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“Que la Constitución se haga por consenso. Eso pidió Suárez”

José Pedro Pérez-Llorca rememora cómo fueron los comienzos de la España en libertad de 1977

José Pedro Pérez-Llorca.
José Pedro Pérez-Llorca.Bernardo Pérez
Juan Cruz

Trabaja aún como jurista, en el despacho que dirige su hijo en un edificio transparente de la Castellana, en Madrid. Gaditano de 76 años, tiene la paciencia como método y la ironía como defensa intelectual. Su memoria está llena de ideas y de hechos. Fue, con UCD, padre de la Constitución, y aquí rememora ese logro fundamental entre los que salieron de las elecciones de 1977.

PREGUNTA. ¿Qué significa para usted 1977?

RESPUESTA. Es una divisoria de aguas en mi vida; después de haber pasado por varios oficios, tenía un despacho profesional, me iba bien, me interesaba la política porque veía que podían pasar muchas cosas, pero como una actividad secundaria. Meterme en una candidatura, convertirme en diputado y, sobre todo, asumir la responsabilidad de ser portavoz supuso una divisoria en mi vida porque me dediqué a ser político, modesto todavía, pero político.

P. ¿A qué le obligaba la política?

R. Me convertí en una persona más extrovertida, más pendiente de la gente, de las personas. Me hizo más tolerante; no es que haya sido intolerante, no me tengo por tal, pero cuando en vez de leer los libros entras en el trato humano, el Parlamento, te amplía el abanico, el horizonte y, en general, te hace más tolerante.

“Discutíamos mucho. Se organizaban unas trifulcas importantes, pero se imponía el acuerdo a otras cuestiones”
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P. Las elecciones de 1977 fueron decisivas, la antesala de la Constitución. ¿Cómo se prepara el terreno para que se sentaran con otros tan distintos?

R. Yo tenía plena conciencia de lo que sería a lo largo de los años y de que se trataba de la tarea más importante que se hacía en un Parlamento. Me quedé en el grupo parlamentario de UCD, nombraron presidente a Leopoldo Calvo-Sotelo y a un secretario general, que fui yo, portavoz. Debo confesar que incluso el término “portavoz” es una aportación mía, la Junta de Portavoces se debería haber llamado Junta de Presidentes, pero como tenía que ir yo y no era el presidente, se llamó Junta de Portavoces. Luego fui presidente y portavoz por elección del grupo. Como portavoz de UCD yo estaba en contacto diario con Gregorio Peces-Barba, con Alfonso Guerra (el que más mandaba en el grupo parlamentario porque Felipe González estaba más en otras cosas); estuve en la negociación, y cuando hubo que hacer la lista de los nuestros, Adolfo Suárez me dijo que si yo quería estar, y le dije que sí. Y ahí estuve.

P. ¿Qué instrucción dio Adolfo Suárez?

R. “Que no se haga por mayoría, que se haga por consenso”. La palabra “consenso” ya estaba entre nosotros, “no hagamos exageraciones y sobre todo, José Pedro, que esto funcione”. Y luego me preguntaba: “¿Esto funcionará?”. “¡Hombre!, hará mucho ruido, echará humo, pero creo que sí puede funcionar”, le dije. La verdad es que hasta ahora, en lo que tenía que funcionar, las libertades, los derechos, en las relaciones Gobierno-Cortes equilibradas, creo que ha funcionado. Otra cosa es que requiera mejoras, pero ha funcionado.

P. ¿Y hoy qué significa “consenso”?

R. Representa aquella época. No era idilio ni armonía, discutíamos mucho, sobre todo fuera del ámbito de la ponencia porque se organizaban unas trifulcas importantes, pero significaba la capacidad de ponerse de acuerdo y se imponía a otras cuestiones. Vimos enseguida que teníamos la posibilidad de ponernos de acuerdo. Por ejemplo, el primer día hicimos el índice de la Constitución. Lo acordamos en una hora. Luego ya vendrían las peleas y las discusiones, pero hablábamos de lo mismo.

“Hemos cometido el error de dejar siempre que el rigodón lo marcaran los nacionalistas. Se podía haber evitado”

P. ¿Hubo más acuerdo que desacuerdo?

R. Al final sí. Algo que pervive es que en todas partes existen partidos más de derechas y otros más de izquierdas. En España hemos tenido un problema político que era derecha- izquierda y centralismo o autonomía y hasta dónde. Ahí creo que nunca lo hemos hecho bien. Hemos tenido una especie de rigodón. Ya en el texto constitucional, al determinar la mayoría, Miquel Roca, en este caso, tiraba para su lado. Y hemos fallado socialistas y UCD y luego PP y socialistas en quitar de ese rigodón determinadas cuestiones y permitir que todo entre en el rigodón. Hemos cometido el error de dejar siempre que el rigodón lo marcaran los nacionalistas, desde el primer día, error que se podía haber evitado.

P. Vamos al origen de todo. Las elecciones democráticas del 15 de junio de 1977. ¿Cómo llega este país a ese momento?

R. Es el proceso de Adolfo Suárez. Es elegido como es elegido y desde el primer día está diciendo que quiere que los próximos gobernantes sean elegidos democráticamente. Me parece que mucha gente no creyó en su sinceridad; él demostró que la tenía, inició ese proceso dificilísimo dentro del sistema. Había existido la Junta, la Plataforma, luego la Platajunta en la que yo ya estuve algo, y después Adolfo llamó a algunos de los integrantes de la Platajunta a La Moncloa. Ya había hecho la reforma política y hablaba formalmente en una sede oficial con los representantes de las otras sensibilidades.

De ahí sale un primer acuerdo del que se habla poco sobre el sistema electoral. No se trataba de que hubiera elecciones democráticas. Eso no estaba en discusión, pero había muchas cosas concretas que decidir. Por tanto, creo que el sistema electoral, que puede ser mejorable, ha rendido sus frutos. Se han tenido en cuenta los defectos en los anteriores y ha habido una gran limpieza electoral.

¿Qué nos pasó con las primeras elecciones? Que fueron muy caras. Algunos habíamos leído más libros, otros menos, habíamos vivido fuera unas elecciones. Pero experiencia práctica y directa allí no tenía nadie. El PSOE sabía más porque hacían seminarios con los alemanes, pero experiencia práctica tampoco tenía. Los publicitarios querían hacer unas campañas caras, nos intentaban convencer de que lo que había que hacer era llenar España de carteles. Si se hubieran diseñado unas elecciones —aunque entonces era casi imposible— sin llenar las ciudades de carteles, que es lo caro, solo con algunos pases en televisión o en radio, no habría traído esa hipoteca a los partidos.

Y luego la televisión exaltó el liderazgo de Suárez y Felipe. Solo había una televisión y fue determinante. Unos se quejaban más que otros, pero al final en televisión se legisló bien sobre los espacios. Eso exacerbó el hiperliderazgo y ahí hubo dos líderes que fueron Adolfo y Felipe. También eso explica muchas cosas posteriores.

P. ¿El resultado representaba a este país?

R. Yo creo que sí. El que se pudo quejar mucho con el resultado, con razón, fue el Partido Comunista porque no todos sus votos fueron convertidos en escaño. Pero en cuanto al equilibrio izquierda-derecha y respecto a la composición del Parlamento, yo creo que reflejaba la realidad del país. En cuanto a la emergencia de los nacionalistas, también la reflejaba. No les afectó, al ser tan determinantes en determinados distritos o provincias, no les afectó. El gran perjudicado fue el Partido Comunista.

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