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El Gobierno priorizará el control de los Mossos y de las finanzas

Rajoy se plantea nombrar un delegado territorial para sustituir a Puigdemont

El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, este domingo en Sevilla.Foto: atlas | Vídeo: José Manuel Vidal
Anabel Díez

El Gobierno se prepara para tomar decisiones excepcionales sobre el Govern y la Administración catalana en el Consejo de Ministros del próximo viernes, 20 de octubre. El control de las áreas de Interior y Finanzas, con un refuerzo de las que ya hay sobre estas últimas, figuran en primer lugar, al amparo del artículo 155 de la Constitución. El punto de mira no se aleja de las funciones de la presidencia, de las que podría hacerse cargo temporalmente un delegado territorial del Gobierno central. Actuar sobre la presidencia autonómica está muy presente pero es la medida que más dudas levanta en el Ejecutivo.

El Gobierno ha estudiado las situaciones que puede encontrarse si el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, mantiene hoy la ambigüedad sobre si está declarada o no la independencia de Cataluña. Todo lo que no sea un no, será interpretado como un por el Gobierno de Mariano Rajoy. El Ejecutivo se sitúa ya en las 10 de la mañana del próximo jueves por si, como teme con bastante fundamento, transcurren las 72 horas de plazo para que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, revoque esa declaración. Nada hace pensar que acatará la instrucción, por lo que el Consejo de Ministros del próximo viernes tomará las decisiones que permitan activar el artículo 155 de la Constitución con el argumento de que la comunidad autónoma catalana no cumple con el interés general.

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El control temporal de las áreas de Interior y de Economía por la Administración central está muy estudiado, aseguran fuentes gubernamentales. El control de la Presidencia, y, por tanto, la destitución de Carles Puigdemont, se ha avalado con informes de legalidad constitucional. Todas ellas, pero sobre todo, esta última, son medidas tan "drásticas" como "dramáticas". Estas son las expresiones que utilizan las fuentes consultadas conocedoras de los textos estudiados y barajados para arbitrar las medidas que dejen en suspenso el poder temporal del Gobierno de la Generalitat.

El artículo 155 de la Constitución, por su falta de concreción y regulación, permite llenarlo de contenido tal como el Gobierno necesite. Esta interpretación gubernamental, por tanto, es contraria a la tesis de que sería la medida más dura que pudiera adoptarse. La aplicación de leyes de gran excepcionalidad, como la de sitio, o decretar los estados de alarma, permiten menos modulación que la que puede arbitrarse desde el artículo 155, señalan fuentes gubernamentales.

El artículo 155

  • 1. Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.
  • 2. Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas.

"Las posibilidades del 155 son muchas y están todas estudiadas", aseguran desde el Gobierno quienes han participado en la reflexión sobre las mismas. La evaluación de las mismas la ha llevado a cabo el Gobierno en solitario, y este con el PSOE. También con Ciudadanos, aunque con mucho menor detalle e intensidad que con el PSOE, reconocen en todos los ámbitos concernidos.

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Del cruce de informaciones se constata que el control de la Economía continúa siendo básico por lo que no solo continuarán las medidas ya tomadas por el Ministerio de Hacienda sobre las finanzas de Cataluña sino que se incrementarán. En el supuesto de que el Gobierno de la Generalitat siguiera adelante con el desarrollo de la ley de transitoriedad, suspendida por el Tribunal Constitucional, el Gobierno central tomaría las riendas de esa consejería de manera total. La financiación es una parcela de control "imprescindible", pero no lo es menos la de Interior, que implica el orden público.

La experiencia del 1 de octubre sirvió al Gobierno para reconocer su error respecto a que el cuerpo de policía autonómica iba a respetar los requerimientos judiciales. La competencia de Interior será asumida por el Gobierno central si Puigdemont no da marcha atrás, según reconocen fuentes gubernamentales. El orden público puede verse alterado, no como un hecho en sí mismo, sino como respuesta a otras medidas que puedan tomarse desde el Gobierno central, como la intervención en otras áreas de competencia autonómica, explican las fuentes consultadas.

Estas consideraciones se expresan con enorme aprensión pero con la firmeza en la decisión de adoptar las medidas necesarias ante la posibilidad de que se produzcan situaciones de resistencia a entregar el poder al Gobierno central. La pregunta sobre si se mantendrán en sus puestos los consejeros de Carles Puigdemont si este tiene que abandonar su responsabilidad por requerimiento del Gobierno central es respondida con un "previsiblemente, no". La solidaridad del equipo del presidente les haría dejar sus puestos siempre que Puigdemont no les indicara que continuaran.

Ministros versus consejeros pero con sonrisa

El Gobierno se pone en lo peor para elaborar su plan de respuesta a la Generalitat de Cataluña. En su estudio está hacerse con la responsabilidad de todas las consejerías. Esto puede suceder por la negativa de sus titulares a colaborar con el Gobierno central o, incluso, por la dimisión de los consejeros en solidaridad con sus compañeros de las primeras áreas que serán intervenidas: Interior, Hacienda y funciones de la presidencia. Cada ministerio tiene en estudio las funciones que asumiría en caso de que se diera este supuesto, señalan en fuentes gubernamentales. Estos interlocutores apuntan la paradoja de que la relación personal de los ministros con los consejeros del Govern son afables y fluidas y que las conversaciones son constantes. Los consejeros insisten a los ministros que reciban con amplitud de miras la respuesta que el presidente de Cataluña va a dar hoy a Mariano Rajoy. Los consejeros aseguran a sus homólogos ministros que habrá oferta de diálogo. El problema estará en su contenido. Desde el Gobierno central, los ministros del Interior, Juan Ignacio Zoido, y de Fomento, Íñigo de la Serna, fueron ayer los encargados de decir a Puigdemont que rechace haber declarado la independencia y empezará “el diálogo”. Desde Madrid, para hablar de asuntos pendientes de autogobierno en distintas materias. Si Barcelona insiste en limitar la negociación a un referéndum pactado sobre la independencia de Cataluña, entonces, no será posible.

Delegado territorial

Estas situaciones que pueden conducir a protestas sociales de alcance imprevisible podrían ser evitadas con la celebración de unas elecciones en Cataluña lo antes posible.

El problema está en cómo se llega a la convocatoria de elecciones prescindiendo del presidente de la Generalitat y del Parlamento de Cataluña. De nuevo el 155 parece que puede dar cobertura a medida tan excepcional, a pesar de que hay división entre constitucionalistas; no así en el Gobierno.

El Ejecutivo sabe que los socialistas tienen, sobre todo, dudas políticas, por encima de las constitucionales, al considerar que convocar elecciones desde Madrid provocaría una fuerte contestación social. Estos piden elecciones, pero se lo exigen a Carles Puigdemont; que sea él quien ejerza su competencia.

Si todo esto no se produce por la nula colaboración de Puigdemont, antes de llegar a las elecciones, no solo se controlarían dos o tres consejerías sino que el Gobierno central, a través de los respectivos ministerios, asumiría la competencia del día a día de cada consejería, explican en fuentes gubernamentales. Al frente estaría un delegado territorial. Y todo temporalmente, insisten.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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