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La Guardia Civil realiza un simulacro de intervención

Los 800 guardias alojados en un crucero del puerto de Barcelona fueron movilizados en lo que finalmente resultó ser un simulacro

Patricia Ortega Dolz
El buque Rhapsody junto a decenas de furgones policiales aparcados.
El buque Rhapsody junto a decenas de furgones policiales aparcados.Albert Garcia

A las 12.00 de la mañana del miércoles muchos de los guardias alojados en el barco en el que están desde que fueron desplegados hacían deporte en la cubierta: “En cinco minutos todo el mundo en los coches con el equipo preparado”, cuenta un guardia allí alojado que les dijeron. “Orden de Jefatura: Todos los MIR [siglas de Módulo de Intervención Rápida] y USECIC [Unidades de Seguridad Ciudadana de la Comandancia]  recogerán el arma larga y la tendrán, junto con el material antidisturbios y de entradas en los vehículos. Meter en los vehículos todo cuanto podamos. "DESDE YA EN DISPOSICIÓN DE INTERVENCIÓN INMEDIATA”, decía la orden del mando a sus subordinados.

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El nerviosismo se propagó por el navío. Tan solo unas horas antes había estado allí el Ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que ante los múltiples actos de acoso, asedio y rechazo sufridos estos días posreferéndum por las fuerzas de seguridad en Cataluña, quiso ir a mostrarles su apoyo.

“Fue mesa por mesa, nos dio la mano a todos”, dice otro guardia. Y aprovecharon para decirle al ministro todo cuanto quisieron: “Que la conexión wifi no funciona, que los váteres se atascan todos los días porque no van bien las cañerías, que faltan innumerables bombillas en las lámparas, que están hartos de comer pasta con tomate por la mañana y por la noche, que no podemos salir a más de 100 metros de este barco fabricado en 1981, que estamos en la otra punta del puerto, aislados de todo y de todos...”. Los agentes se subieron en los coches —cuatro por vehículo con sus correspondientes carga— sin apenas tener conocimiento de lo que ocurre fuera. “No sabíamos ni adónde íbamos, ni por qué, ni para qué”, asegura uno de ellos.

Ya en la autovía, empezaron a percatarse de que se dirigían hacia Manresa, adonde finalmente llegaron unos 170, “el resto se dirigió a otros destinos”, aclaran. Por el camino, “unos nos dedicaron saludos, otras peinetas y otros nos increparon”, cuentan. “Nos metieron directamente en el cuartel de Manresa, ocupamos todo el patio con los vehículos, el teniente nos dijo que nos daba tiempo a tomarnos un café de las máquinas, que teníamos 20 minutos, pero seguíamos desconcertados y nerviosos sin entender qué ocurría”.Con las mismas les ordenaron volver a los vehículos y les condujeron de vuelta al barco en el puerto. “Sin ninguna explicación”.Muchos de los guardias, desconcertados por lo sucedido, pensaron que eran “movimientos para calcular el tiempo de reacción de la gente” para estar lista para intervenir. “La orden de no alejarse a más de 100 metros del barco responde a que tenernos que poder estar listos para intervenir en cualquier momento”, dice uno de los guardias desplazados. Otras fuentes apuntaron a la “necesidad que tenían de salir y de romper la monotonía”. Incluso barajaron la posibilidad de que fuese porque “estaban demasiado tranquilos”. En el Ministerio del Interior no aclararon lo sucedido. Sea como fuere, todo fue un simulacro.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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