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Cómo la calle hizo frente al desafío sangriento de ETA

Las protestas crecientes durante la Transición culminaron con las manifestaciones masivas por el asesinato de Miguel Ángel Blanco

Manifestación frente al centro comercial Hipercor en junio 1987, dos días después de que ETA matara a 21 personas.
Manifestación frente al centro comercial Hipercor en junio 1987, dos días después de que ETA matara a 21 personas. Jesús Císcar

Más de dos millones de personas en Madrid y Barcelona, otras 800.000 en Sevilla y Zaragoza, y otros centenares de miles en el resto de España salieron a la calle entre el 14 y el 15 de julio de 1997 en protesta por el asesinato de Miguel Ángel Blanco. El crimen de ETA ya había sacado a miles de personas a las calles en las horas previas al terrible desenlace. El 12 de julio, tan solo en Bilbao, a 500.000.

Un año antes, en febrero de 1996, entre 850.000 y un millón de personas salieron a manifestarse, sobre todo en las grandes ciudades, por el asesinato del historiador y jurista Francisco Tomás y Valiente a manos de ETA. 

Otras grandes concentraciones

Además de para protestar contra ETA, los españoles han acudido a las calles de manera masiva tras el 11-M, la Guerra de Irak o los asesinatos de Atocha.

En 1981 el atentado mortal contra un capitán de farmacia, Alberto Marín Barrios, suscitó protestas en varias ciudades, en especial en Madrid, de más de un millón de personas. En Barcelona, los 21 muertos del mayor atentado de la banda, el del centro comercial Hipercor de Barcelona en junio de 1987, generaron manifestaciones a las que asistieron, según diversos cálculos, entre 300.000 y 500.000 barceloneses.

Otras 900.000, sobre todo en Barcelona, Madrid y San Sebastián, se manifestaron el 23 de noviembre de 2000 contra la muerte a manos de ETA del exministro socialista de Sanidad y Consumo, Ernest Lluch. Aquel mismo año había visto cómo el centro de Madrid se llenaba de cientos de miles de personas en protesta contra el asesinato del teniente coronel Pedro Antonio Blanco García

Uno de los crímenes más sangrientos de la banda armada, el atentado contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, que causó 11 muertos, llevó a protestar a 200.000 zaragozanos. Parecido númerode ciudadanos salió a la calles de Bilbao dos años más tarde, en marzo de 1989, para pedir a ETA que renunciara a la violencia. También en Bilbao, pero en octubre de 1997, la muerte del ertzaina José María Aguirre suscitó las protestas públicas  de unas 100.000 personas.

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Se convocaron otras manifestaciones multitudinarias, todas con decenas de miles de asistentes, en protesta por los asesinatos en 1998 del concejal del PP en Sevilla Alberto Jiménez Becerril y su mujer, Ascensión García, y del también edil popular de Manuel Zamarreño en San Sebastián, ese mismo año.

Además de las manifestaciones por los atentados, la historia reciente recuerda concentraciones para pedir el mantenimiento de las treguas de ETA. Una de las más multitudinarias fue en Bilbao, en febrero de 2000, convocada por simpatizantes de PNV, EA e IU. La capital vizcaína había vivido su primera gran protesta contra la violencia etarra en febrero de 1983: entre 40.000 y 50.000 ciudadanos se echaron a la calle tras el atentado contra una sede del Banco Vizcaya que dejó tres muertos. En Madrid y Barcelona una de las primeras grandes concentraciones contra el terrorismo se convocó en noviembre de 1978: más de 630.000 personas se manifestaron contra el asesinato del guardia civil Mariano Criado.

No solo contra el terrorismo etarra

Ningún hecho como los atentados terroristas del 11-M han suscitado mayores concentraciones en la historia de la Democracia. Se calcula que más de once millones de españoles salieron a las calles en las principales ciudades españolas. Las segundas concentraciones en número, las convocadas en contra de la participación de España en la guerra de Irak, aglutinaron a más de tres millones de asistentes en 55 ciudades.

El intento de golpe de Estado del 23-F, en 1981, movilizó solo en Madrid a un millón y medio de personas. Años atrás, en 1978, un millón de barceloneses recibieron en las calles a Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat en el exilio, a su vuelta a Cataluña. La Transición, en Madrid, estuvo marcada por la protesta pacífica por los asesinatos de los abogados laboralistas de Atocha: a las exequias asistieron en silencio entre 100.000 y 200.000 personas.

La gestión política del accidente del buque Prestige llevó a protestar a más de 150.000 personas solo en Santiago de Compostela el 1 de diciembre de 2002, y unos meses después, en febrero de 2003, a otras 240.000 en Madrid.

Otra cuestión polémica generó en las calles tantos apoyos como rechazos: el proyecto de trasvase del río Ebro dentro de Plan Hidrológico Nacional, que movió a entre 250.000 y 300.000 aragoneses a protestar en Zaragoza en octubre de 2000. En cambio, en marzo de 2003, fueron 224.000 los ciudadanos que salieron a la calle en Valencia en favor del proyecto hidrológico.

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