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Cientos de activistas escondieron las urnas para burlar los controles

El misterio sobre el paradero de las urnas solo pudo ser desvelado ayer pese a que su localización era en uno de los grandes objetivos de la policía

La Policía Nacional requisa urnas en el ambulatorio del barrio leridano de Cappont.
La Policía Nacional requisa urnas en el ambulatorio del barrio leridano de Cappont.Adrià Ropero / EFE

El misterio sobre el paradero de las urnas solo pudo ser desvelado ayer. Pese a que su localización se había convertido en uno de los grandes objetivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil, estas no lograron incautarse de ninguna de esas cajas fabricadas en China. Aunque se trabajó con la hipótesis de que estaban fuera de España, ayer se conoció que en realidad habían llegado hace tiempo a Cataluña, escondidas por activistas particulares.

Los activistas se organizaron en comisiones —mesas, logística y voluntariado— en ciudades y barrios para distribuirse las tareas de preparación del referéndum ilegal. Como medida de seguridad, establecieron que nadie supiera quién hacia qué. Las urnas las escondieron en sus casas, en sus colegios, en Ayuntamientos, en iglesias... y no fue hasta ayer de madrugada cuando comenzaron a salir de sus escondrijos con destino a los centros de votación —colegios, centros de salud y delegaciones de educación del Govern— establecidos por la Generalitat. Llegaron en los maleteros de coches particulares, envueltas en bolsas de basura y entre aplausos de las personas que desde mucho antes de la apertura de los centros de votación esperaban el inicio de la consulta.

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De las aproximadamente 10.000 que se encargaron a la empresa china Smart Dragon Ballot Expert, que vende a través de la web de comercio on line Alibaba, la policía solo se hizo con cuatro de estos contenedores y fue minutos antes de que llegaran a su destino. Fueron intervenidas en el coche en el que iban oculto camino de un colegio de Barcelona. Fueron las únicas intervenciones realizadas del más símbólico de los elementos de votación después de que Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se hubieran hecho en las últimas semanas con más de 12 millones de papeletas, millones también de sobres de votación, además de toda clase de documentación a repartir en las mesas y numerosos carteles incentivando a participar en el referéndum ilegal y pidiendo el .

Durante semanas, los servicios de información de Policía Nacional y Guardia Civil, además del CNI, trabajaron con varias hipótesis. Se investigó si las urnas podían estar a buen recaudo en un país báltico, en Andorra o en el sur de Francia, después de que la Generalitat asegurara que tenía aseguradas las 6.000 que consideraba necesarias para la votación. Incluso se pensó que aquella afirmación era, entonces, un farol del Govern, según reconocen fuentes cercanas a las pesquisas, que admiten ahora su frustración por el fracaso. De hecho, en los últimos días las fuentes policiales consultadas habían mostrado su convencimiento de que lograrían intervenir las cajas antes de que llegaran a los colegios electorales, al considerar que cruzarían la frontera muy poco antes del 1 de octubre para su posterior reparto.

En realidad, las urnas estaban a buen recaudo desde hacía meses repartidas por toda Cataluña. Habían sido adquiridas con un estricto secreto de acuerdo con la Generalitat, según explicaron ayer a EL PAÍS algunos de los responsables de los colegios en donde finalmente fueron utilizadas para la votación. En unos casos los activistas las compraron directamente en Alibaba. Y en otros recogiéndolas desde unos contenedores ubicados en el puerto.

Cuatro colegios, 38 urnas

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“Llevamos meses organizándonos en comisiones: de logística, de mesas y de voluntariado, unas 50 personas por grupo”, explican desde Barberá del Vallés (Barcelona). “A nosotros nos hacían falta para los cuatro centros de votación previstos —dos institutos y dos centros de salud— 38 urnas”, relatan. “Por razones de seguridad y para evitar filtraciones, se repartieron las tareas de manera que nadie sabía quien hacía qué, pero todos hacíamos una cosa y ha salido bien, porque aquí la gente, tanto independentistas como no independentistas, ha votado”, contaba desde la mesa electoral de uno de esos colegios uno de los activistas.

Con esa organización, el único que sabía donde estaban esas urnas era quién se había hecho cargo de su custodia. En muchos de los casos consultados por este periódico, la adquisición se efectuaba de acuerdo con la Generalitat, pero también de manera particular y autónoma, comprándolas a la empresa comercializadora a través de Internet.

"A mi me llamaron un día y me dijeron: A tal hora tienes que estar en tal sitio para recoger un paquete y guardarlo durante x días y luego te lo recogerá otra persona, y ya está". Así fue como las urnas fueron desperdigándose en lugares estratégicos para poder llegar a los centros de votación el día 1 de octubre. Una organización civil, milimétrica. Y, de ese modo, han hecho imposible para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado su localización. “No las hemos encontrado”, reconocen desde la Guardia Civil. “Ha sido un desastre desde el punto de vista de información e inteligencia”, confiesan en privado mandos de la Policía Nacional.

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