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La fan que salvó del crematorio los restos de Miguel de Molina

Una intervención casual evita que los restos del coplero sean incinerados y arrojados a un osario común en Argentina

Miguel de Molina, en la película 'Esta es mi vida'.
Miguel de Molina, en la película 'Esta es mi vida'.

Un puñado de parné, como cantaba en La bien pagá, ha logrado que los restos de Miguel de Molina (Málaga, 1908) no sean incinerados y arrojados a un osario común del cementerio de Chacarita, en Buenos Aires. El rey de la copla fue enterrado en 1993 en el panteón que posee la Asociación Argentina de Actores en este camposanto. Iba a ser exhumado porque sus familiares adeudaban el pago de los últimos seis años por el alquiler del nicho: 2.400 pesos (115 euros). La cantidad fue abonada el martes por la Fundación Miguel de Molina y gracias a la intervención casual de Juani Muñoz, nieta de una malagueña afincada en la capital argentina a principios del siglo XX.

Miguel de Molina.
Miguel de Molina.

Durante la Guerra Civil el coplero utilizó su arte para consolar a los convalecientes de los hospitales y del frente republicano. Cuando terminó la contienda, Molina sabía que lo querían matar. En noviembre de 1939 tres falangistas lo apalearon tras una actuación en Madrid “por republicano, maricón y amigo de Lorca”. Le invitaron a poner rumbo al exilio, al que partió en 1942. Tras pasar por México, se instaló definitivamente en Argentina. Nunca perdonó a quienes le obligaron a abandonar España, quizás por eso solo volvió en una ocasión, cuando su madre enfermó. Estos días, la amenaza de un nuevo exilio planeó sobre sus restos. Entonces apareció un particular ángel de la guarda.

Cerca de Chacarita vive Juani Muñoz, una jubilada argentina muy vinculada sentimentalmente a Málaga. La voz de Molina le ha acompañado desde la infancia. El coplero era uno de los artistas preferidos de su abuela paterna, que tuvo que abandonar su Málaga natal en 1912 por necesidad. Su familia se dedicaba a la cosecha de la vid, que todavía padecía los efectos de la filoxera, una enfermedad que pudre las cepas. Buscando su pasado, Muñoz ingresó en Historia de Málaga, un grupo de Facebook que aborda temas relacionados con la ciudad. El domingo, en una discusión en la página, Muñoz defendió que Molina había sido enterrado en el nicho 397 del Panteón de Actores de Chacarita, un cementerio de 95 hectáreas al oeste de Buenos Aires donde también reposan los restos de Carlos Gardel o Alfonsina Storni. Para confirmarlo, se presentó en el camposanto el lunes. Fue entonces cuando recibió la noticia.

“Pedí a la responsable que no quemaran a Molina. Me dieron una prórroga de tres meses y contacté con el grupo de Facebook, que dio la voz de alarma”, comenta Muñoz. La mujer, incluso, estaba decidida a pagar la deuda con su dinero. “La cremación no era inminente, pero se iba a desarrollar a lo largo del año”, explica Soraya Acuña, responsable de Acción Social en la Asociación Argentina de Actores. Y continúa: “Todo esto requiere un proceso. Los socios que mueren están diez años en nuestro mausoleo. Luego son cremados, pero se pueden mantener en él si hay espacio y pagan el canon”. Acuña certifica que la Fundación Miguel de Molina abonó el martes la cantidad adeudada. Además, avanza que se ha renovado el contrato hasta 2020 por otros 400 pesos al año (19 euros), ya que los nichos no pueden ser comprados a perpetuidad.

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En un primer momento, Alejandro Salade, sobrino-nieto del coplero y presidente de su fundación, negó el pago. Luego reconoció un impago (sin especificar cuál), aunque “en ningún momento se ha hablado de incineración”. Para que los restos sobrevivan y poderles dar “el homenaje que se le debe”, el coordinador del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica, Matías Alonso, ha pedido su repatriación. “Seguro que Molina estaría feliz de volver a la España que soñaba”, insiste Alonso.

Soraya Acuña, responsable del panteón de la gremial de artistas en Argentina, señala que el cuerpo puede ser retirado por un familiar si su deseo es llevárselo a otro lugar. En el caso del intérprete de Ojos verdes ya estuvo a punto de suceder. La Diputación de Málaga inició en 2008 los trámites para la repatriación. Incluso reservó un terreno en el cementerio de San Gabriel para albergar la tumba. Sin embargo, en 2009 apareció una hermana del artista, que se negó a trasladar los restos. “Mi tío está en el lugar que debe estar”, afirma Salade. Y añade: “Hablar de memoria histórica en el caso de Miguel de Molina no es repatriar unos restos, sino poner en valor su obra y su legado”.

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