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Menos poder de los partidos, más control político

El rediseño de EH Bildu que impusa la izquierda abertzale abre una crisis en Eusko Alkartasuna

Pedro Gorospe
El secretario general de Sortu, Arnaldo Otegi con Pello Urizar a la izquierda de la imagen, Marian Beitialarrangoitia y Jon Iñarritu
El secretario general de Sortu, Arnaldo Otegi con Pello Urizar a la izquierda de la imagen, Marian Beitialarrangoitia y Jon Iñarritu ANDREU DALMAU (EFE)
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EH Bildu dejará de ser una mera coalición de partidos, para tener su propia afiliación a partir de junio, en el congreso que tiene previsto celebrar el 17 de ese mes. Según el compromiso adquirido en Pamplona el pasado abril por los secretarios generales de las cuatro fuerzas coaligadas, Arnaldo Otegi de Sortu, Pello Urizar de EA, Rebeka Ubera de Aralar y Oskar Matute de Alternatiba, la nueva EH Bildu tendrá una estructura de partido aunque sus dirigentes prefieren hablar de movimiento, y un coordinador general, frente a la actual figura del portavoz. La mitad de sus dirigentes serán elegidos por los partidos coaligados y el resto por los afiliados y registrados en EH Bildu.

Si hasta ahora se respetaba escrupulosamente el sistema de cuotas en las decisiones y en las listas electorales, -los herederos de Batasuna, Sortu, el 60%, a Eusko Alkartasuna el 25%, el 10% para Aralar y el 5% Alternatiba, a partir de la refundación cobrarán especial relieve las asambleas de afiliados de EH Bildu y de simpatizantes independientes ya que la presencia de los partidos fundadores no podrá superar el 50% de ninguno de los órganos de representación, gobierno ni administración. Quien más movilice a sus bases, ganará.

El proceso que impulsa la izquierda abertzale para ganar perímetro y crecer más allá de las propias siglas de cada formación para cuestionar la hegemonía al PNV, ha abierto, sin embargo, una brecha interna en uno de los partidos fundadores, EA. Creen que diluir a las formaciones fundadoras le va a acabar dando más control político a Sortu. “Entendemos que es una manera de diluir EA hasta hacerla desaparecer”, sostienen los críticos, que firmaron un documento con sus diferencias y darán batalla contra la refundación de la coalición en el congreso que EA tiene previsto celebrar los días 3 y 4 de junio, unos días antes del de EH Bildu. Presentarán una alternativa al actual secretario general Pello Urizar. No cuestionan la coalición, pero sí una reforma que según creen va a acabar con la pluralidad actual en favor de la izquierda abertzale. “Se propone subordinar y eclipsar la identidad de los partidos en coalición y crear una nueva formación cada vez más caricaturizada interesadamente como heredera única de la izquierda abertzale”, criticaron.

“Dar la voz a la asamblea y restar poder a los partidos es la única manera de convencer a los jóvenes para participar, la única de crecer”, responde un cargo público alavés que comulga con el movimiento impulsado por las direcciones de los partidos. El caso es que unos y otros, y desde luego Aralar y Alternativa coinciden en que la única manera de plantarle batalla al PNV más moderado y pactista, y ganarle terreno, es robarle votos por la parte más soberanista, es decir, entre quienes votaron de forma entusiasta al PNV de Ibarretxe, y por otra parte recuperar a quienes todavía optaron por Elkarrekin Podemos en las últimas autonómicas vascas, desencantados de la ortodoxia de Sortu, de sus discursos y formas internas.

EH Bildu saltó a la arena pública en las autonómicas de 2012, cuando apostó por la escritora y profesora de la UPV/EHU Laura Mintegi como cabeza de cartel. Un año y medio después dimitió por la “falta de democracia interna y obstáculos en los canales de participación”. Se marchó harta de que la izquierda abertzale le impusiera un discurso. En las últimas autonómicas vascas Mintegi volvió de la mano de un Arnaldo Otegi que reconoció errores y ha dicho numerosas veces que está decidido a ampliar el perímetro de EH Bildu abriendo la lata y pasando del modelo vertical de toma de decisiones a otro mucho más horizontal. Es decir, buscarán a quienes se vayan descolgando de un PNV al que critican de “sumiso” a Madrid; a quienes bordean el soberanismo de izquierdas de los círculos de Podemos, y a quienes desde asociaciones y grupos sociales independientes quieran sumarse al proyecto con el objetivo de construir un Estado propio, la República Vasca.

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El documento a debate se abre a una nueva organización para conseguir sus objetivos políticos pero no propone una revisión crítica sobre la pasada relación con la violencia de ETA ni replantea el discurso con una oferta a la sociedad vasca en la que se comience por reconocer que los asesinatos de ETA estuvieron mal. Los críticos de EA, un sector importante del partido que fundara Carlos Gaarikoetxea en 1986 tras la escisión del PNV, sospechan que aunque aparentemente los partidos pierden peso en beneficio de los nuevos simpatizantes -lo serán solo con registrarse-, el modelo acarrea su desaparición.

Una Eusko Alkartasuna que como recuerdan, ha vehiculizado el tránsito de la izquierda abertzale desde la orilla en la que compartía la estrategia político militar de ETA, hasta las vías exclusivamente políticas. En junio del pasado año EA descartó en la ponencia política Eusko Alkartasuna en el siglo XXI. Adecuación de la línea política a los retos de futuro, la posibilidad de transformar la coalición en un partido único. En los últimos meses el discurso público de Sortu y el de EA apenas si se ha separado en la práctica política, salvo cuando en febrero Urizar criticó a Sortu por denunciar presuntos casos de tortura por parte de la Ertzaintza en concentraciones ante las comisarías, y cuando, ante el desarme de ETA, en el acto de Bayona, pidió su disolución.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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