_
_
_
_
_

El violinista desesperado de la AP-8

Hace dos años que un vecino de la autopista que une San Sebastián y Bilbao reclama a diario con música paneles sonoros contra el ruido del tráfico

Pedro Gorospe
Joseba Olazabal durante uno de sus actos de protesta.
Joseba Olazabal durante uno de sus actos de protesta.JAVIER HERNÁNDEZ

Incluso a Brahms le cuesta imponerse al bronco ruido de los motores diésel de los camiones de gran tonelaje. Joseba Olazabal lo intenta con su violín, todos los días, junto a la valla de la autopista AP-8, que conecta San Sebastián y Bilbao, en la curva de Mendaro, Gipuzkoa. Parece un friki salido de otro planeta que ensaya con la esperanza de que algún productor estratosférico se fije en su cadencia de corcheas y fusas. Nada más lejos de la realidad. Toca, desesperado, para que los clásicos lleguen al despacho de la diputada de Infraestructuras Aintzane Oiarbide y, después de dos años de lucha, considere la posibilidad de colocar unos paneles sonoros que acaben con el infierno de ruido en el que viven él y otros quince vecinos de la zona.

Su casa, bordeando la autopista, como relata la canción de Los Secretos, es un lugar en el que resulta imposible mantener una conversación normal. Las bandas sonoras que la empresa foral que gestiona las carreteras en la provincia, Bidegi, instaló en los arcenes para evitar accidentes, gracias en parte a sus denuncias, han convertido la carretera en más segura pero a cambio han incrementado el nivel de ruido hasta el punto de que abrir las ventanas de su dormitorio se ha convertido en una utopía.

Más información
Por qué este verano hubo la mitad de medusas
Resuelto el misterio de la 'gemela' desconocida de la Tomatina

A la huerta del caserío, varios metros por debajo de la carretera, han caído ya varios coches accidentados. Hace dos años un camión se quedó volcado, a punto de hacer un estropicio, o provocar una desgracia, junto a la casa. Solo entre 2015 y 2016 se produjeron 160 accidentes en las dos direcciones que tienen los 400 metros de la curva junto a la casa en la que vive con su madre. “Un día escuchando Tristeza de Chopin me pregunté qué puedo hacer. Y empecé a ponerme en la curva con un cartel en el que exhibía el número de accidentes que yo mismo sumaba”, explica.

De enero a marzo de 2016 sumé 38 accidentes. “Solo cuando salí en los periódicos el pasado año, Bidegi reaccionó y pusieron las bandas sonoras en el arcén. Ya no ha vuelto a haber accidentes, pero ahora el ruido es insoportable”. A partir de ese momento empezó a recoger firmas y se reunió con la diputada pero no ha habido éxito. “Me dicen que hicieron un estudio de ruido y que dio negativo” explica a gritos junto al lugar en el que duerme y con cara de no entender absolutamente nada. No le quieren entregar el estudio, ni le precisan en qué condiciones se hizo ni cuándo. El tráfico rodado, ligero y pesado, crece casi a cifras de dos dígitos anuales.

Ese día se puso un sombrero de paja para que le vean bien, decidió sustituir los carteles de los accidentes por otros más provocativos, y cogió el violín que llevaba aprendiendo tres meses. Si una vez su denuncia tuvo éxito, ¿por qué no una segunda vez? Pensó. Empezó a ensayar junto a la fatídica curva en la que se ha hecho famoso. Los camioneros le saludan a su paso, y los vecinos le apoyan, también el Ayuntamiento. Todos menos la Diputación. “No voy a ser como Sarasate, lo sé, pero aprendí solfeo, toco el txistu y leo pentagramas. Aspiro a tocar junto al fuego el Adeste Fideles, entre otras”, dice.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Pero sobre todo aspira a que “alguien se lo tome en serio en la Diputación” y estudie la posibilidad de mejorar las vidas de él y de sus vecinos. “Cuando le llevé las firmas a la diputada se las llevé en papel cuadriculado, y me miró como preguntándose por qué no venían en formato PDF. Aquí somos de caserío”, explica gesticulando.

“Un día escuchando Tristeza de Chopin me pregunté qué puedo hacer. Y empecé a ponerme en la curva con un cartel en el que exhibía el número de accidentes”

En la bajera de su casa, entre la motosierra, su perro Kaiku, y los aperos de labranza descansa el atril con la partitura del bolero Historia de un amor de Carlos Almarán. Fuera llueve. Le da igual. Hoy, como cada día, tiene una cita con los conductores de la AP8.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_