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El manto de piedras que no dejan ver la arena en la playa de Ondarreta

San Sebastián comienza a retirar los cascotes del arenal para dejarlo apta en la temporada de baños

Mikel Ormazabal
Un manto de piedras oculta la arena de la playa de Ondarreta (San Sebastián)
Un manto de piedras oculta la arena de la playa de Ondarreta (San Sebastián)JAVIER HERNÁNDEZ

Las piedras se han convertido en los últimos años en un invitado muy molesto e indeseado para la playa de Ondarreta, en San Sebastián. A pocos días de abrirse la temporada de baño, un enorme manto pedregoso oculta su finísima arena y deja la playa sumergida bajo toneladas de gravas, piedras y cantos rodados. Estudios recientes concluyen que son restos de un antiguo campo militar y de una cárcel del siglo pasado. El arenal podría almacenar un volumen de 18.600 metros cúbicos de gravas que afloran con mayor o menor intensidad en virtud del empuje de las mareas. El Servicio de Costas del Ministerio de Medio Ambiente ha dado autorización al Ayuntamiento de la ciudad para comenzar este martes los trabajos que permitirán retirar más de 750 toneladas de cascotes.

Los expertos oceanográficos han solido decir que "las playas son como quiere el mar, no como las queremos nosotros", afirma Adolfo Uriarte, geólogo marino. El efecto de arrastre que ejercen las pleamares y bajamares sobre la arena está alterando todos los años el aspecto que siempre tuvo la Ondarreta, hasta convertirla actualmente en una gran pista de piedras que incordia a los miles de bañistas que acuden sobre todo en verano a este arenal.

Una máquina despedregadora retira las piedras de la playa de Ondarreta.
Una máquina despedregadora retira las piedras de la playa de Ondarreta.JAVIER HERNÁNDEZ

Las piedras de la playa, según los análisis realizados por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, no han aparecido de forma natural, sino que "son obra de la mano del hombre", apunta el biólogo Jon Etxezarreta, de Aranzadi. Son materiales extraídos de canteras del entorno de San Sebastián que se emplearon a finales del siglo XIX para construir el antiguo campo militar de maniobras y la cárcel de Ondarreta, erigida en 1888 y demolida en 1949. "De los 18.600 metros cúbicos de gravas, un 95% aproximadamente son escombros", señala Etxezarreta.

Ondarreta presentaba el año pasado un aspecto similar al de ahora. Entonces, el Ayuntamiento pidió permiso al Servicio de Costas para retirar las piedras con medios técnicos, pero el Ministerio solo aceptó hacerlo a mano. Una cuadrilla de seis operarios logró extraer 250 toneladas durante dos meses de empeño. De ese modo se hubiesen necesitado unos 80 años para limpiar completamente el arenal.

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El rastrillo y los cestos que utilizaban esos empleados se sustituirán ahora por una máquina despedregadora, con la que se espera retirar una cantidad tres veces superior en solo seis días. El objetivo es que la Ondarreta —tiene una longitud de 600 metros, una anchura de 10 metros y una superficie de 60.000 metros cuadrados— vuelva a ser apta para el uso público sin la incomodidad que provocan las piedras. El Consistorio prevé gastar unos 47.000 euros en esta intervención.

El Ministerio ha dado esta vez su autorización a la entrada de las máquinas en el arenal, aunque ha puesto condiciones. La más "significativa", según el escrito del Servicio Provincial de Costas, es "la obligatoriedad de compensar el volumen de piedra retirado con un aporte de arena con un coeficiente de sobrellenado de 1,5. Esto es, por cada metro cúbico de piedras retirado, se deberá aportar un metro y medio cúbico de arena". El acopio de arena se deberá realizar garantizando "tanto su limpieza como sus condiciones higiénicas". El Ayuntamiento empleará la arena extraída de la excavación realizada recientemente en unas obras para construir un aparcamiento subterráneo.

Costas ha dado permiso para extraer 14.600 metros cúbicos de cascotes durante un periodo de cuatro años. En una primera fase, antes de este domingo, la despedregadora cribará las piedras con un diámetro superior a los 17 milímetros, hasta retirar 1.200 metros cúbicos. Posteriormente, durante el mes de julio se quitarán otros 3.500 metros cúbicos, aunque en esas fechas la máquina solo actuará por la noche. La máquina escarba hasta una profundidad de 40 centímetros para extraer las gravas más molestas y visibles. "No se van a quitar todas las piedras, porque para eso serán necesarios varios años, pero se facilitará el uso de la playa", apunta el concejal Alfonso Gurpegui.

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"Las piedras que ahora vamos a sacar de la playa no volverán nunca. Esperamos quitar una media de 5.000 metros cúbicos al año", explica el biólogo Etxezarreta, quien recuerda que la solución consistente en cubrir las piedras con aportes de arena no dieron el resultado previsto. La fuerza de las mareas fue cambiando el perfil playero y depositó toda esa arena en el interior de la bahía, dejando al descubierto las piedras. "En 2010 se esparcieron por la Ondarreta 21.000 metros cúbicos de arena y no sirvió para nada", afirma.

Los estudios realizados por Aranzadi, tras analizar las piedras que se extrajeron durante el verano de 2016, concluyen que una gran parte de los "áridos gruesos" almacenados en la Ondarreta es "hormigón de diferentes clases", perteneciente a las construcciones que se han levantado en este arenal en los últimos 140 años. Son escombros que en su día fueron abandonados cuando se construyó un campo militar de maniobras en 1873, bloques de piedra de la antigua cárcel de Ondarreta que se derruyó en 1949, mojones de la antigua rampa de acceso e incluso vestigios de las instalaciones hípicas de comienzos del siglo XX.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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