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Moción de censura de Unidos Podemos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Dos días para una foto

Iglesias les pasó la mano por el lomo al PSOE y al final se acercó sin miedo a dar la mano a Ábalos

Íñigo Domínguez
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el portavoz del PSOE, José Luis Ábalos, se estrechan la mano en la segunda jornada del debate de la moción de censura.
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el portavoz del PSOE, José Luis Ábalos, se estrechan la mano en la segunda jornada del debate de la moción de censura.Uly Martín

Cuando esta mañana quisieron continuar el debate, Rajoy ya no estaba allí. Apareció al final de la mañana. Parece increíble decirlo, dada su pachorra, pero era motivo de tensión. Sin él, el hemiciclo quedó para otros asuntos, casi se olvidaron todos de la moción de censura. Además de una jornada de ausencias, porque Pedro Sánchez tampoco está desde que renunció a su escaño, ha sido un día de declaraciones de amor y odio. Pablo Iglesias y Albert Rivera se dieron leña durante hora y media. Estuvo divertido. El líder de Ciudadanos le llamó viejuno, lo pintó de vago y decimonónico. Sacó sus temas, la clase media, los autónomos y le preguntó si iba a expropiar Mercadona. Tardó poco en decir “España en marcha”. El lema de Macron tiene muchos amigos, y ya el día anterior lo había usado Irene Montero pero atribuyéndolo a Gabriel Celaya. Para avisarle de que se acababa el tiempo, Ana Pastor le apretaba la luz naranja, que no era la alerta del calor. Luego por fin la presidenta de la cámara pronunció esas palabras que tanto le debe de gustar oír a Iglesias estos días: “Tiene la palabra el candidato a la presidencia del Gobierno, el señor Iglesias Turrión”.

Salió de cabeza al ataque personal. Acusó a Rivera de hacer citas pedantes de libros que no ha leído y vender productos bancarios. El líder de Ciudadanos volvió al estrado caliente —ahí ya había alerta naranja— y le llamó embustero y cínico. Luego Iglesias le dijo hasta inútil: “Ustedes no sirven para nada en política”. El clima se cargó de comentarios e imprecaciones, hasta el punto de que Ana Pastor llamó la atención a Celia Villalobos. “¡Se le oye lo que usted dice aquí!”. “Cómo habrá sido lo que ha dicho para que hasta Ana Pastor le llame la atención”, le picó Iglesias. Luego Rivera le pilló a él cuando le recordó que Jordi Solé Tura no se dice “Turá”: “¡Que no es un jugador de fútbol!”. Al final, tras las tortas, le tendió la mano, y ahí se quedó.

Luego siguieron mareas, confluencias y demás, multiplicando la artillería de Unidos Podemos, y de repente, a las 10.40, huy, Alberto Garzón. Es verdad, también él tenía un partido. Hasta ahora resultaba tan ausente como Rajoy o Pedro Sánchez, con el inconveniente de que él si estaba allí. En vez de Sánchez, el que estaba era José Luis Ábalos, que aún te lo encuentras en el metro y no sabes quién es. Hoy se estrenaba. Había muchos huecos en los escaños del PSOE, una veintena. Entre ellos, uno al lado del propio Ábalos, que así parecía más perdido. Luego llegó su compañero, otro señor. Es que en la bancada del PSOE casi no te suena ninguno, tanto tiempo sin ser ministros y tanto movimiento de banquillo.

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A las 11.20 llegó el turno del PSOE y enseguida se pusieron a aplaudir. Por fin, después de día y medio podían aplaudir a alguien, aunque fuera a Ábalos. El nuevo portavoz socialista estuvo muy serio, algo fúnebre. Le atizó al PP, pero todo lo que dijo ya lo había dicho antes Iglesias y con más gracia. Con más mala leche por supuesto, eso ya es patrimonio de Podemos hasta que encuentren un nuevo Alfonso Guerra. En el PSOE no están los tiempos como para ver quién es el gracioso. Todavía tienen que encontrar al serio. Pero los diputados socialistas seguían aplaudiéndose, casi como terapia curativa, deseosos de volver a ser los que eran. Ábalos estuvo ya mejor cuando se giró hacia Unidos Podemos. Es verdad que Iglesias no les había sacudido ni una sola vez, pero Ábalos se permitió arrearle a él, un poquito, por dignidad torera. Le agradeció que esta vez le tratara bien. “Entre ser insultado y ser tratado como esta vez, no hay color”, dijo en su primer uso del humor. Iglesias le escuchaba con semblante ceñudo, sin sarcasmo ni mover una ceja, para hacerle ver que de verdad están en otra fase y ahora va en serio. Al final Ábalos dijo lo que había venido a decir. Anunció a los españoles, apremiado por Ana Pastor y los demás pidiendo la hora: “Somos el nuevo Partido Socialista Obrero Español”.

Iglesias le dio la bienvenida como tal y contestó suavecito como un banco de medusas. Hasta les insinuó que todavía podrían arreglar un acuerdo allí mismo en unos recesos. Pero Ábalos no se dejó seducir, se volcó en la autoestima y los 138 años de historia, y se fue creciendo con la retranca, hasta sentirse más suelto. Pero ya parecía despejado el peligro de mordedura. Iglesias les pasó un poco más la mano por el lomo y al final se acercó sin miedo a dar la mano al portavoz. La primera foto del álbum del nuevo PSOE. Dos días para hacérsela.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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