pedro Sánchez —de visita en Bruselas— los detalles de la respuesta este sábado del Ejecutivo, tras conocer la carta de Carles Puigdemont. Fuentes oficiales de La Moncloa aventuraron que la activación del artículo 155 puede demorarse incluso más allá de una semana, en función de la rapidez del Senado, pero no aclararon si las medidas que adoptará el Consejo de Ministros se aplicarán de golpe o escalonadas. “El 155 no es automático y da un amplio margen para modular la respuesta; el único requisito es que su aplicación tenga un horizonte temporal, sea proporcionada, inteligente, prudente, respetuosa y eficaz”, explicaron las mismas fuentes. Eficaz equivale a “restaurar la legalidad y restañar las heridas sobre la fracturada convivencia”.

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